RESEÑA
Texto clave: Efesios 5:15-17 Enfoque del estudio: Efesios 5:1-20; 1 Corintios 5:1-12; Apocalipsis 16:1-16; Colosenses 4:5, Proverbios 20:1; 23:29-35; Hechos 16:25.
Introducción:
La cosmovisión y la identidad determinan los valores y la sabiduría. Una cosmovisión gentil desarrollará un cierto conjunto de valores y un cierto tipo de sabiduría. El Reino de Dios, la cosmovisión de Dios, los valores de Dios, generan un tipo de sabiduría completamente diferente. Por esta razón, Pablo no llama a los cristianos a abrazar la sabiduría de una de las escuelas filosóficas moderadas, ni siquiera a emular el orgullo grecorromano en la lucha por la virtud. Más bien, en su opinión, la sabiduría cristiana está arraigada en el amor sacrificial de Dios, en la luz y la moralidad pura de Cristo. El cristiano sabio huirá de la sabiduría del mundo, que se expresa en el libertinaje sexual que lo consume todo, en la jactancia egocéntrica y en el consumo de vino. En cambio, el cristiano sabio despertará del “sueño” del mundo, será iluminado por el evangelio de Cristo, será empoderado por la presencia del Espíritu Santo, aprovechará el momento de la salvación y… ¡adorará a Dios!
La diferencia entre la sabiduría de este mundo y la sabiduría de Dios consiste en comprender quién es el objeto de nuestra adoración: ¿el yo o Dios? ¿En quién nos centramos: en nosotros mismos o en Dios? ¿De quién estamos colmados: de nosotros mismos o de Dios?
Temática de la lección:
El estudio de esta semana enfatiza tres temas principales: • La sabiduría cristiana está arraigada en la revelación de Dios, en la luz de Cristo.
• La sabiduría cristiana no es una colección de declaraciones ingeniosas sobre la vida. Más bien, es un estilo de vida transformado por el Espíritu Santo según el modelo que nos dejó Cristo.
• La sabiduría cristiana tiene que ver con la salvación y la adoración.
COMENTARIO
La sabiduría que viene de lo alto
Es casi imposible pensar en que Pablo escribió sobre aspectos prácticos de la vida cristiana sin incluir la sabiduría en su análisis. El mundo antiguo estaba plagado de conversaciones sobre la sabiduría. Varios siglos antes de Pablo, los griegos dieron origen a lo que llamaron “filosofía”, es decir, amor por la sabiduría. La filosofía se rebeló en contra de la antigua sabiduría mitológica griega, en la que Zeus, Metis (la primera esposa de Zeus), Atenea (su hija) y Apolo se relacionaban con la sabiduría de diferentes maneras. Todas estas deidades eran consultadas por los seres humanos, y se convirtieron en patronos de varias ciudades o grupos de personas. Por ejemplo, se creía que aquellos que buscaban sabiduría en diversos asuntos de la vida podían acceder a la mente o al conocimiento del dios griego Apolo por intermedio de Pitia, la sacerdotisa del templo de Apolo. El oráculo de Delfos estaba situado en un gran recinto sagrado consagrado al dios Apolo. Pero además de buscar la sabiduría de Pitia, el visitante del templo de Apolo recibía varias máximas que constituían la sabiduría de Delfos, de las cuales tres eran las más populares: “Conócete a ti mismo”, “Nada en exceso” y “La certeza lleva a la ruina”. Otras máximas enseñaban el estilo de vida griego, desde respetar a los dioses hasta llevar una vida ética y sacrificar la vida por el país.
Si bien los filósofos, o “amantes de la sabiduría”, rechazaban los aspectos mitológicos de su antigua religión, se colocaban en la línea de sucesión del oráculo de Delfos. Por un lado, los filósofos afirmaban que Pitia había declarado que Sócrates era el hombre más sabio de Grecia. Por otro lado, los filósofos echaron mano de la sabiduría délfica, especialmente de su primera máxima, “Conócete a ti mismo”
Por esta razón, la filosofía griega determinó y le dio forma al objetivo posterior del pensamiento occidental de buscar la sabiduría, apelando a la razón humana. La misma razón humana sirvió de fundamento a la ética o al estilo de vida griego. Otras filosofías, especialmente en Oriente, se basaron en el mismo fundamento humano. El budismo, por ejemplo, es una propuesta de estilo de vida centrada en la experiencia humana y la psicología. A pesar de la rica diversidad de escuelas filosóficas, tanto en Occidente como en Oriente, todas comparten un fundamento común: el principio de “Conócete a ti mismo”. Este principio muestra que estas filosofías representan un esfuerzo centrado en el ser humano por comprender la realidad última de la vida y, por lo tanto, infieren un estilo de vida, de toma de decisiones y de comportamiento basados en la introspección y la razón humanas. Con ello, la sabiduría humana, tanto en Occidente como en Oriente, rechazó o se apartó de la revelación divina.
Por otro lado, la característica fundamental de la sabiduría bíblica es que se cimenta en la revelación divina. Tanto Pablo como Santiago mencionan características de la sabiduría que otros filósofos también promueven: la tranquilidad, el equilibrio, la moderación, la justicia y otras. Sin embargo, Santiago describió la sabiduría cristiana como procedente “de lo alto” (Sant. 3:17), y no “terrena, animal, diabólica” (Sant. 3:15). Pablo desarrolla el mismo contraste entre la sabiduría cristiana y la sabiduría mundana apelando a los conceptos de luz versus oscuridad. Por eso, advierte a los efesios que no se dejen engañar “con palabras vanas” (Efe. 5:6) ni por “las obras infructuosas de las tinieblas” (Efe. 5:11), porque sería imprudente.
Pero ¿por qué Pablo describe la sabiduría del mundo de una manera tan sombría? ¿Acaso los filósofos del mundo no daban también buenos consejos, y enseñaban un estilo de vida basado en la justicia y el respeto mutuo? Sí, muchos de ellos sí. Sin embargo, por más noble que sea el estilo de vida que idee la filosofía humana, siempre será deficiente, parcial y basado en una motivación errónea, ya que rechaza la posibilidad de la revelación de Dios. El problema de las filosofías mundanas no radica en lo que afirman, sino en lo que rechazan o niegan. Un filósofo puede sostener un aspecto de la vida parcialmente correcto, pero el rechazo de la posibilidad de la revelación de Dios y el poder de su intervención en el mundo hace que su filosofía sea inútil para la salvación y para la vida en el Reino de Dios. Por eso, por ejemplo, la impureza sexual no se consideraba un problema en la ética de la mayoría de las filosofías. Y por más que algunos filósofos promovían la abstinencia sexual, las razones para hacerlo eran erróneas.
Elena de White señala: “Muchos actos que son considerados buenas obras, aun actos de benevolencia, cuando se los investiga detalladamente, se encontrará que están impulsados por motivos equivocados. Muchos reciben aplausos por virtudes que no poseen. El que escudriña los corazones examina los motivos, y a menudo los actos que son muy aplaudidos por los hombres, Dios los registra como hechos que tienen su origen en motivos egoístas y en una deshonesta hipocresía. El que escudriña los corazones juzga cada acto de nuestras vidas, ya sea digno de encomio o de censura, de acuerdo con los motivos que lo impulsaron” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 454).
Por otro lado, sus palabras son “vacías” porque estas filosofías no tienen el poder de la gracia, de la redención, del perdón, ni el poder del Espíritu para transformarnos y ayudarnos a andar por el camino de Dios. En una carta, Elena de White describe la importancia de la motivación y la revelación con respecto a la verdad y la filosofía: “La fe en una mentira no ejercerá una influencia santificadora sobre la vida o el carácter. Ningún error puede ser verdad, ni puede ser convertido en verdad mediante su repetición, o teniendo fe en él. La sinceridad nunca salvará a un alma de las consecuencias de creer en un error. Sin sinceridad no puede haber verdadera religión, pero la sinceridad manifestada en relación con una religión falsa nunca salvará a una persona. Puedo actuar con perfecta sinceridad al seguir un camino equivocado, pero eso no lo convertirá en un camino correcto, ni me llevará al lugar donde quiero ir. El Señor no quiere que tengamos una credulidad ciega, y que a eso llamemos una fe que santifica. La verdad es el principio que santifica, y por lo tanto a nosotros nos corresponde saber cuál es la verdad. Debemos comparar las cosas espirituales con lo que es espiritual. Debemos probar todas las cosas y retener únicamente lo que es bueno, aquello que tiene las credenciales divinas, que pone delante de nosotros los verdaderos motivos y principios que deberían promover nuestras acciones” (Elena de White, Mensajes selectos, t. 2, pp. 69, 70).
Por esta razón, la experiencia cristiana que propugnaba Pablo se basa en la revelación de Dios en Cristo Jesús. Solo el Dios bíblico que nos creó puede revelarnos quién es él, quiénes somos nosotros y cómo podemos vivir para ser felices. Solo Dios puede darnos la gracia y el poder para vivir esa vida en su Reino.
Luz de la luz
En Efesios 5, Pablo no dice que los efesios estuvieran “en tinieblas”, sino que eran “tinieblas” (Efe. 5:8). Pero ahora, “en el Señor”, son “luz” (Efe. 5:8). Por eso exhorta a los efesios a “and[ar] como hijos de luz” (Efe. 5:8) y explica que andar en la luz significa dar “fruto de la luz” (que consiste en “toda bondad, justicia y verdad”; Efe. 5:9); vivir de tal manera que “agrad[e] al Señor” (ver Efe. 5:10);y vivir en la luz de Cristo, iluminados por Cristo (Efe. 5:13, 14). Por ende, somos luz “en el Señor” (Efe. 5:8) porque Cristo nos alumbra (Efe. 5:14)
Teología adventista del estilo de vida
Como adventistas, hemos incluido el estilo de vida en nuestra lista de declaraciones doctrinales. En consonancia con Pablo, el estilo de vida para nosotros no es un aspecto marginal del cristianismo, sino la parte central del cristianismo; es decir, vivir la vida cristiana. Los adventistas articulan especialmente la enseñanza bíblica sobre el cristianismo como forma de vida en dos creencias fundamentales: 19a (“La Ley de Dios”) y 22a (“La conducta cristiana”). Además, el hecho de que, en Cristo, consideremos que la transformación de nuestro estilo de vida es esencial para la experiencia cristiana también se refleja en la disciplina de nuestra iglesia y en nuestros repetidos llamados al reavivamiento y la reforma.
APLICACIÓN A LA VIDA
Pide a tus alumnos que recuerden qué opinaban de la sabiduría antes de hacerse cristianos. ¿Qué era la sabiduría para ellos? Invítalos a escribir su propia definición de sabiduría ahora que se han convertido en verdaderos cristianos. Pídeles que compartan con la clase cuál es su concepto de sabiduría. Pide a los alumnos que consideren estas preguntas: ¿Qué significa “ser alumbrado” y “andar en la luz” en su contexto local? ¿Cómo se comparan estos conceptos con la perspectiva bíblica de “ser alumbrado” y “andar en la luz”? ¿Qué significan estos conceptos para ti personalmente? A veces se acusa a los cristianos de suprimir la sabiduría y de impedir el desarrollo del conocimiento humano. Algunos creen que los cristianos son arrogantes y despectivos para con la sabiduría del mundo. ¿Cómo podemos nosotros, como cristianos adventistas, apreciar la búsqueda de la sabiduría del mundo, aprender de la herencia de la sabiduría del mundo, ser humildes acerca de nuestra sabiduría –que hemos recibido de Dios, y no es nuestra– y, sin embargo, predicar que Dios es la Fuente verdadera y única de la sabiduría? Analicen las respuestas en clase