RESEÑA
Texto clave: Efesios 4:11, 12 Enfoque del estudio: Efesios 4:1-16; Filipenses 2:3; Salmo 68:18; Hechos 2; 1 Corintios 12:4-11, 27-30; Isaías 5:4.
Introducción:
Hasta ahora, Pablo explicó el poder de la salvación de Dios y cómo obra en la historia del mundo al unir a judíos y gentiles en una nueva humanidad en Cristo. En Efesios 4:1 al 17, Pablo prosigue con el tema de la unidad. El apóstol enfatiza que la unidad es un atributo o marca indispensable de la iglesia. La unidad es el resultado de la salvación de Dios, pero también es la herramienta de Dios para cumplir su misión para la iglesia y por medio de la iglesia. Por esta razón, Pablo va más allá del tema de la unidad de judíos y gentiles en la iglesia y se enfoca en la unidad interna de la vida y la misión de la iglesia. Ahora que en Cristo no hay judíos ni gentiles, ahora que en Cristo todos somos hermanos y hermanas sin distinción étnica ni cultural, Pablo habla de la unidad de todos los cristianos como miembros del mismo cuerpo que participan de la misma misión de Cristo.
La unidad de la iglesia se logra de varias maneras:
• al compartir las actitudes de humildad, mansedumbre y paciencia de Cristo; • al contemplar el modelo supremo para la vida de la iglesia: la Deidad en las tres Personas –Padre, Hijo y Espíritu Santo– y su obra en la Creación y Redención; • con las herramientas unificadoras de salvación de Cristo que constituyen la iglesia: una esperanza, una fe y un bautismo; y • mediante los dones espirituales con los que Dios bendice a la iglesia para que crezca y se una en un solo cuerpo en Cristo y cumpla su misión en el mundo.
Temática de la lección:
Este estudio se concentra en tres temas principales de Efesios 4:1 al 16: • La unidad de la iglesia es esencial para la identidad, la vida y la misión de la iglesia. • La unidad de la iglesia se logra cuando la iglesia contempla la vida trina de la Deidad y adopta los valores y las actitudes de Dios: las tres Personas de la Deidad son diferentes; sin embargo, viven y actúan en perfecta unidad. • Los dones espirituales son esenciales para la unidad, la vida y la misión de la iglesia.
COMENTARIO
La iglesia como cuerpo de Cristo
Cuando en Efesios 1:22 Pablo menciona que la iglesia es el cuerpo de Cristo, no quiere decir que la iglesia en sí sea divina o sobrenatural. En la economía del plan de salvación, fue Dios quien se encarnó, y no la humanidad la que se divinizó. La iglesia es el cuerpo de Cristo en el sentido de que es la nueva humanidad, salvada mediante la encarnación de Cristo. Es la nueva humanidad creada, salvada y regida por Cristo, su Creador, Salvador y Señor. En consecuencia, la iglesia no es una emanación de la divinidad; la iglesia es el pueblo de Dios, el pueblo que Dios creó y que ahora restauró para su Reino. En este sentido, la iglesia es la “plenitud del que llena todas las cosas en todos” (Efe. 1:23).
La fuente y modelo trino de la existencia y la unidad de la iglesia
La unidad de la iglesia es esencial para la doctrina paulina de la iglesia. Sin embargo, Pablo no toma como modelo la unidad administrativa, política, económica y militar del Imperio Romano ni de ninguna otra institución humana. Más bien, Pablo afianza la unidad de la iglesia en la naturaleza misma del Dios cristiano, el Dios Trino. De hecho, la Epístola a los Efesios está llena de referencias a las diversas Personas de la Deidad que revelan la gran visión de Pablo de las tres Personas de la Deidad obrando en el plan de salvación, en la creación y en la edificación de la iglesia.
Así como en Efesios 1:1 al 14 Pablo describe a los miembros de la Deidad trabajando para nuestra salvación, en Efesios 1:15 al 23 Pablo describe al Padre y al Hijo trabajando para crear, bendecir y empoderar a la iglesia. Por esta razón, al término de esta sección, Pablo describe a la iglesia como el “cuerpo” de Cristo y la “plenitud” del Padre (Efe. 1:23; ver también Efe. 4:6). En Efesios 2:19 al 22, todos los miembros de la Trinidad participan en la formación de la iglesia: la iglesia es el “edificio” o el “templo santo” del Padre edificado sobre Cristo Jesús, y “en él” los miembros de la iglesia son “edificados juntos, para la morada de Dios mediante el Espíritu”. En Efesios 3, Pablo visualiza a la iglesia como el resultado de la gracia del Padre (Efe. 3:2), que se revela “por el Espíritu” (Efe. 3:5) como el “misterio de Cristo” (Efe. 3:4) o “la insondable riqueza de Cristo” (Efe. 3:8) a los “apóstoles y profetas” (Efesios 3:5). Además, el Padre (Efe. 3:14) faculta a la iglesia “por su Espíritu [para] que habite Cristo por la fe en su corazón” (Efe. 3:16, 17), y para que la iglesia “comprenda” el amor de Cristo (Efe. 3:18) y sea “llena de toda la plenitud de Dios” (Efe. 3:19). Asimismo, Dios crea y une a la iglesia porque es el Padre de “toda la familia de los cielos y la tierra” (Efe. 3:14, 15). Todos los seres del universo llevan su apellido porque él nos creó a todos y en él somos una familia. En la familia universal de Dios, somos parientes, no solo de todos los demás miembros de la iglesia a lo largo y ancho del mundo, sino también de toda la población del universo (ver también Heb. 12:22, 23). Por lo tanto, aunque Pablo se centra en la salvación y en la iglesia de la Tierra, tiene cuidado de mantener la perspectiva cósmica que presentó al escribir sobre los lugares celestiales en Efesios 1.
Los dones espirituales, la existencia, la unidad y la misión de la iglesia
Después de sentar las bases teológicas para la existencia y la unidad de la iglesia en el Dios Trino, Pablo, en Efesios 4, explica de manera más práctica cómo la iglesia es el cuerpo de Cristo y cómo obra el Espíritu Santo en su unidad. Para ello, Pablo retoma un conjunto de temas de Efesios 1: la ascensión de Cristo al Trono de Dios (Efe. 1:20); su exaltación (Efe. 1:21, 22) al estado de “cabeza” de la iglesia, “su cuerpo” (Efe. 1:22, 23); y la bendición de su iglesia “con toda bendición espiritual en los cielos” (Efe. 1:3). Estas eran bendiciones de gracia para la salvación en Cristo: la “redención por su sangre, el perdón de los pecados” (Efe. 1:7), la revelación del evangelio de Cristo (Efe. 1:7-13) y la fe (Efe. 1:13, 15). En Efesios 4, el apóstol sigue un patrón similar para explicar que Cristo ascendió (Efe. 4:8) y fue exaltado (Efe. 4:10). Al ser la “cabeza” (Efe. 4:15) de la iglesia (que es su cuerpo, Efe. 4:16), Cristo “dio dones” a su pueblo (Efe. 4:8). A estos dones también se los llama dones de Cristo, y se relacionan con la “gracia”: “a cada uno de nosotros le ha sido dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efe. 4:7). Sin embargo, estos dones no son bendiciones para salvar a los pecadores, como en Efesios 1, sino bendiciones o dones de empoderamiento para la edificación, la unidad y la misión de la iglesia. Pablo identifica estos dones como “apóstoles […], profetas […], evangelistas […], pastores y maestros” (Efe 4:11). En otro lugar, Pablo los llama dones de la gracia (charismata; Rom. 12:6-8, 1 Cor. 12:4) o dones espirituales (pneumatikois; 1 Cor 12:1), que da el Espíritu Santo (1 Cor. 12:4, 7-11) y los distribuye a los miembros del cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:12, 13). Por lo tanto, aunque Pablo utiliza un patrón de temas muy similar en Efesios 1 y 4, aborda diferentes aspectos de la iglesia. Mientras que en Efesios 1 el apóstol habla de la salvación de los seres humanos, en Efesios 4 habla de la existencia, la unidad y la misión de la iglesia. Por eso, en Efesios 4, el Señor Jesús resucitado y ascendido (Efe. 4:8-10) le da “gracia” a cada miembro de la iglesia “conforme a la medida del don de Cristo” (Efe. 4:7). El “dar” o la “gracia” es un trabajo aquí (Efe. 4:11), no la gracia de la salvación o del perdón. Es el don de “perfeccionar a los santos para desempeñar su ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efe. 4:12). Sí, la iglesia está constituida por personas individuales que son salvas, pero su salvación es solo el comienzo de la vida que Dios vislumbra para su iglesia. Dios crea una nueva humanidad, su pueblo, y el Espíritu edifica esta nueva comunidad mediante la “gracia” (charisma; Efe. 4:7). Mediante los charismata, o dones, el Espíritu obra en la iglesia “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Efe. 4:13). O, en otras palabras, hasta que todos maduremos “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efe. 4:13, RVR), quien es la Cabeza de la iglesia (Efe. 4:15). Hay varias conclusiones e implicaciones importantes que podemos sacar de la teología paulina de la iglesia en Efesios 4: En primer lugar, la iglesia no es una organización humana, construida y sostenida por seres humanos para propósitos humanos. Dios mismo crea la iglesia, la sostiene y la guía en su misión.
En segundo lugar, al reflejar la imagen de su Dios Trino, la iglesia está y debe estar unida. En su oración sumosacerdotal, Jesús rogó al Padre que en la iglesia “todos sean uno, como tú […] en mí, y yo en ti […] para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21)
En tercer lugar, esta unidad no es producto de la voluntad o el genio humano, sino obra del Padre, de Cristo Jesús y del Espíritu Santo, que obran en la iglesia y por medio de ella.
En cuarto lugar, el Dios Trino obra la unidad y el crecimiento de la iglesia por medio de los dones espirituales. Es importante notar que cuando Pablo habla de la esencia y la unidad de la iglesia, no propone una estructura de gobierno jerárquico ni sacramental para la iglesia. Más bien, el apóstol consideraba que la fuente de la existencia, la unidad y la misión de la iglesia estaba arraigada en el Dios Trino, que es la Cabeza de la iglesia, y de los dones espirituales que concedió para manifestar su presencia y su obra en la iglesia.
En quinto lugar, los temas de la Deidad y de los dones espirituales son tan importantes para la teología bíblica que los adventistas del séptimo día los contemplan en diversas declaraciones de fe. La Deidad se analiza en cinco creencias fundamentales: 2a (que analiza la enseñanza bíblica de la Deidad), 3a (“Dios el Padre”), 4a (“Dios el Hijo”), 5a (“Dios el Espíritu Santo”), y 10a (“La experiencia de la salvación”, que analiza la implicación de las tres Personas de la Deidad en la salvación de la humanidad). La doctrina de la iglesia está ricamente articulada en siete creencias fundamentales: 12a (“La iglesia”), 13a (“El Remanente y su misión”), 14a (“Unidad en el cuerpo de Cristo”), 15a (“El bautismo”) , 16a (“La Cena del Señor”), 17a (“Los dones y los ministerios espirituales”), y 18a (“El don de profecía”).
APLICACIÓN A LA VIDA
Uno de los desarrollos trágicos en la historia de cualquier iglesia es su división y fragmentación. Sobre la base del estudio de Efesios 4:1 al 16, guía a los alumnos para que desarrollen una estrategia de tres puntos para mantener su iglesia local o regional unida y en crecimiento. Según los alumnos, ¿Cuál es la relación entre nuestra conversión, la membresía en la iglesia como el cuerpo de Cristo y los dones espirituales? Guía a la clase en un debate sobre la siguiente pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que pensaste en ti, tu familia, tu grupo de amigos o tu iglesia en términos de dones espirituales? Ahora pregunta a los alumnos cómo creen que su grupo de Escuela Sabática o su iglesia podrían ayudar a promover mejor la idea de que los dones espirituales son obra del Espíritu Santo en la iglesia. Pide a los miembros de la clase que identifiquen tres formas en las que el proceso de nombramientos en la iglesia o los directores de la iglesia podrían promover los dones espirituales para lograr el crecimiento, la unidad y la misión de la iglesia.