Lección 4 Edición Adultos “Justicia y misericordia en el Antiguo Testamento – II”. Sábado 23 de julio 2016

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2016

“Justicia y misericordia en el Antiguo Testamento – II”

Lección 4: Para el 23 de julio de 2016

Sábado 16 de julio

Lee Para el Estudio de esta Semana: Ezequiel 37:1-14; Efesios 2:10; Ezequiel 47:1-8; Mateo 5:16; Apocalipsis 22:1, 2; Isaías 61:1-11.

Para Memorizar: “Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río” (Eze. 47:9).

A fines de 1960, un vecindario casi se había convertido en una zona de guerra. La mayoría de las familias se mudó de allí, y dejaron viviendas abandonadas, decaídas y quemadas. Los comercios cerraron, las drogas y el crimen crecieron, y el barrio se volvió.

En 1986 una familia cristiana salió de su hogar en los suburbios y se mudó a esa comunidad deprimida. Un pastor se unió a ella. Restauraron dos casas y en ellas hicieron su hogar. Las dos familias pasaron tiempo en las calles mezclándose con los que permanecían en el área. Dios usó estas dos familias para comenzar una iglesia que transformó la comunidad muerta. Su obra sigue todavía hoy.

Dios puede usar a su iglesia en situaciones “desesperadas” como esa. Durante esta semana, sigue “escuchando” el coro de voces del Antiguo Testamento, que llama al pueblo de Dios a revelar su carácter benévolo al mundo.

Domingo 17 de julio:

Vivos en Cristo

La gracia de Dios, que produce reavivamiento en quienes están muertos en transgresiones y pecados, se revela gráficamente en Ezequiel 37. En visión, el profeta Ezequiel es trasportado por el Espíritu a un valle lleno de huesos muertos, secos y esparcidos. Estos huesos representan la casa de Israel. Dios pregunta: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” (Eze. 37:3).

La respuesta a esta cuestión se desarrolla mientras Ezequiel profetiza a los huesos.

Lee Ezequiel 37:1 al 14. ¿Qué haría Dios por su pueblo?

Los resultados del mensaje enviado a los huesos secos son:

a) Ellos “vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (Eze. 37:10). b) Dios establecerá a su pueblo en su “propia tierra” (vers. 14). Y c) Ellos sabrán que fue Dios quien lo hizo (vers. 14).

Sin embargo, no es suficiente revivir. El pueblo de Dios recibe vida a fin de cumplir una misión. Israel había de ser una luz para las naciones.

Lee Efesios 2:10. ¿Por qué somos revividos –recreados espiritualmente− en Cristo?

“Nuestra aceptación por parte de Dios es segura solamente por medio de su amado Hijo, y las buenas obras son únicamente el resultado de la obra de su amor perdonador. Las obras no son ningún crédito para nosotros, y no se nos concede nada, debido a nuestras buenas obras, por lo cual podamos reclamar una parte en la salvación de nuestras almas. La salvación es un don gratuito de Dios al creyente, que le es concedido solamente por Cristo. El alma atribulada puede encontrar paz… y su paz estará en proporción a su fe y confianza. No puede presentar sus buenas obras como un mérito para la salvación de su alma.

“Pero ¿no son las buenas obras de ningún valor? El pecador que todos los días comete pecado impunemente ¿es considerado por Dios con el mismo favor que quien, por medio de la fe en Cristo, lucha por lograr su integridad? Las Escrituras contestan: ‘Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas’ (Efe. 2:10) […].

“En su divina disposición, […] él ha ordenado que las buenas obras sean recompensadas. Somos aceptados solo por los méritos de Cristo, y los actos de misericordia, las acciones de caridad que realizamos, son los frutos de la fe” (MS 3:227).

Lunes 18 de julio:

Un río que fluye

Lee Ezequiel 47:1 al 8. ¿Qué ocurre con el templo que Ezequiel mira en visión?

Parece que en el templo se produce una grieta. Uno se pregunta: ¿Se rompió un caño, o qué? En este caso, la grieta es buena.

Esta agua que sale del templo va “hacia el oriente”·. Al este de Jerusalén, está el Mar Salado (también conocido como el Mar Muerto), un cuerpo de agua que está muy por debajo del nivel del mar. Entre Jerusalén y el Mar Muerto, hay aproximadamente 34 kilómetros de un terreno en su mayoría desértico, que incluye el Arabah, también conocido como la depresión del Jordán y del Mar Muerto. Ese mar es tan salado que nada puede vivir allí.

No obstante, cuando al agua del templo llega allá, las aguas muertas del mar son “sanadas”. Esto puede entenderse simbólicamente como que la iglesia de Dios, el templo (1 Ped. 2:4, 5), se extiende y es una fuente de salud y sanidad para aquellos muertos en transgresiones y pecado.

Lee Mateo 5:16. ¿Qué nos dice Jesús aquí con respecto al modo en que hemos de representarlo ante el mundo?

El río Zambezi en Zambia, África, comienza como un arroyo poco profundo que sale de debajo de un árbol. En su recorrido hacia las Cataratas de Victoria, va creciendo: al comienzo, el agua llega a los tobillos; luego, llega hasta a la rodilla, después a la cintura y, finalmente, se el arroyo se transforma en un río lo suficientemente profundo como para nadar en él. Del mismo modo, aunque pequeño al comienzo, el río del templo aumenta en velocidad e impacto, y llega a ser un río que “no se podía pasar sino a nado” (Eze. 47:5).

La influencia sanadora de tu iglesia puede ser pequeña en el comienzo, pero ¡puede crecer hasta transformar tu comunidad! “Se me presentaron los comienzos de nuestra obra como semejante a un riachuelo muy pequeño” (TI 7:163).

Luz y agua: ambas son imágenes usadas a fin de manifestar lo que Dios puede hacer por medio de nosotros para ayudar a otros. ¿De qué forma podemos llegar a ser mejores canales para ministrar a los necesitados?

Martes 19 de julio:

“La iglesia: Una fuente de vida”

“Por donde corra este río, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Habrá peces en abundancia… y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá” (Eze. 47:9, NVI).

La profecía de Ezequiel ilustra que, donde fluye el río que viene de la iglesia de Dios, hay vida. Ezequiel 47:10 añade al asombro de todo esto. Qué cuadro extraño sería que un cuerpo de agua, del que se sabe que no tiene peces pues nada puede vivir en él, de repente llegara a ser un lugar donde los pescadores echan sus redes porque hay abundancia de peces.

El punto central es que, por medio del poder de Dios que obra en su pueblo, la vida puede existir donde antes no existía.

“Donde Dios actúa, no hay situaciones desesperadas; ningún grupo de personas está más allá de la redención, ninguna herencia de un pasado trágico necesita condenarnos a un futuro entregado a la desesperación”.−The Interpreter’s Bible, t. 6, p. 328.

La maravillosa gracia de Dios hace cosas asombrosas para todo el que la acepta. Este es el mensaje del evangelio. Dios, por medio de nosotros, da esperanza a quienes están desanimados, desesperados, secos y moribundos, tanto espiritualmente como físicamente.

Compara Ezequiel 47:12 con Apocalipsis 22:1 y 2. ¿Qué nos dicen estos dos pasajes acerca del destino final de aquellos que son sanados y reciben vida de Jesús por medio de su iglesia?

Algún día, el pueblo de Dios –incluyendo los miembros de la comunidad que Dios ha sanado y revivido por medio de la abnegación de los miembros de la iglesia− estará en la Tierra Nueva, donde hay otro río, que fluye del trono de Dios. Allí no habrá desiertos, ni sequedad, ni muerte.

Mientras esperamos esa realidad bendita, Dios quiere que sus iglesias sean lugares desde los cuales fluyan sanidad y vida abundante hacia la comunidad. Quiere trabajar por medio de nosotros para revitalizar y transformar los desiertos, las depresiones y los Mares Muertos en nuestro territorio, trayéndoles vida abundante en Jesús (Juan 10:10), que es el mensaje adventista holístico, integral, en una cápsula.

El profeta Amós presenta un cuadro similar al de Ezequiel 47. Lee Amós 5:24. ¿Cómo se compara este cuadro con el papel de tu iglesia en tu comunidad? ¿De qué maneras tangibles tu iglesia es un río salvador en ella?

Miércoles 20 de julio:

Promesas de jubileo

El Antiguo Testamento está lleno del concepto de que aquellos que han sido bendecidos en lo material y en lo espiritual deben alcanzar a los que no fueron tan bendecidos.

Lee Isaías 61:1 al 11. ¿Qué le dice Dios a su pueblo aquí, y cómo podemos aplicar esto a nosotros mismos y al llamado que el Señor nos ha hecho? Ver también Luc. 4:18.

Isaías 61 comienza con una declaración de que el Espíritu de Dios obra por medio del Ungido para predicar buenas noticias a los pobres, vendar a los quebrantados, proclamar la libertad a los cautivos, y a los prisioneros liberar de la oscuridad y la desesperanza (Isa. 61:1). Todos los elementos de esta promesa tienen su cumplimiento en el “año de la buena voluntad de Jehová”. Esto es una referencia al año del jubileo que, como ya vimos, estaba lleno de implicaciones para ministrar a los pobres.

De este modo, los enlutados que son consolados, los afligidos en Sion que son atendidos, y los que reciben “gloria en lugar de ceniza”, “óleo de gozo en lugar de luto” y “manto de alegría en lugar del espíritu angustiado” (Isa. 61:3) son los mismos que reedificarán las ruinas antiguas y restaurarán los lugares devastados por tanto tiempo. Los que son bendecidos por el jubileo mesiánico llegarán a ser transformadores de la sociedad y renovadores de las ciudades arrasadas (Isa. 61:4). Los siervos de Dios serán llamados sacerdotes y ministros, y serán sostenidos por la riqueza de las naciones de los alrededores (Isa. 61:5, 6).

Las imágenes del Ungido de Jehová transformando a los pueblos de alrededor, por medio de la prosperidad de los que están en pacto con él (Isa. 61:8, 9), se aplican a quienes han sido llamados, en los días actuales, a ser sacerdotes y ministros en las comunidades alrededor del mundo. ¿No debería sentirse la misma influencia transformadora de esta profecía cuando nos deleitamos grandemente en el Señor, nos regocijamos en nuestro Dios y estamos vestidos con vestiduras de salvación y justicia en medio de nuestra comunidad (Isa. 61:10, 11)?

Lee Isaías 61:9. ¡Qué testimonio poderoso de lo que Dios podría hacer con su pueblo! ¿Podría decirse lo mismo acerca de nosotros hoy? ¿Por qué sí, o por qué no?

Jueves 21 de julio:

“La iglesia: un agente de cambio”

Lee Miqueas 6. ¿En contra de qué está hablando Dios aquí?

Miqueas se une con los otros profetas del Antiguo Testamento, quienes enfatizan que las formas externas de la religión, sin la humildad y una manifestación intencional de justicia y misericordia, nunca son aceptables para un Dios justo y misericordioso.

¿Cuál es el mensaje vital de Miqueas 6:8?

“La verdadera religión es práctica. Sin lugar a dudas, incluye los ritos y las ceremonias de la iglesia, pero […] no se trata tanto de abstenerse de alimentos como de compartirlos con los hambrientos. La piedad práctica es la única clase de religión que se reconoce en el juicio divino (Mat. 25:34-46)”.−“Comentario de Elena G. de White”, CBA, 4:344.

Todavía hoy Dios rechaza la apostasía de una religión externa que excluye la piedad práctica expresada en Miqueas 6:8. Nuestras formas religiosas no son un fin en sí mismas, sino son un medio para un fin; y ese fin es Cristo, que ha de revelarse en nosotros.

En la introducción de la lección de esta semana, nos encontramos con dos familias que se mudaron a una comunidad “desesperanzada” a fin de ministrarla en sus necesidades. Las dos familias formaron un grupo pequeño en una de las salas con amigos nuevos del vecindario. Los miembros de ese pequeño grupo creciente oraron para que Dios les mostrara la forma de hacer revivir su barrio. Se asociaron con una agencia cristiana de desarrollo y comenzaron a reclutar voluntarios para que se unieran a ellos en la reconstrucción de los edificios de departamentos que los rodeaban.

Si visitaras hoy ese vecindario, verías una comunidad nueva y próspera, en mejores condiciones que antes. Esto llegó a ser una realidad porque una iglesia pequeña tomó seriamente la misión de revelar el amor de Jesús de una manera práctica, y transformó su comunidad. Lo que esta obra revela es que Cristo, de forma práctica y poderosa, puede trabajar por medio de su pueblo para alcanzar y ministrar a otros.

Aunque Dios estaba hablando a su pueblo en conjunto, en el versículo 8, el “ti” está en singular. Dios se está dirigiendo a cada uno personalmente. ¿Cuán bien revelas tú lo que el Señor dice aquí que “es bueno”?

Viernes 22 de julio

Para Estudiar y Meditar:

Lee Jeremías 22:1-6; Ezequiel 16:49; y Zacarías 7:9, 10. Lee también el “Comentario de Elena G. de White”, Comentario bíblico adventista, t. 4, pp. 1.186, 1.187; y “El propósito de Dios en nuestros sanatorios”, Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 230, 231.

“¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miq. 6:8, NVI). ¿Cuánto más claro podría ser Dios con respecto a lo que él pide de su pueblo? Dios nos ha mostrado lo que es “bueno”; y este “bueno” es la misma palabra usada en Génesis 1 al hacer referencia a la creación antes de la Caída. De este modo, en forma implícita, se nos dirige al ideal antiguo, a lo que Dios quería para nosotros y, en última instancia, a lo que él restaurará después de que Jesús regrese. La frase “qué pide [o espera] Dios de ti” también podría traducirse como “lo que Dios busca de ti”. Es decir, ¿qué es lo que Dios “busca de” nosotros, su pueblo? La respuesta es cómo debemos relacionarnos con otros y con Dios. Primero, tenemos que “hacer justicia”. Esto es muy apropiado, pues podemos ayudar a los que, a menudo, son víctimas de las injusticias. Segundo, hemos de “amar misericordia”. Vivimos en un mundo que puede ser muy despiadado. Qué testimonio poderoso daríamos si amáramos la misericordia y mostráramos ese amor a otros. Tercero, debemos humillarnos ante Dios. Si Dios en Miqueas 6:4 dijo a su pueblo que mirara atrás, a su liberación de Egipto, como una razón para que caminara humilde y fielmente ante él, ¿cuánto más se debe aplicar esto a nosotros, que hemos sido redimidos por la sangre de Jesús? La realidad de la Cruz, y lo que costó redimirnos, debería siempre mantenernos humildes ante Dios.

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿Qué otros textos del Antiguo Testamento hablan sobre nuestra obligación hacia los necesitados?
  2. En Amós 5, los versículos 21 al 24 son palabras fuertes acerca de la gente religiosa en los tiempos de Amós, y señalan que Dios mostraba más interés en el modo en que trataban a otros que en los ritos religiosos que él mismo había instituido. ¿Qué nos dice esto respecto de dónde debemos poner el énfasis?
  3. ¿Cómo podemos precavernos contra el peligro de que, al trabajar para suplir las necesidades materiales de otros, terminemos descuidemos sus necesidades espirituales? ¿De qué forma podemos alcanzar un equilibrio correcto en nuestro deseo de ministrar a los necesitados que nos rodean?
Adultos

 

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