Edición para maestros. Segundo trimestre (abril-junio) de 2020
“Cómo consideraban la Biblia Jesús y los apóstoles”
Lección 3: Para el 18 de abril de 2020
RESEÑA
El clamor de la Reforma era mayúsculo: “Volver a las fuentes”. En el contexto de la Ilustración, este lema implicaba que los reformadores decidieron volver a las Escrituras como la fuente original para comprender verdaderamente la naturaleza del cristianismo y los deberes del cristiano. Los reformadores rechazaron basar su comprensión de la Escritura en las tradiciones y los abusos que habían llegado a caracterizar a la iglesia medieval. En la actualidad, las presuposiciones modernas provenientes de una cosmovisión secular minimizan la Biblia y consideran que esta se basa en ideas erróneas y primitivas que hay que adecuar o rechazar. Por lo tanto, los cristianos también debemos “volver a las fuentes”.
El principal ejemplo con el que debemos orientarnos es Jesucristo. ¿Cómo consideraba él las Escrituras? ¿Expresó dudas sobre ciertas partes de las Escrituras, o al contrario, citó la Biblia (el Antiguo Testamento en su época) como autoritativa para todos los aspectos de la vida? Esta era moderna y científica niega la existencia de Dios. A lo sumo, afirma que Dios no interactúa en la historia humana. En lugar de seguir estas presuposiciones, ¿no deberíamos contrastar esas afirmaciones con lo que las Escrituras dicen que Jesús enseñaba y creía? Y sus discípulos, los apóstoles, que escribieron grandes porciones del Nuevo Testamento, ¿no siguieron también su ejemplo? Esta semana nos remontaremos a Jesús y a los apóstoles para ver cómo usaron e interpretaron las Escrituras. Asumimos que sus métodos de interpretación y aplicación aún sirven de guía confiable y de inspiración para nosotros hoy.
COMENTARIO
Ilustración
En 1521, Martín Lutero fue convocado por el emperador romano a Worms, Alemania, donde esperaba ser juzgado por el concilio, o la Dieta. Este fue un punto de inflexión para la Reforma. ¿Se retractaría Lutero y repudiaría sus escritos que habían conmocionado a toda Europa? ¿O defendería la sola Scriptura, “solo la Biblia”, como su norma? Lutero se presentó ante el emperador y las más encumbradas autoridades civiles y eclesiásticas. Un grabado del artista Lucas Cranach ese mismo año presenta el perfil claro de Lutero proyectando fuerza y determinación. Cuando llegó el momento, habló de manera directa y honesta: “Ya que su majestad y sus altezas exigen de mí una respuesta clara, voy a darla […]: A menos que me convenzan con testimonios bíblicos, o con razones evidentes (porque yo no puedo confiar en las decisiones del papa ni de los concilios, porque es muy evidente que ellos han caído muchas veces en el error así como en muchas contradicciones consigo mismos), y si no se me persuade con los mismos textos que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la Palabra de Dios, yo no puedo ni quiero retractar nada, por no ser digno de un cristiano hablar contra su conciencia. […] ¡Que Dios me ayude ¡Amén!” (H. Boehmer, Martin Luther: Road to Reformation), p. 415.
Texto bíblico
Hubo un momento decisivo en la historia de la Tierra cuando Satanás tentó a Jesús después de su bautismo y su experiencia en el desierto. Apenas cuarenta días antes, el Padre dijo en el bautismo de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mat. 3:17). Satanás ahora desafió esta posición. Jesús ¿era el que su Padre dijo que era? La cuestión era la veracidad de la Palabra de Dios. En su primera respuesta, Jesús cita un pasaje de Deuteronomio 8:3: “No solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová”. El contexto de este pasaje es la providencia de Dios para con el antiguo Israel cuando vagaron por el desierto durante cuarenta años. Dios los humilló y los sostuvo para que confiaran totalmente en él. Al citar este pasaje, Jesús está diciendo: “Mi Padre que sostuvo a Israel por cuarenta años me sostendrá a mí. Confío solo en su Palabra porque sé que él no es solo la Fuente de sustento, sino la Fuente de la vida misma”. También hay una implicación más profunda aquí. Jesús se somete a su Padre, así como se le enseñó al antiguo Israel que se sometiera a la Palabra de Dios. Jesús no habla de su propia autoridad sino de la autoridad de las Escrituras dichas por Moisés. El argumento en Deuteronomio es que debido a que Dios sostuvo a Israel y lo amparó como su pueblo para entrar en la Tierra Prometida, ellos “guardará[n], pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole” (Deut. 8:6).
“Jesús hizo frente a Satanás con las palabras de la Escritura. Dijo: ‘Escrito está’. En toda tentación, el arma de su lucha era la Palabra de Dios. Satanás exigía de Cristo un milagro como señal de su divinidad. Pero aquello que es mayor que todos los milagros, una firme confianza en un ‘Así dice Jehová’, era una señal que no podía ser controvertida. Mientras Cristo se mantuviera en esa posición, el tentador no podría obtener ventaja alguna” (DTG 95). ¿Cómo enfrentamos la tentación hoy? ¿Tenemos textos bíblicos guardados en nuestro corazón a los que podemos recurrir para responder al tentador? Nunca estamos obligados a someter nuestra voluntad a la tentación, y tenemos el mismo recurso que Jesús: su Palabra.
Ilustración
El 23 de octubre de 1844 hubo gran dolor y desilusión cuando los creyentes adventistas se despertaron ante la realidad de que Jesús no había regresado para llevarlos al cielo como esperaban. Habían vendido casas y propiedades. Habían dado todo por la proclamación de la noticia de que Jesús vendría ese día. Ahora su mayor esperanza quedó destrozada. Algunos de los creyentes abandonaron la fe. Muchos enfrentaron el ridículo de los escépticos que habían dudado todo el tiempo. ¿Qué salió mal? Todo lo que aprendieron del estudio de las profecías ¿no sirvió de nada? Pero al volver a las Escrituras, llegaron a entender que la fecha no estaba errada, sino que habían entendido mal la naturaleza de la “purificación del Santuario”. La purificación del Santuario no era la destrucción de la Tierra; era el paso de Cristo al Lugar Santísimo para comenzar otra etapa en su obra expiatoria. El estudio llevó a los creyentes adventistas a comprender la profecía de Apocalipsis 10:9 y 10, el dulce mensaje del libro que se convirtió en un amargo chasco. Esta decepción no era una experiencia nueva para los creyentes en Jesús. Ya había sucedido antes.
Texto bíblico
Los discípulos no podían entender la muerte de Cristo en la cruz. Habían creído, al igual que el resto del judaísmo, que el Mesías establecería un reino terrenal que los libraría de la opresión de los romanos. Ahora que Jesús estaba muerto y sepultado, quedaron devastados. La respuesta a su chasco fue la misma que la respuesta a los primeros creyentes adventistas. Era volver a las Escrituras. Jesús les mostró el camino. “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Luc. 24:27). Esta fue una exposición exhaustiva para que los discípulos pudieran ver “que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de [él] en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Luc. 24:44). Aquí tenemos otra referencia explícita a las tres divisiones del Antiguo Testamento que abarca “todas las escrituras”. Jesús había orado por sus discípulos: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Para Jesús, toda la Escritura era autoritativa y, además, la base de su autoridad, ministerio y misión.
Los discípulos se tomaron en serio la enseñanza de Jesús y la convirtieron en la base de los evangelios y las cartas a la iglesia. Mateo citó ampliamente las profecías del Antiguo Testamento. Lucas comenzó su Evangelio con las genealogías, demostrando que Jesús era el Mesías. Pablo afirma que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17). En Hebreos 11, Pablo enumera a muchos de los hombres y mujeres que fueron héroes de la fe, y se toma al pie de la letra sus historias y escenarios originales del Antiguo Testamento. Nunca encontramos que algún escritor del Nuevo Testamento dude de la autenticidad, historicidad, profecías o enseñanzas de la Biblia. No consideran los relatos de las Escrituras de otra manera que no sea autoritativa. Los ejemplos de Jesús y los apóstoles nos dan la evidencia más clara de cómo abordar las Escrituras. Ellos permitieron que las Escrituras interpretaran las Escrituras. Confiaron en las Escrituras como su defensa durante la tentación y exigieron un claro “así dice Jehová” en la interpretación más clara del texto bíblico y sus aplicaciones.
APLICACIÓN A LA VIDA
En la década de 1990, el movimiento WWJD se hizo popular entre los cristianos. Los jóvenes usaban pulseras de plástico con el acrónimo WWJD, que en español sería QHJ: “¿Qué haría Jesús?” Esta pregunta también podría ser apropiada al considerar la forma de abordar la Biblia. Podríamos reformular el acrónimo a QDJ: “¿Qué diría Jesús?” ¿Qué diría Jesús de las interpretaciones modernas que niegan la historicidad de los principales acontecimientos del Antiguo Testamento? ¿Qué diría Jesús de los argumentos a favor de la creencia de que el Antiguo Testamento enseña un mensaje diferente que el Nuevo Testamento y que debería minimizarse y relegarse a una posición de menor autoridad? ¿Qué le diría Jesús a alguien de la iglesia que insiste en que ciertos pasajes del Nuevo Testamento solo son aplicables a la iglesia a la que se dirigió esa carta en particular (p. ej., Éfeso o Corinto)? ¿Limitaría Jesús la autoridad de la Biblia? Como discípulos de Cristo, ¿cómo emulamos su abordaje de las Escrituras? ¿Intentaremos interpretar y torcer palabras como lo hicieron los fariseos y saduceos para atrapar a Jesús?
- Pídeles a tus alumnos que relaten experiencias en las cuales se les vinieron ciertos pasajes bíblicos a la mente cuando se vieron tentados a dejar de lado a Jesús. ¿Qué clase de bendiciones recibimos al memorizar la Biblia y almacenarla en el corazón? ¿Cuántas promesas de Dios has guardado para cuando ya no tengas acceso a la Biblia?
- Piensa en otros ejemplos de cuando Jesús y los apóstoles basaron sus argumentos en las Escrituras. ¿Cuán eficaces fueron esos argumentos?