Introducción al sábado de tarde
Estudiaremos esta semana el ministerio diario en el Tabernáculo. Esto está relacionado con el perdón, no con la purificación. JESÚS realiza este servicio desde su ascensión al Cielo, que ocurrió después de 40 días en los que aún anduvo con sus discípulos en esta Tierra. Un día Él ascendió rumbo al Padre, y desde entonces pasó a interceder por nosotros en el lugar santo. En 1844 entró en el lugar santísimo pero aún continúa intercediendo por el perdón de nuestros pecados en el lugar santo. Por los vivos, Él aún intercede, pero en lo que respecta a los muertos, Él es juez y los juzga. Recordemos que en el antiguo ritual del santuario, en el día de la expiación o de la purificación, también se hacían dos sacrificios diarios, el de la mañana y el de la tarde, aunque también fuese este mismo día el tiempo de la purificación del santuario. Es así también en el Cielo. Para los muertos, JESÚS oficia en el lugar santísimo, para purificar aquel lugar de los pecados de los que se arrepintieron de ellos. Pero en cuanto a los vivos, Él ministra en el lugar santísimo, intercediendo por los pecados para que sean transferidos al santuario y asumidos por Él, para que un día, cuando llegue la hora, sean purificados. Así era en el antiguo ritual, así es en el Cielo.
Domingo: Nuestro Sumo Sacerdote
El sacerdocio humano fue establecido según el orden (o ascendencia de origen, donde se inició) de Aarón y sus hijos, escogidos directamente por DIOS. O sea, tuvo un principio, un origen, que fue un hombre, Aarón. Era un privilegio para la familia de Aarón pero, el origen fue humano y pecador, sujeto a fallas.
JESÚS fue hecho sacerdote sin un orden de origen. El JESÚS hombre vino del JESÚS DIOS, eterno y sin origen, pues su existencia es desde siempre; no tuvo un principio. JESÚS hombre tuvo su origen en el infinito DIOS Hijo perfecto y Rey del Universo. Esta es la gran diferencia con respecto al orden de Aarón, el cual fue establecido en un hombre y sus dos hijos (los otros dos murieron delante de DIOS antes de tener descendientes).
Resumiendo, el Sumo Sacerdote JESÚS tiene su origen en sí mismo y viene de la eternidad, no fue generado por ninguno ya que Él mismo es DIOS. Es perfecto porque no es hijo generado por pecadores; como hombre, fue generado en María por el ESPÍRITU SANTO, no por José. JESÚS no es del orden de José, sino de Él mismo, y Él viene de la eternidad en absoluta perfección. Él viene como DIOS, de la eternidad, por lo tanto no tiene origen, a semejanza de Melquisedec. Él se hizo hombre, un ser humano sujeto a fallas, pero no dejó de ser DIOS. Por tanto, tiene algo parecido a una “doble nacionalidad”, o sea, es humano y al mismo tiempo es DIOS ya que Él, DIOS, nunca dejó de ser ni podría hacerlo, y como humano, resucitó de la muerte eterna a la vida eterna y está vivo, existe hoy y siempre existirá. Con esta doble identidad, Él une la humanidad a la divinidad, por ser poseedor de dos naturalezas. Siendo Él, como humano, sin pecado y por lo tanto siempre puro, la intercesión de JESÚS no necesita hacerse por Él, como hacían los descendientes de Aarón, al ser ellos mismos pecadores como aquellos por los cuales intercedían. La intercesión de JESÚS es, por todo esto, eficaz y suficiente para salvar a cualquier pecador que se arrepienta.
“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” [Heb. 5:1-9]” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág 306).
Lunes: Abogado e Intercesor
Todo juicio tiene una defensa, una acusación, los jurados, y un reo. La defensa, como lo dice su nombre, defiende al reo. ¿Quién cumple este papel en la justicia divina? La defensa es cumplida por la intercesión de JESUCRISTO, delante de DIOS Padre. Este JESÚS fue muerto para que tuviese argumentos para la defensa. Él se volvió humano como lo somos nosotros, vivió como nosotros vivimos y fue tentado como nosotros somos tentados. Pero Él no vaciló como frecuentemente nosotros vacilamos, y venció la tentación en cada ocasión en que fue tentado.
Al mismo tiempo, JESÚS es divino, y DIOS. Y Él es la ley que nos pide obedecer. Él probó que la ley es justa y que puede ser obedecida pues Él mismo, en la forma de ser humano, la obedeció en todas las situaciones posibles. Y llegó a morir bajo la presión psicológica del pecado, aunque se mantuvo obediente. Por tanto, Él adquirió el derecho de defendernos y también de defender su ley, que es perfecta. Entonces, bajo esa ley podemos ser juzgados, perdonados o condenados, pues Satanás no tiene argumentos para anularla.
Delante de JESÚS tenemos a DIOS el Padre. Él actúa como alguien que quiere saber si su santa y justa ley fue cumplida en cada caso que comparece ante el tribunal. Él no es un acusador, más bien quiere, como CRISTO, que todos se salven, pero no puede admitir que la ley sea infringida. Esta es la conexión de la justicia con el amor. Por lo tanto, DIOS Padre está de nuestro lado, y desea que en cada caso se pueda decir que por este la sangre de JESÚS ha sido válida , después que se haya arrepentido de todos sus pecados. DIOS Padre es el que acepta la intercesión de JESUCRISTO, una vez que esa intercesión es hecha en favor de aquellos totalmente arrepentidos.
Y el ESPÍRITU SANTO, ¿qué hace? Él actúa antes del juicio, buscando convencer los corazones de las personas aún vivas para que se entreguen a JESÚS y se vuelvan obedientes a su ley. Él trabaja en el corazón de las personas para que se arrepientan y sean salvas, y también orienta a aquellas personas que se disponen a trabajar por la salvación de otros.
¿Y quién es el acusador en este tribunal? Realmente no lo hay, pero existe un acusador. Es Satanás, quien no tiene derecho de hacer acusaciones delante de DIOS, en oposición a los argumentos de JESÚS. Satanás no puede tener ese derecho porque él no actúa correctamente, miente constantemente y así jamás podría servir de abogado de la acusación en el tribunal celeste. Además, no hay necesidad de acusación, la justicia divina es tan perfecta que jamás se admitiría la pérdida de un ser que se ha arrepentido de todo, pues esto es lo que tanto el ESPÍRITU SANTO, como DIOS Padre y JESÚS desean: que todos se salven. En este tribunal no hay una predisposición contra el pecador arrepentido, por el contrario, de aquí salió JESÚS para salvarnos, no para destruirnos. La acusación en el Cielo sólo se expresa contra aquellos que se mantienen en rebeldía y no aceptan el perdón; en este caso el propio JESUCRISTO se encarga de impedir que tal persona se salve, ya que eso traería otra vez pecados hacia el reino de perfección y de amor. Satanás, a su vez, acusa en este mundo a los que lavaron sus vestiduras en la sangre de JESÚS, por lo tanto no es confiable para participar del juicio divino; más bien él mismo será juzgado y ejecutado.
Martes: Mediador
¿Qué es lo que sitúa a JESÚS en condiciones de mediar entre DIOS y el hombre? Son los atributos que sólo JESÚS posee. Él es el Creador, es DIOS como el Padre, y se volvió hombre como aquellos a quienes vino a salvar. Por otro lado, como hombre fue perfecto, nada hay de lo que pueda ser acusado. Por lo tanto, siendo puro, y siendo DIOS y humano al mismo tiempo (único ser en el Universo con esas características), puede unir al hombre caído con DIOS, quien es puro y santo. Por esto es que Él es hombre y DIOS.
Pero hay una condición más que JESÚS hombre adquirió para tener derecho a ser nuestro mediador. Él murió en nuestro lugar, venciendo durante su vida todas las tentaciones que sufrió, que no fueron pocas. Y Él venció a la muerte eterna, ya que sufrió la segunda muerte, que es definitiva, y al tercer día, antes que su cuerpo empiece a deteriorarse, resucitó de esa muerte. Es el único ser del Universo que resucitó de la segunda muerte.
Estas son las condiciones que JESÚS tuvo que tener para ser nuestro Salvador, y Él ahora tiene ese derecho. Esto quiere decir que siempre que nos arrepintamos de nuestros pecados y acudamos a Él, podemos tener la seguridad de que Él no sólo es capaz de interceder por nosotros sino que tiene todo el interés en hacerlo. Después de todo, quien vino como DIOS a asumir la condición humana, y sufrió lo que ya sabemos, ¿dejaría de hacer la parte más fácil y agradable de todo, que es salvar?
JESÚS desea que todos se salven. La parte difícil, la de sufrir y morir, Él ya la hizo con perfección, y la hizo por amor. Si sufrió por amor, ¿no salvaría por amor? “Cuando confiemos plenamente en Cristo, nos daremos a nosotros mismos en ofrenda a Dios. Nuestra dependencia estará centrada en la virtud y en la intercesión de Cristo como nuestra única esperanza. No hay confusión, ni sospecha, puesto que por la fe vemos a Jesús, el enviado de Dios, cuya misión es lograr la reconciliación con los pecadores. Si deseamos creer solamente en Cristo, Él está comprometido con un pacto solemne de mediar en favor de los que, por su intermedio, se acercan al Padre, con el propósito de garantizar su salvación. Este privilegio está garantizado si nos acercamos confiadamente el trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Recibiréis Poder, pág 14; negrita añadida).
Miércoles: El Gran Sumo Sacerdote
Nuestro sumo sacerdote tiene amor por nosotros. Fue el amor lo que lo impulsó a sufrir y a morir por nosotros. Porque nos ama, usa la justicia para salvarnos. Debemos concientizarnos de que el perdón divino no puede ser concedido sin un fundamento legal. Para que el gobierno divino nos pueda perdonar, DIOS mismo, en la persona de su Hijo, debía venir a esta Tierra a morir por nosotros. Repasemos, es la vida inmaculada de JESÚS y su muerte en la cruz lo que condiciona los argumentos legales para perdonarnos. Por lo tanto, el perdón divino no existe sin un fundamento. JESÚS vivió sin pecado como nosotros deberíamos haber vivido, para reconciliarnos con DIOS, quien en su justicia requiere que obedezcamos su recta y justa ley. Por eso debemos pedir perdón a quien hemos ofendido, pero también debemos confesarnos a DIOS. Necesitamos del perdón de nuestros semejantes y también de DIOS. Si nuestros semejantes no nos perdonan, aun estando genuinamente arrepentidos, esto no nos aparta de la vida eterna, pero si DIOS no nos perdona es porque no nos hemos arrepentido realmente y en ese caso, perderemos la vida eterna.
“El apóstol dice: ‘Confesad pues vuestros pecados los unos a los otros, y orad los unos por los otros, para que seáis sanados’ [Sant. 5:16]. Confesad vuestros pecados a Dios, el único que puede perdonarlos, y vuestras faltas unos a otros. Si has dado motivo de ofensa a tu amigo o vecino, debes reconocer tu falta, y es su deber perdonarte con buena voluntad. Debes entonces buscar el perdón de Dios, porque el hermano a quien ofendiste pertenece a Dios, y al perjudicarle pecaste contra su Creador y Redentor. El caso es presentado al único y verdadero Mediador, nuestro gran Sumo Sacerdote, que ‘ha sido tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado’, quien puede ‘compadecerse de nuestras flaquezas’ [Heb. 4:15] y limpiarnos de toda mancha de pecado”.
“Los que no han humillado su alma delante de Dios reconociendo su culpa, no han cumplido todavía la primera condición de la aceptación. Si no hemos experimentado ese arrepentimiento del cual nadie debe arrepentirse, y no hemos confesado nuestros pecados con verdadera humillación del alma y quebrantamiento del espíritu, aborreciendo nuestra iniquidad, no hemos buscado verdaderamente el perdón de nuestros pecados; y si nunca lo hemos buscado, no hemos encontrado la paz de Dios “ (El Camino a Cristo, págs 37, 38; negrita añadida).
Jueves: El Sacrificio Único
Causa a veces cierta sorpresa el hecho de ofrendar un animal, derramando su sangre, por cada pecado cometido, cuando JESÚS derramó su sangre solamente una vez. Parece tan poco un único sacrificio cuando el de los animales sucedió millares de veces, generalmente uno por cada pecado.
En realidad, se trata de esto: los sacrificios de animales no tenían eficacia alguna para perdonar pecados, sea de un solo animal, o sea de millares. Nadie se salvaría por esos muchos sacrificios. Eran apenas ilustraciones, ejemplos didácticos para entender el horror de lo que es el pecado y su consecuencia desastrosa, la muerte eterna, luego de mucho sufrimiento y luchas para ganar la vida. Es un hecho que ningún pecado fue perdonado y no hubo purificación alguna a partir de aquellos sacrificios; ellos más bien eran, como todo el ritual, simbólicos. Como siempre se dice, ellos apuntaban para el verdadero sacrificio, único y eficaz: el derramamiento de la sangre del Cordero de DIOS, el Señor JESUCRISTO.
La solución era la sangre de JESÚS, no la sangre de animales. Ellos sólo simbolizaban el sacrificio único y definitivo de JESÚS. Pues dice en Hebreos 10:4: “porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”.
“Porque no entró Cristo en el Santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” [Heb. 9:24-26]. “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” [Heb. 10:12]. Cristo entró una sola vez en el Lugar Santo para obtener por nosotros eterna redención. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” [Heb. 7:25]. Se calificó a sí mismo para ser no solamente Representante del hombre, sino también su Abogado, de modo que toda alma, si así lo desea, pueda decir: “Tengo un Amigo en la Corte, un Sumo Sacerdote que se compadece de mis flaquezas” (Cristo en Su Santuario, pág 46).
Resumen y Aplicación – Viernes, día de preparación para el santo sábado:
a) Síntesis de los principales puntos de la lección
- ¿Cuál es el asunto principal?
El asunto de esta semana es la actuación de JESÚS en el lugar santo, lugar de intercesión por los pecados. Y también, como se da a entender con seguridad y facilidad, JESÚS como DIOS y hombre al mismo tiempo, al estudiar que Él (DIOS), para morir necesitaba ser humano y vivir aquí 33 años y medio (probablemente el tiempo que Adán y Eva vivieron sin pecar), ser probado como humano, morir como humano, y después resucitar como ser humano, sin nunca haber cometido ni una falta ni pecado.
- ¿Cuáles son los tópicos relevantes?
Tenemos que conocer mejor a JESÚS como nuestro Sacerdote y Sumo Sacerdote. Orar por el arrepentimiento, pues sin él, nuestro Intercesor no nos defenderá, sino que cuando llegue nuestro nombre en el día de la expiación, nos condenará.
- ¿Descubrió Ud. otros puntos a destacar?
b) ¿Qué cosas importantes podemos aprender de este estudio?
Debemos siempre recordar que no debemos esperar, debemos ir a JESÚS así como estamos; sin embargo, no permanezcamos así como hemos venido a Él.
- ¿Qué aspecto puedo destacar a partir de mi estudio?
c) ¿Qué cuidados debemos tomar a partir de este estudio?
Orar todos los días por el perdón de los pecados y por la transformación de nuestra vida, para dejar de pecar.
- ¿Qué me propongo reforzar, si fuese bueno, o cambiar, si fuese malo, en mi vida?
d) Comentario de Ellen G. White
“Cristo vino a revelar la justicia y el amor de Dios al pecador para que el Salvador diera a Israel arrepentimiento y remisión de pecados. Cuando el pecador contempla a Jesús levantado en la cruz, sufriendo la culpabilidad de los transgresores, llevando el castigo del pecado; cuando contempla el aborrecimiento de Dios por el mal, manifestado en la terrible muerte en la cruz, y cuando contempla el amor de Dios por el hombre caído, es inducido al arrepentimiento hacia Dios debido a la transgresión de la ley que es santa, justa y buena. El ejerce fe en Cristo porque el divino Salvador ha llegado a ser su sustituto, su garantía y abogado, Aquel en quien se centraliza su misma vida. Dios puede mostrar su misericordia y verdad al pecador arrepentido y puede conferirle su perdón y su amor” (Mensajes Selectos tomo 1, págs 380, 381).
e) Conclusión General
“Ningún pecado puede tolerarse en aquellos que andarán con Cristo en ropas blancas. Las vestiduras sucias han de ser sacadas, y ha de ponerse sobre nosotros el manto de la justicia de Cristo. Por el arrepentimiento y la fe, somos habilitados para prestar obediencia a todos los mandamientos de Dios, y somos hallados sin culpa delante de él. Los que recibirán la aprobación de Dios están ahora afligiendo sus almas, confesando sus pecados, y suplicando fervientemente el perdón por Jesús su Abogado. Su atención está fija en él, su esperanza, su fe, se concentran en él, y cuando se da la orden: ‘Quitadle esas vestimentas viles, y vestidle de ropas
de gala, y pongan mitra limpia sobre su cabeza’ [Zac. 3:4], están preparados para atribuirle toda la gloria de su salvación” (Testimonios Selectos, tomo 4, pág 133).
¿Cuál es el punto más relevante al que llegué con este estudio?
Autor: Sikberto R. Marks.
Escrito entre el 04 y el 11/10/2013
Revisado el 12/10/2013
Corregido por Jair Bezerra
Traducido por Ronald A. Aguilar / ronald.sap@gmail.com