Aqui entre Nos. Lección 3 – Por siglos perpetuos – Un Programa pensado en los Maestros de E.S.

Imagínate lo asombrada que debió estar la familia de Noé al ver el primer arco iris en el cielo después de su largo calvario. Era la primera vez que recibían un espectáculo tan hermoso y colorido que llenaba el cielo de asombro y esperanza. La lluvia no había ocurrido antes en la tierra hasta el gran diluvio (Génesis 2:5, 6).

Dios habló con Noé y le reveló que este magnífico fenómeno sería una señal de su pacto eterno con todos los pueblos. Prometió que nunca más permitiría que el mundo entero experimentara un diluvio semejante. Véase Génesis 9:15-17.

Otros pactos que siguieron a la época de Noé, como los de Abraham y Moisés, incluían obligaciones que el pueblo debía cumplir. Pero esta señal del pacto era universal y no dependía de la obediencia. Todos los seres vivos, en todas las generaciones futuras, se beneficiarían de la promesa expresada en ese arco iris.

Sólo podía venir de un Dios que se preocupa profundamente y ama incondicionalmente. Cuántas emociones debió sentir Dios, después de la ardua experiencia de la familia de Noé. Dios había estado con ellos durante toda su lucha. Aunque las estimaciones de tiempo difieren, es posible que hayan pasado alrededor de un año en el arca, antes de que fuera lo suficientemente seguro como para aventurarse de nuevo en tierra firme. Qué vista tan grata para ellos fue ese primer y hermoso arco iris en el cielo.
El tema del remanente se encuentra en toda la Biblia. Dios preserva a un pueblo que le ama y le sirve, con el que puede tener una relación y disfrutar de la comunión. Este fue el objetivo de la creación de la humanidad en primer lugar.

En el caso de Noé, el remanente era lo más pequeño posible. Sólo ocho personas, Noé y su familia, sobrevivieron al gran diluvio que cambió el planeta para siempre. El mundo entero se había vuelto contra Dios. La intervención de Dios era necesaria para que quedara alguien que acogiera al Mesías.

Ciertamente, no era la intención ni el deseo de Dios que el mundo se volviera tan perverso. Pero encontramos esperanza en el hecho de que Dios podía cuidar, y de hecho lo hizo, de sus fieles. Jesús nos recordó que los últimos días serían similares a la experiencia de Noé (Mateo 24:37).

El remanente en los últimos días debe escuchar y obedecer los mandamientos de Dios. Debemos tener el testimonio de Jesús, nuestro Salvador, en nuestros corazones y mentes para sobrevivir al siguiente capítulo en el plan de nuestra salvación (Apocalipsis 12:17).

Radio Adventista
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