El tipo de arrepentimiento que Moisés pedía se convirtió en el tema principal de la predicación del Nuevo Testamento. Lo vimos en…
- La llamada de Juan el Bautista a “¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca!” (Mateo 3:2),
- El primer ministerio de Jesús cuando dijo: “Arrepentíos y creed en el Evangelio”. (Marcos 1:15),
- El consejo de Pedro de “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados” (Hechos 2:38).
Estos y otros predicadores tocan una fibra común cuando se trata de arrepentirse. En la mayoría de los casos, hay algún tipo de conversión de acción o pensamiento involucrado.
Esto parece ocurrir cuando cualquiera de nosotros es “cortado hasta el corazón” (Hechos 2:37). En otras palabras, cuando Dios nos circuncida interiormente, como sugirió Moisés. Nos hacemos conscientes de nuestro pecado, reconocemos y nos arrepentimos de nuestros errores y, finalmente, elegimos confiar en la justicia de Jesús para reemplazar nuestra propia actuación ruinosa y poco fiable.