El carácter de Dios es perfecto, íntegro, límpido, sin máscara. El hombre fue creado a la semejanza de esta imagen de Dios, más no como Dios. Los atributos comunicables del carácter de Dios fueron puestos en el carácter del hombre, no en su plenitud, pero de tal modo que pudiesen ser desarrollados a través de la eternidad.
El hombre fue creado con la posibilidad de desarrollar en todas sus facultades espirituales, morales e intelectuales. Siempre tendría motivaciones para crecer. Semejante a la imagen de Dios en todos estos aspectos, pero no como Dios o un dios.