Leccion 4 Edicion para Adultos “Testimonio y servicio: frutos del reavivamiento” Sabado 27 de Julio

Leccion 4 Edicion para Adultos

“Testimonio y servicio: frutos del reavivamiento”

 

Sábado 20 de julio

rclaroLee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 28:19, 20; Juan 20:21; Hechos 2; Hechos 22:1-14; Juan 6:1-11; Hechos 8:26-38.

rojoPara Memorizar: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8).

EL PROPÓSITO DEL REAVIVAMIENTO es sentir tanto amor por Jesús que anhelemos compartirlo. En un reavivamiento genuino, nuestros corazones se llenan de bondad, compasión, perdón, y del poder de Dios. Quedamos tan felices por su amor y cambiados por su gracia que no podemos guardar silencio.

En contraste, un “reavivamiento” que se concentra en “solo la experiencia espiritual” de uno no alcanza el blanco. Si hay una actitud crítica hacia los que no llegan a nuestra “norma de santidad”, el tal reavivamiento no es inspirado por el Cielo. Si el énfasis del reavivamiento es solo cambiar la conducta externa en vez de los corazones, algo anda mal.

Los corazones cambiados llevan a una conducta cambiada. Un reavivamiento genuino no se centra en sí mismo o en la autosuficiencia o la autoexaltación, sino en una preocupación abnegada por otros. Cuando nuestros corazones están renovados por la gracia de Dios, anhelamos bendecir y servir a los necesitados. Todo reavivamiento genuino enfatiza la misión y el servicio.

 

Domingo 21 de julio:

La comisión y la promesa de Jesús al partir

Cristo no estableció a la iglesia para que sencillamente se cuidara a sí misma. Las palabras de despedida de Jesús se concentraron en la misión de la iglesia. La intención de Cristo es que su iglesia mire más allá de sí misma. La estableció para compartir la luz de su amor y el mensaje de su salvación con el mundo.

Lee y resume los siguientes textos. ¿Cómo revela cada pasaje el deseo de Jesús para su iglesia? Mat. 28:19, 20; Mar. 16:15; Luc. 24:45-49; Juan 20:21.

Una vez que Cristo ascendió al cielo, su iglesia había de ser la manifestación visible al mundo de su amor y su gracia. Los discípulos tenían una misión. Tenían un mensaje que compartir. Tenían una tarea que completar. Habían de continuar la obra que él comenzó.

“La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de revelar su gloria. La iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante las iglesia se manifestará con el tiempo, aun a ‘los principados y potestades en los lugares celestiales’ (Efe. 3:10), el despliegue final y pleno del amor de Dios (HAp 9).

La preocupación del corazón de Jesús es la salvación de la raza humana. El apóstol Pablo escribió a su joven amigo Timoteo que el deseo del Salvador es que “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4). El apóstol Pedro añade que el Señor es “paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9).

¿Qué hay en tu vida que muestra tu interés en alcanzar a otros? ¿Hay realmente algo que lo muestre? ¿Qué te dice tu respuesta acerca de ti mismo y de tus prioridades?

 

Lunes 22 de julio:

Recibir la promesa

La misión de compartir su amor y su verdad con todo el mundo debe haberles parecido abrumadora a esos pocos discípulos. El desafío era enorme; la tarea, inmensa. Su realización en el espacio de su vida les habrá parecido imposible (como puede parecernos a nosotros). Se estima que la población del Imperio Romano en el siglo I era de unos 180 millones. En el aposento alto se reunieron, en el día de Pentecostés, 120 creyentes, lo que da una proporción de casi un cristiano por cada millón y medio de habitantes. Desde un punto de vista humano, el mandato de predicar el evangelio al mundo parecía impensable.

Lee Hechos 2. ¿Cuáles fueron los resultados del derramamiento del Espíritu Santo, para la misión de la iglesia primitiva?

El resultado fue asombroso: una explosión de crecimiento. Se convirtieron decenas de miles. El mensaje del amor de Jesús fue llevado a los rincones más lejanos del Imperio.

Plinio el Joven, gobernador romano de Bitinia (costa norte de Turquía), escribió al emperador Trajano alrededor del año 110 d. C. Describió las tareas que realizaba para encontrar y ejecutar a los cristianos: “Muchos de toda edad, de toda clase social, aun de ambos sexos, son traídos a juicio. No solo han invadido las ciudades sino también las aldeas y aun las áreas rurales con la infección de esta superstición” (Christianity).

Esta cita revela que, en unas pocas décadas, el cristianismo había invadido casi cada nivel de la sociedad, aun en las provincias remotas.

Noventa años más tarde, alrededor del año 200 d.C., Tertuliano, un abogado romano convertido al cristianismo, escribió una carta desafiante a los magistrados romanos defendiendo el cristianismo. Se jactaba de que “casi todos los ciudadanos de todas las ciudades son cristianos”.

La historia descrita en Hechos es la de una iglesia reavivada, comprometida a testificar para su Señor. El reavivamiento espiritual siempre conduce a una testificación apasionada. Compartir es el resultado natural de una vida transformada. Jesús les dijo a sus discípulos: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mat. 4:19). Cuanto más de cerca sigamos a Jesús, más nos interesaremos en lo que a él le interesa. Si tenemos poco interés en compartir su amor con otros, puede ser porque estamos siguiéndolo a la distancia, y necesitamos un reavivamiento personal.

 

Martes 23 de julio:

El poder del testimonio personal

Los ritos religiosos tienen poco poder para cambiar vidas. El formalismo religioso deja a la gente vacía espiritualmente. La doctrina sola no transforma corazones. El poder de la testificación del Nuevo Testamento está arraigado en vidas cambiadas en forma genuina por el evangelio. Los discípulos no estaban actuando como en un teatro, ni hacían solo los ademanes. No tenían una forma de espiritualidad artificial. Un encuentro con el Cristo viviente los había transformado, y no podían quedar callados por más tiempo.

¿Qué hilo común corre por las experiencias de Pablo y de Juan que los hicieron testigos tan poderosos? Hech. 22:1-14; Fil. 3:1-7; 1 Juan 1:1-4.

En Pentecostés, los discípulos eran personas cambiadas. Algo les había sucedido a ellos, de modo que el Espíritu pudo hacer algo por medio de ellos. El Espíritu Santo había hecho algo por ellos de modo que podía hacer algo con ellos. El Espíritu rebalsaba de sus vidas para refrescar las de otros.

Jesús lo dijo de este modo: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). La raíz de la palabra para “creer” es pístis. Significa mucho más que una creencia superficial o un mero asentimiento intelectual. Es una creencia sólida como una roca y confiada. Es una fe dinámica en Cristo que transforma la vida, pues él derramó su vida en la cruz por los pecados de la humanidad. Jesús estaba diciendo que, cuando su amor satisface nuestra sed espiritual, ese amor brota de nuestros corazones hacia quienes nos rodean.

“Nuestra confesión de su fidelidad es el factor escogido por el Cielo para revelar a Cristo al mundo. Debemos reconocer su gracia como fue dada a conocer por los santos de antaño; pero lo que será más eficaz es el testimonio de nuestra propia experiencia. Somos testigos de Dios mientras revelamos en nosotros mismos la obra de un poder divino” (DTG 313).

El testimonio más poderoso es el de un cristiano que conoce a Jesús personalmente. No hay sustituto para el testimonio que surge naturalmente de un corazón sumergido en el amor de Jesús.

¿Qué clase de testimonio personal tienes que habla de lo que Dios ha hecho por ti? ¿Cómo puedes aprender a compartirlo mejor con otros?

 

Miércoles 24 de julio:

Una fe que testifica es una fe creciente

La actividad es una ley de la vida. Para estar sanos, nuestros cuerpos necesitan ejercicio persistente. Cada órgano, músculo y tejido es fortalecido y vigorizado por medio del ejercicio. Cuando descuidamos el ejercicio, nuestro sistema inmune queda comprometido, y quedamos más susceptibles a las enfermedades.

Algo parecido nos sucede espiritualmente cuando no ejercitamos nuestra fe por medio de la testificación. Las palabras de Jesús de que “más bienaventurado es dar que recibir” (Hech. 20:35) se realizan en nuestras propias vidas espirituales. Cuando compartimos la Palabra de Dios con otros, crecemos espiritualmente. Cuanto más amamos a Jesús, tanto más desearemos testificar de ese amor. Cuanto más testificamos de su amor, tanto más lo amaremos. Compartir nuestra fe fortalece nuestra fe.

¿Qué nos enseña el milagro de Jesús de la multiplicación de los panes y los peces acerca de compartir nuestra fe? Juan 6:1-11.

Cuanto más damos de nuestra fe, tanto más se multiplica. Esta ley de la multiplicación es un principio divino de la vida espiritual. Da, y creces; o retienes, y te marchitas. Jesús aumenta nuestra fe cuando la compartimos con otros, aun si nuestra fe es bastante pequeña. Al compartir a Jesús (el Pan de vida) con las personas espiritualmente hambrientas que nos rodean, se multiplica en nuestras manos, y terminamos con más fe que cuando comenzamos.

Cuando Jesús comenzó, tenía cinco panes y dos peces. Después de que cinco mil personas estuvieron completamente satisfechas con su comida ese día, le quedó a Jesús más que cuando comenzó. Sobraron doce cestas.

Las instrucciones de Jesús a su iglesia del Nuevo Testamento son demasiado claras para comprenderlas mal. Declaró: “De gracia recibisteis, dad de gracia” (Mat. 10:8). La testificación es la suave brisa que aviva las chispas del reavivamiento hasta que sean llamas pentecostales. Cuando la testificación y el servicio no acompañan a un reavivamiento de la oración y el estudio de la Biblia, las llamas del reavivamiento se extinguen, y las brasas pronto se enfrían.

Es cierto. Cuanto más testificamos, tanto más crece nuestra fe. ¿Cuál ha sido tu experiencia con esta verdad espiritual vital?

 

Jueves 25 de julio:

Reavivamiento, testificación e intervención divina

La emocionante historia del rápido crecimiento del cristianismo del Nuevo Testamento en Hechos es la historia de una iglesia reavivada, que testifica del amor de Jesús. Es la historia de una iglesia que regularmente experimentaba la intervención divina. La testificación era un modo de vida para esos primeros creyentes.

“Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías” (Hech. 5:42, NVI). La persecución incluso favoreció la causa del evangelio. Cuando la persecución esparció a los miembros de la iglesia de Jerusalén, “iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hech. 8:4).

Uno de los ejemplos más notables de intervención divina en Hechos es la historia de Felipe y un oficial del gobierno etíope.

Lee la historia de Felipe, quien instruye al Etíope, y su respuesta, en Hechos 8:26 al 38. ¿Qué podemos aprender de esta historia acerca del reavivamiento y la testificación?

“Un ángel envió a Felipe a uno que anhelaba luz y estaba dispuesto a recibir el evangelio. Hoy también los ángeles guiarán los pasos de aquellos obreros que consientan en que el Espíritu Santo santifique sus lenguas, y refine y ennoblezca sus corazones. El ángel enviado a Felipe podría haber efectuado por sí mismo la obra a favor del etíope, pero Dios no obra así. Su plan es que los hombres trabajen en beneficio de su prójimo” (HAp 91).

Hay tres elementos esenciales en el reavivamiento, y son la oración, el estudio de la Palabra de Dios y la testificación. Cuando el pueblo de Dios lo busca en intercesión ferviente y de todo corazón, y cuando satura su mente con las verdades de su Palabra, y cuando apasionadamente testifica de su amor y su verdad a otros, Dios interviene divinamente y abre puertas inusuales para la proclamación de la verdad.

Sé honesto contigo: ¿qué haces cuando vienen las oportunidades para testificar? ¿Testificas o encuentras algunas excusas para no hacerlo? ¿Qué te dice tu respuesta acerca de tu propia necesidad de reavivamiento y reforma?

 

Viernes 26 de julio

Para Estudiar y Meditar:

“En su sabiduría, el Señor pone a los que buscan la verdad en relación con semejantes suyos que conocen la verdad. Es plan del Cielo que los que han recibido la luz la impartan a los que están todavía en las tinieblas. La humanidad, al extraer eficiencia de la gran Fuente de la sabiduría, se convierte en instrumento, en agente activo, por medio del cual el Evangelio ejerce su poder transformador sobre la mente y el corazón” (HAp 110, 111).

“Dios podría haber alcanzado su objeto de salvar a los pecadores sin nuestra ayuda; pero, a fin de que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra. A fin de entrar en su gozo –el gozo de ver almas redimidas por su sacrificio–, debemos participar de sus labores en favor de su redención” (DTG 116).

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿Cuál es la idea principal de la lección de esta semana? ¿Hay cambios que Dios te está pidiendo que hagas en tu vida? ¿Necesitan reajustarse tus prioridades de algún modo? ¿Qué acciones podría Dios invitarte a realizar?
  2. Medita en la sorprendente verdad espiritual de que cuanto más testificamos de nuestra fe tanto más crece nuestra fe. ¿Por qué crees que esto es cierto? ¿Por qué este principio es tan lógico?
  3. ¿Cuán a menudo testificas de tu Jesús? Si no es muy seguido, pregúntate: ¿Por qué no? ¿Tienes miedo del rechazo? Si es así, piensa acerca de Jesús y cuán a menudo él fue rechazado. Si el rechazo no lo detuvo, tampoco debería detenernos. ¿O tal vez no testificas porque no estás seguro de qué decir? Si es así, ¿qué te dice eso acerca de tu necesidad de caminar más de cerca con tu Señor?
  4. Durante la semana, hablamos un poco acerca de cómo los rituales religiosos solos no pueden producir cambios de corazón. Esto es muy cierto. Al mismo tiempo, ¿cuál es el lugar de los ritos y las tradiciones en tu fe y en tu iglesia? ¿De qué maneras pueden los rituales y las tradiciones ser de valor en el reavivamiento y la reforma?
  5. ¿Por qué obtenemos tanta satisfacción al ser usados por Dios para alcanzar almas para él?
Radio Adventista
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