Bosquejo de la leccion 1 – Cómo vivir en una sociedad 24/7 – Sábado 3 de Julio de 2021

Es fácil quedar atrapados en hacer tantas cosas que empezamos a distanciarnos inconscientemente del Dios al que servimos. Toda nuestra actividad crea en nuestra mente la idea de que lo estamos haciendo todo por nosotros mismos. Nos atribuimos a nosotros mismos nuestros logros y olvidamos que Dios es quien merece TODA la gloria. Nada de esto es nuestro para reclamar.

Por eso, las temporadas de descanso, en todas sus formas, nos permiten contemplar nuestra verdadera posición y mantener a Dios al frente de nuestros esfuerzos. Sólo Él nos da la guía, la fuerza y los talentos necesarios para realizar cualquier tarea que merezca la pena, lo que incluye incluso cuando trabajamos para el Señor. Es fácil centrarse en el logro, y no en el Dios que inspiró y dio poder para hacerlo en primer lugar.

Nuestro colapso en la conexión espiritual usualmente ocurre en etapas.

Primero, perdemos el enfoque. Ya sea que la actividad sea un ministerio exitoso o un problema desafiante que necesitamos superar, Dios es empujado a un segundo plano.
Sin tomar un descanso de nuestras actividades, gradualmente nos agotamos con las demandas que tienen en nuestras vidas. Nuestras necesidades físicas, mentales y emocionales se resienten. El agotamiento y el desánimo son una posibilidad real cuando no conseguimos el descanso que necesitamos.
Y finalmente, notamos que nuestra vida devocional comienza a decaer. No sólo descuidamos nuestra necesidad física de descanso, sino que la oración y el estudio de la Biblia también sufren.
“Todos los que están bajo el entrenamiento de Dios necesitan la hora de quietud para la comunión con sus propios corazones, con la naturaleza y con Dios. En ellos debe revelarse una vida que no está en armonía con el mundo, sus costumbres o sus prácticas; y necesitan tener una experiencia personal para obtener un conocimiento de la voluntad de Dios. Hay que oírle individualmente hablar al corazón. Cuando toda otra voz se acalla, y en quietud esperamos ante él, el silencio del alma hace más clara la voz de Dios”. ~Ellen G. White, The Ministry of Healing, p. 58

Radio Adventista
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