EL SÁBADO ENSEÑARÉ…
RESEÑA
Textos clave: Job 19:25-27; Salmo 73:24; Daniel 12:2. Enfoque del estudio:
La muerte es deprimente, fría y antinatural. Roba certeza y significado a la vida y rompe abruptamente las relaciones. Morir no tiene sentido. Como humanos, nunca estuvimos destinados a morir; solo por el pecado morimos.
Sin embargo, en el Jardín del Edén, en medio de las tinieblas y la desesperación, Dios introdujo la esperanza. La esperanza brilla donde no hay esperanza, como la luna y las estrellas aportan luz en la oscuridad. Esta esperanza comenzó cuando Dios buscó a Adán y a Eva (Gén. 3:9) y les anunció que enviaría a la Simiente prometida para derrotar a Satanás (Gén. 3:15). La esperanza es un regalo de Dios mismo para nosotros. Eva pensó que su hijo primogénito sería ese Salvador (Gén. 4:1), pero únicamente el Mesías, Jesucristo, vencería la muerte.
La iglesia del Antiguo Testamento (Hech. 7:38) vivía de esta esperanza: anhelaba la venida del Mesías y el establecimiento de su Reino. La esperanza de la resurrección ya es sólida en el Antiguo Testamento. Comienza con Job, culmina con Daniel, y entre ellos, varios autores dan testimonio de ella.
COMENTARIO
Repasemos brevemente los principales pasajes relacionados con la esperanza de la resurrección en el Antiguo Testamento: Job 19:25-27
Se puede argumentar que no hay texto más poderoso y destacado sobre la certeza personal de la resurrección que el del patriarca Job. Este libro es una confesión de fe expresada en forma impresionante y elocuente. Estos versículos contienen una de las más bellas expresiones de esperanza en una resurrección corporal.
Aquí encontramos una declaración que podemos encontrar grabada en muchas tumbas cristianas: La poderosa declaración de Job de que verá a Dios en su carne después de la muerte es la más antigua de la Biblia, y establece el tono de esta increíble esperanza de lo que Dios hará al final de la historia de la Tierra. Job declara: “Yo sé que mi Redentor vive” (Job 19:25). Conoce a su Dios, que está vivo, y lo llama “Redentor” (en hebreo: go’el, pariente redentor, defensor, vindicador, protector), como lo fue Booz para Rut (Rut 4:14). Job continúa con la seguridad de que su Redentor “vive, y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25) para resucitarlo a una nueva vida.
Desafortunadamente, por lo general la gente conoce y cita solo el versículo 25, pero lo que sigue es igualmente determinante: “Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí” (Job 19:26, 27). Nota el tono personal de la declaración solemne de Job: mi, mí, mis, por mí mismo. Cree firmemente, de corazón, que verá a Dios en su carne, con sus propios ojos, aunque muera y su carne sea destruida. Esta convicción personal de un futuro día de resurrección no puede expresarse de mejor manera y con mayor énfasis. Salmo 16:9, 10
“Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol [sheol, sepulcro, muerte], ni permitirás que tu santo vea corrupción”. El término hebreo sheol utilizado aquí se traduce en otras versiones bíblicas como “el lugar de los muertos” (PDT), “el reino de los muertos” (BLP), “entre los muertos” (NTV), “en el sepulcro” (RVA, NVI, DHH). Este término se encuentra 66 veces en la Biblia hebrea y, en la mayoría de los casos, su significado es sinónimo de tumba. Tanto los impíos como los justos descienden al sheol (Gén. 37:35; 42:38; 44:29, 31; Núm. 16:30, 33; 1 Rey. 2:6, 9; Job 21:13; Sal. 49:17; 89:48; Ecl. 9:10; Isa. 14:9, 11, 15; 38:10; Eze. 31:15-17). Además, el Señor rescata a los fieles del sheol (Ose. 13:14); nadie puede esconderse de Dios en el sheol (Sal. 139:8, Amós 9:2), y no hay trabajo ni ninguna otra actividad en el sheol (Ecl. 9:10).
En ninguna parte de la Biblia se describe el sheol como el inframundo sombrío donde viven los muertos o donde las almas o espíritus humanos continúan su existencia. La palabra sheol es una designación del sepulcro, el lugar de los muertos (ver, por ejemplo, la consistencia de la traducción de la NVI, donde, en la mayoría de los casos, la palabra sheol se traduce como sepulcro, pero también como muerte, el reino de la muerte, lo más profundo de la tierra, puertas de la muerte y otras).
David se regocija porque después de la muerte descansará en paz y Jehová no se olvidará de él, sino que lo resucitará a una nueva vida y él no experimentará una destrucción duradera (shájat significa destrucción, corrupción, decadencia, pozo).
Este texto trasciende la experiencia de David y tiene un significado mesiánico más profundo. El Santo (hebreo jasid, devoto, el Fiel, el Santo), es decir, el Mesías Jesucristo, no se pudrirá en su tumba, su cuerpo no decaerá, porque resucitará después de descansar tres días (contados de manera inclusiva) en la tumba (sheol).
El Nuevo Testamento cita este texto como un anuncio profético de la resurrección de Cristo (Hech. 2:25-28; 13:35). Salmo 49:9-15
El salmista presenta un contraste entre el destino general de las personas y la recompensa de los justos. Por un lado, la gente morirá e irá a sus tumbas (sheol), porque no “viv[irá] en adelante para siempre, sin jamás ver corrupción [shájat]” (Sal. 49:9 RVR1995; comparar con Sal. 16:10; 17:15). En cambio, los que aman y obedecen a Jehová tendrán un destino diferente. El poeta declara: “Dios me rescatará [padá, recuperar, redimir] de las garras del sepulcro [sheol, tumba] y con él me llevará [laqaj, recibir, tomar]” (Sal. 49:15, NVI). Los traductores de la NTV interpretan el texto hebreo de una manera poderosa: “Dios […] me arrebatará del poder de la tumba”. Salmo 71:20
“Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra”. Este salmo es una oración pidiendo la ayuda de Dios en la vejez. El Señor estuvo con el salmista desde su nacimiento e hizo grandes cosas por él; por lo que le pide a Dios que lo proteja de sus enemigos. Dios no solo restaura la fuerza física y la salud, sino también tiene poder para resucitar. El salmista cree en Dios y confía en que él lo levantará (hebreo: ‘alá, subir, ascender) de “los abismos [hebreo: tehom, que significa fondo, profundidad] de la tierra”, que puede ser una descripción figurativa de la tumba.
Por lo tanto, esta imagen poética insinúa una resurrección física. La lectura de la Nueva Traducción Viviente está impregnada de esta esperanza: “Volverás a darme vida y me levantarás de las profundidades de la tierra”. Salmo 73:24
Asaf, en su búsqueda existencial por comprender los enigmas de la vida con respecto a la prosperidad de los impíos y el sufrimiento de los justos, concluye que es Dios quien lo sostiene y lo guía. Dios le garantiza el futuro y lo resucitará para vida eterna: “Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria” (Sal. 73:23, 24). Dios da sentido a la vida actual, pero además nos garantiza un futuro incluso después de la muerte.
El verbo para “recibir” es laqaj, y se usa en la historia de Enoc cuando Dios se lo llevó (laqaj; Gén. 5:24), así como en la narración de Elías, quien también fue llevado al cielo (laqaj, 2 Rey. 2:3, 9; también se usa otro verbo, a saber, ‘alá, alzar, subir, como en 2 Rey. 2:1, 11). Isaías 26:19
El profeta Isaías, en el denominado “Pequeño Apocalipsis”, presenta la esperanza de la resurrección y la anuncia con arrojo: “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos” (Isa. 26:19). Así se caracteriza una esperanza gloriosa y un futuro brillante para quienes esperan en el Señor. Este versículo es muy explícito acerca de la resurrección física. El profeta Daniel, como veremos a continuación, fundamenta su afirmación sobre
la resurrección en el anuncio de Isaías.
Daniel 12:2, 12
Daniel señala un día de resurrección: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Dan. 12:2). La revelación de Dios a Daniel culmina con esta declaración. La muerte se compara con el sueño, y los que están muertos resucitarán: los que sirvieron a Dios recibirán la vida eterna, pero los impíos serán condenados a la muerte eterna.
Dios también asegura a Daniel que él resucitará a una nueva vida en el mismo fin: “En cuanto a ti, sigue tu camino hasta el final. Descansarás y, entonces, al final de los días, te levantarás para recibir la herencia que ha sido guardada para ti” (Dan. 12:13, NTV). La muerte es similar a un descanso después de trabajar fielmente. Pero luego vendrá la dulce herencia: la vida eterna con el Señor. Jonás 2:2
La alusión a la resurrección en la historia de Jonás está relacionada con su permanencia de tres días en el vientre de un gran pez. Jonás define esta experiencia como estar en el sheol; es decir, en una tumba (Jon. 2:2). Después de tres días y tres noches, fue traído a una nueva vida cuando fue vomitado por el gran pez de este sheol. En su oración, dice: “Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová, Dios mío” (Jon. 2:6). Jesús comparó su estadía en la tumba y su resurrección con la experiencia de Jonás (Mat. 12:40). Oseas 6:2
El profeta Oseas habla sobre el renacimiento espiritual de Israel y su retorno a Dios en términos de resucitar de la muerte a una vida nueva. La imagen de la resurrección se utiliza para explicar esta nueva vida del pueblo de Dios.
APLICACIÓN A LA VIDA
- 1. ¿Cómo puedes transmitir esperanza a los que sufren por la muerte de un ser querido en su familia?
- 2. La visión bíblica de la resurrección, ¿cómo puede transformar tu actitud hacia la muerte y la desesperación?
- 3. La esperanza de la Segunda Venida ¿cómo puede aumentar la calidad de tus relaciones, ya sea en el matrimonio, en el vecindario o en el lugar de trabajo?