Lección 7 Edicion maestros: “Honestidad para con Dios” Para el 17 de febrero de 2018

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2018

“Honestidad para con Dios”

Lección 7: – Para el 17 de febrero de 2018

 

El sábado enseñaré…

Texto Clave: Levítico 27:30.

 

Enseña a tu clase a:

Saber: Creer que ser honestos con Dios reporta un gran sentido de integridad personal y desarrolla una vida llena de fe.

Sentir: Experimentar la libertad emocional que produce la honestidad; probar la aventura que ofrece la confianza en Dios.

Hacer: Decidir devolver el diezmo por todas las razones sugeridas anteriormente.

 

Bosquejo de la Lección

  1. Saber: Tener fe para ser honesto en todo
    1. ¿Por qué motivo es importante ser honesto incluso en las pequeñas cosas de la vida?
    2. ¿Cómo se relaciona la honestidad con una vida basada en la confianza (fe)?
    3. ¿Cómo se relaciona la práctica de diezmar con los conceptos de honestidad y confianza (fe)?
  2. Sentir: Libertad mediante la honestidad y la confianza
    1. ¿En qué medida la honestidad nos permite experimentar una conciencia limpia?
    2. La práctica de diezmar, ¿cómo podría desarrollar una atmósfera de fe y dependencia de Dios?
  3. Hacer: La práctica de diezmar perfecciona
    1. ¿Cuáles son las recompensas espirituales y prácticas de devolver un diezmo honesto?
    2. ¿Por qué razón los creyentes deben resistir la tentación de devolver el diezmo solo cuando sea “conveniente”?
    3. ¿Cómo se relaciona la práctica de diezmar con el reavivamiento y la reforma?

 

Resumen

La antigua práctica de devolver un diezmo honesto data de la época de los patriarcas, y fue aprobada por Jesucristo mismo. Ofrece a hombres y mujeres modernos el privilegio de vivir en sociedad con Dios.

 

CICLO DE APRENDIZAJE

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Ser honesto con Dios mediante la práctica de diezmar exhibe confianza en él, y ofrece a los creyentes una oportunidad ilimitada de comunión creciente con Dios.

 

PASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: Utiliza la siguiente historia bíblica para demostrar cómo Dios bendice a sus hijos por devolver un diezmo fiel, incluso en las circunstancias más difíciles.
Los tiempos eran difíciles. Ella casi había agotado todos sus recursos. Al igual que ocurría con otras viudas de la época, su vida era casi “insignificante”, en el mejor de los casos. La sequía se había tragado la tierra, a punto tal que incluso las mujeres sostenidas por sus esposos descubrían que era un desafío casi inalcanzable llegar a fin de mes. Las alacenas estaban prácticamente vacías, y ella tenía solo lo suficiente para preparar una última comida para su hijo y para ella. El futuro sin duda era sombrío.

Ahora, el profeta Elías entra en escena. Pide un favor a la viuda: un vaso de agua. Pero lo que hace a continuación parece insólitamente cruel. “Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo” (1 Rey. 17:13). Sin embargo, el pedido se presenta con una promesa: “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra” (1 Rey. 17:14). La viuda de Sarepta actuó con fe, e hizo como Elías le había indicado. Dios, a su vez, honró su fe al cumplir la promesa de sustentar a ella y a su hijo. Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios” (Mat. 6:33). Asimismo, el estudio de esta semana nos invita a buscar primero el Reino de Dios reintegrando un diezmo honesto; pero ensambla ese llamado con la promesa divina que edifica nuestra fe.

Diálogo inicial: Invita a uno o dos miembros de la clase a compartir una historia contemporánea de fe acerca de alguien que creía que no podía devolver un diezmo honesto pero, al actuar por fe, devolvió el diezmo y fue recompensado por la fidelidad de Dios.

 

PASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: La fidelidad de Dios está fuera de dudas… pero siempre es puesta en duda. ¿Esto es un oxímoron? Es preciso señalar que para quienes han elegido una vida de fe, la fidelidad de Dios ha resistido la prueba del tiempo. De generación en generación, los dedicados seguidores de Dios descubrieron que es fiel. Para ellos, la fidelidad de Dios nunca está en duda. Incluso en medio de una calamidad inimaginable, Job exclamó: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).

Sin embargo, la gente siempre duda de Dios, porque él debe probarse con cada generación nueva. Dios está dispuesto a hacerlo. Incluso parece entusiasmado con la posibilidad, porque Malaquías escribe: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10). Y el salmista proclama: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él” (Sal. 34:8). Dios se deleita en demostrar su fidelidad para cada generación. Llama a cada generación a retribuirle, devolviendo un diezmo honesto.

Comentario de la Biblia

I. Una cuestión de honestidad

(Repasa, con tu clase, Lev. 27:30; Mal. 3:8-12; Luc. 16:10; Heb. 7:2-10).

La Biblia nos dice que el diezmo “es cosa dedicada a Jehová” (Lev. 27:30). El concepto de santidad está arraigado en la palabra hebrea kadosh, que significa “apartado”. En otras palabras, hay cosas que están separadas, o apartadas, del uso común cotidiano para propósitos especiales o sagrados. La porción de ingresos llamada diezmo definitivamente no pertenece al creyente: por designación divina, ese diez por ciento es de Dios desde el primer momento. No lo santificamos al darlo; essanto (separado para los propósitos de Dios), ya sea que lo devolvamos o no.

Supongamos que un peatón encuentra un sobre en la calle con dos mil dólares. El sentido común nos dice que el sobre pertenece a otra persona y que el dinero debe ser devuelto al propietario legítimo; es, simplemente, una cuestión de honestidad. Nunca diríamos que quien lo encontró le dio algo al dueño, porque el sobre no era legítimamente suyo, en principio. En cuanto al diezmo, no le estamos “dando” nada a Dios, porque ya es su propietario legítimo. En realidad, le estamos devolviendo lo que le pertenece, por cuestiones de integridad.

Malaquías declara: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas” (Mal. 3:8). Cuando retenemos lo que pertenece a Dios, le estamos robando a Dios. Pero también nos estamos robando por lo menos dos cosas a nosotros mismos: 1) una oportunidad edificante, que surge cuando confiamos en Dios para que bendiga el noventa por ciento que retenemos, y 2) una oportunidad de inversión celestial. Jesús dijo: “No almacenes tesoros aquí, en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón” (Mat. 6:19-21, NTV).

Considera: Según Malaquías, ¿qué significa robar a Dios? ¿En qué otros aspectos los cristianos roban a Dios algo que es legítimamente suyo?

II. Una cuestión de fe

(Repasa, con tu clase, Gén. 22:1-12; 28:14-22; Luc. 11:42; Heb. 12:2).

La palabra que comúnmente se traduce como “fe” en el Nuevo Testamento, pistis, a veces se la visualiza desde la perspectiva de la fidelidad, o desde el punto de vista de la creencia. La forma verbal pisteuein suele traducirse como “creer”. En la práctica, tanto la creencia (fe) como la fidelidad están involucradas en la relación Dios/ser humano. A veces, la “creencia” se entiende como asentimiento al testimonio, mientras que la “fe” se entiende como asentimiento al testimonio unido a la confianza.

La siguiente historia ilustra la diferencia entre la fe y la confianza. Un famoso equilibrista tendió una cuerda a lo ancho de las cataratas del Niágara. Una gran multitud se reunió para presenciar esta hazaña sin precedentes. El temerario hombre preguntó a la multitud cuánta gente creía que podía cruzar sin caerse. Se levantaron muchas manos. Eso era creencia como asentimiento al testimonio. Luego preguntó quién estaba dispuesto a permitirle que lo cruzara. ¡Eso habría sido fe como asentimiento unido a la confianza! Esta última ilustración de la confianza es la única que nos incumbe, ya que el asentimiento, en sí, no tiene connotaciones redentoras; la Biblia nos dice que incluso los demonios creen y tiemblan (Sant. 2:19). Por lo tanto, la fe (como creencia en Dios) y la fidelidad (como una demostración de esa creencia) podrían considerarse dos caras de la misma moneda.

Como se dijo anteriormente, las relaciones son calles de doble sentido. ¿Podemos confiar en Dios? ¿Puede Dios confiar en nosotros? Con el diezmo, Dios toma la iniciativa en la relación, al “arriesgarse” con nosotros. Nos entrega el ciento por ciento, y se pregunta si podrá confiar en que le devolvamos la décima parte (el diezmo). Al devolver el diezmo, confiamos en que podemos vivir igual o mejor con el noventa por ciento bajo el cuidado de Dios, que con el ciento por ciento luchando solos.

Considera: La fe que ejercemos al diezmar, ¿qué nos enseña sobre la fe que interviene en la salvación?

 

PASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: ¿Cuánto de la Cruz hay en tu bolsillo? Los cristianos afirman que la salvación es solo por la fe. Los creyentes dicen que nuestros esfuerzos no pueden mejorar ni contribuir a esa salvación en lo más mínimo; solo debemos confiar en Dios. Ese es el mensaje de la Cruz. Sin embargo, cuando de finanzas se trata, el mensaje parece cambiar. Pasa a ser: “Dios cuida de quienes se cuidan”. Muchos actúan como si su credo fuera confiar un poco en Dios, pero más en su bolsillo.

Preguntas de aplicación:

  1. ¿Qué relación podrían tener nuestros hábitos de diezmar con nuestra verdadera experiencia de salvación?
  2. ¿Cómo pueden asegurarse los creyentes de que sus expresiones de fe vayan acompañadas de acciones de abnegación?
  3. La devolución de un diezmo honesto, ¿cómo podría realmente mejorar mi crecimiento espiritual?
  4. La devolución de un diezmo honesto, ¿cómo podría realmente influir sobre los no creyentes, para que se interesen en la historia de Jesús?
  5. ¿En qué sentido la devolución del diezmo se relaciona con el llamado de Cristo a “busca[r] primeramente el reino” (Mat. 6:33)?

 

PASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: El diezmo es una decisión espiritual que implica honestidad y fe. Hebreos 11 nos dice que es imposible agradar a Dios sin fe. También sería difícil decir que es posible agradar a Dios sin honestidad. Anima a los miembros de la clase a cultivar estos valores.

Actividad:

Para los que diezman: El diezmo puede convertirse en un mero ritual. ¿Pedimos a Dios que multiplique nuestras bendiciones y realmente esperamos que abra las ventanas del cielo? Sean audaces. Pidan a Dios algo especial que dé honor y glorifique su nombre.

Para los que no diezman: Traten de diezmar. Anoten en un cuaderno las bendiciones que reciben y compártanlas con los demás.

Radio Adventista
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