Es importante entender la verdad de Dios en el contexto de la gran controversia entre el bien y el mal. Nos ayuda a saber a qué fuerzas celestiales nos enfrentamos y por qué.
Pero también hay verdades relativas a nosotros mismos, que el Espíritu puede ayudarnos a entender durante nuestras cruces. No podemos arrepentirnos de nuestros pecados y ser fortalecidos espiritualmente por nuestras debilidades, si no sabemos cuáles son. Las pruebas tienden a hacernos mirar más de cerca a nosotros mismos. El Espíritu Santo, trabajando con nosotros durante estos tiempos difíciles, puede, afortunadamente, hacernos conscientes de nuestras faltas, permitiéndonos abordarlas ante Dios.
Conocer estas dos verdades, la de Dios y la de nuestra propia naturaleza, nos ayudará a sortear nuestras dificultades y dará lugar a un resultado más positivo para nosotros y para el Reino de Dios.