La serpiente respondió a la declaración de Eva de su única restricción diciendo descaradamente que “no morirían con seguridad”. En esencia, la serpiente estaba diciendo que Dios les había mentido.
En lugar de defender a Dios, o de obtener alguna aportación divina de Él en el asunto, Eva continuó escuchando los cargos que se presentaban contra su Creador y su Amigo. Deseando ser sabia como Dios, Eva tomó el fruto y comió de él, razonando que había funcionado para la serpiente, así que por qué no funcionaría para ella.
Naturalmente, ella compartió su nuevo conocimiento con Adán, y él también, falto de fe en Dios, comió del fruto también. Ambos no sólo habían perdido su fe en la bondad de Dios, sino también su inocencia. Habían dado el primer paso de desobediencia y habían perdido todo lo que Dios les había confiado.
¿Podemos también nosotros ser desobedientes no acudiendo a Dios cuando las perplejidades nos abruman? Las dudas nos llegan a todos, y no hay lugar seguro para resolverlas excepto a los pies de nuestro Maestro. No te detengas en el fruto prohibido. Sólo contiene más trampas y pruebas para mantenernos en el camino de la muerte y la destrucción.