Como muchos judíos en la época de Cristo, la gente hoy aborda su fe de una manera totalmente humanista. Tienen fe sólo cuando la evidencia de la ciencia, la historia y la arqueología la respaldan. Son como Tomás que duda y quieren tocar las huellas de los clavos en Sus manos.
En realidad, necesitamos fe para tener fe. Después de elegir creer en la existencia de Dios y buscar formas de conocerlo mejor, dimos más evidencia de su presencia permanente en nuestras vidas.
Un ejemplo de este tipo de fe y dependencia en Dios fue la historia de los doce espías que fueron a Canaán para ver a qué clase de enemigos se enfrentaban los israelitas. Sólo dos de ellos, Caleb y Josué, regresaron con informes llenos de fe. En lugar de confiar en sus sentidos, informaron su opinión basándose en la fe en lo que Dios había prometido. Marcó la diferencia en su capacidad para derrotar a sus enemigos.