Como agentes morales libres, Adán y Eva tuvieron la oportunidad de continuar su relación privilegiada con su Creador, siempre y cuando se mantuvieran leales y fieles a sus peticiones. Su única petición al principio fue que se mantuvieran alejados de un árbol del Jardín. Qué sencilla y directa fue la advertencia de Dios para ellos. Si tan sólo la hubieran tomado lo suficientemente en serio como para obedecer, habrían permanecido en su hermoso hogar para siempre.
Dios no sólo les explicó su única prohibición de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, sino que les recordó que todos los demás árboles del jardín estaban a su disposición. La prueba de Dios no era dura. Pero la prueba era necesaria para afirmar su confianza en Él.
Al no seguir la voluntad de Dios, estaban rechazando a Dios y alineándose con el enemigo del que se les había advertido. Su acción indicaba que no necesitaban a Dios, y el resultado para ambos fue trágico. La culpa, la alienación, la soledad y finalmente la muerte siguieron a su trágica decisión.
Satanás, hablando con Eva a través de la serpiente, no discutió directamente las palabras de Dios. Sin embargo, hizo que Eva las cuestionara de forma engañosa. Los halagos de la serpiente, junto con las medias verdades sobre los motivos de Dios, fueron suficientes para que ella fallara en la prueba de lealtad de Dios.
Si sólo ella hubiera cedido a la tentación, no todo habría estado perdido para la raza humana. Desgraciadamente, logró convencer a Adán de que se uniera a su acto de rebeldía. Y el resultado fue catastrófico para todo el planeta.
Sin embargo, no todo estaba perdido. Cuando la pareja, llena de culpa, intentaba esconderse de Dios en el Jardín, Moisés nos dice que Dios los llamó, sabiendo muy bien dónde estaban y lo que habían hecho. Les explicó amorosamente lo que su pecado significaría para ellos en el futuro, eliminando parte de su miedo y ansiedad por su acto impetuoso.
En la conversación se incluyó una predicción que les dio esperanza. Génesis 3:15 mencionaba una Semilla de la mujer que causaría daño a su enemigo. Después de todo, habría una forma de reparar la relación con su Hacedor.