Las fuerzas del bien y del mal se hacían cada vez más claras a medida que se acercaba la muerte de Jesús. Dos de sus discípulos se destacan en nuestra mente, según Marcos cuenta la historia: Judas Iscariote y Simón Pedro.
Ambos hombres lucharon contra defectos de carácter, pero sus resultados finales no podrían haber sido más diferentes. El egoísmo y el amor al dinero de Judas lo llevaron a traicionar a Jesús. Y el orgullo y las acciones bulliciosas de Pedro lo llevaron a negar a Jesús.
Todos quedaron angustiados y arrepentidos por lo que habían hecho. Pero Judas decidió poner fin a su vida, aparentemente sin arrepentimiento y sin una sincera determinación de corregir su dañino acto. Pedro, por otro lado, decidió acercarse a Dios y vivir el resto de su vida sirviendo a su amado Señor y Salvador.
Jesús había sido llevado y juzgado ante el Sanedrín, pero todos nosotros también somos juzgados al tomar decisiones en la vida, al igual que estos dos hombres de la historia. ¿A quién y cómo decidiremos servir?