Felipe, que fue escogido para servir a las mesas y solucionar pequeñas cuestiones de intereses personales y secundarios, recibió de Jesús la misión de salir como sembrador entre los marginados samaritanos.
“Él nos encomendó la realización de una gran tarea. Hagámosla con exactitud y determinación. Mostremos por nuestra vida lo que por nosotros hizo la verdad”. (Testimonios Selectos, vol. 3 pág. 51)
En la Iglesia apostólica, cuando comprendieron que por si no llevarían a cabo la gran tarea, se humillaron y recibieron el poder de la promesa. Las disputas por la grandeza y la supremacía desaparecieron. Las cuestiones locales de la época perdieron el sentido. Una grande y sola pasión los dominaba en su burbujeante torbellino de fe y esperanza – Cristo Jesús – Nada más.
devemos terner fe