Bosquejo de la leccion 1 – Crisis de identidad – Sabado 2 de Enero de 2021

Así como Samuel usó una historia para llamar la atención de David sobre su pecado con Betsabé (2 Samuel 12:1-13), Isaías entrega una parábola, o historia, en el capítulo 5 para, con suerte, hacer que el pueblo de Dios sea consciente de su infidelidad a Dios.

Al final de la historia, Isaías no deja dudas sobre su significado. Isaías 5:7 dice que la viña es la casa de Israel y los hombres de Judá son las plantas que crecen allí. El viñador, obviamente refiriéndose al Hijo de Dios, había hecho todo lo posible para que su viñedo fuera productivo, pero sin resultados.

La descripción de las uvas silvestres haría que los oyentes de Isaías se vieran a sí mismos en su verdadera condición. Eran un pobre sustituto del fruto que Dios esperaba disfrutar, después de todos sus esfuerzos por hacerlas productivas.

Fue sólo después de que se hiciera todo lo posible para que el viñedo fuera productivo. Dios no está contento con la elección (2 Pedro 3:9). Anhelaba que las plantas produjeran buenas uvas, pero éstas se resistieron a sus esfuerzos por hacerlas productivas, y llegó el momento de la destrucción de la viña. Ver Isaías 5:5, 6.

Muchos tienen la idea de que debemos ser transformados y estar sin pecado antes de que Dios nos perdone y nos acepte como sus hijos. Pero, el mensaje de Isaías era justo lo contrario. Isaías 1:18 dice “Ven”. Entonces, Dios perdonaría y los haría más blancos que la nieve.

No había nada que el pueblo de Dios pudiera hacer sino aceptar la invitación de venir y razonar con Dios. Quería que vieran su verdadera condición pecaminosa. No para hacerles sentir mal, sino para hacerles arrepentirse y lamentar su comportamiento equivocado y pedir perdón.

Dios estaba más que dispuesto a aceptarlos de nuevo, pero sólo si deseaban volver a su antigua relación. Deben estar convencidos de que el camino de Dios era mejor que el de Satanás.

Tengamos en cuenta las palabras de Filipenses 2:12, 13. Aunque dice que debemos trabajar en nuestra propia salvación con temor y temblor, añade que “es Dios quien obra en vosotros”. Somos sólo la arcilla.

Cualquier transformación que ocurra en nuestra vida ocurre sólo porque Dios la hizo realidad. Sólo tenemos que darle permiso. Él no pide nada que no esté en nuestro mejor interés a largo plazo.

Bendición o maldición, la elección es nuestra.

Radio Adventista
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