Segundo trimestre (abril-junio) de 2015
“El bautismo y las tentaciones”
Lección 2: – Para el 11 de abril de 2015
Sábado 4 de abril
Lee Para el Estudio de esta Semana: Lucas 3:1-14; Romanos 6:1-6; Lucas 3:21, 22; 4:5-8; Isaías 14:13, 14; Lucas 4:9-13.
Para Memorizar: “Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Luc. 3:22).
Como ya vimos, Lucas proporciona una lista de personajes históricos para ayudarnos a ver que su informe de Jesús y de Juan tan es real e histórico como estos poderosos personajes históricos.
Pero, hay otra razón importante para mencionar a estos hombres de poder e influencia: contrastarlos con el hombre humilde del desierto, Juan el Bautista, el mensajero elegido por Dios que iba a “preparar el camino” para el evento más importante de toda la historia humana: la venida de Jesús, el Redentor. Es muy interesante que Dios no eligiera a alguno de los “grandes” hombres para anunciar al Mesías, sino a uno de los “más bajos”.
Los eruditos reúnen todas estas personalidades históricas y dan una fecha próxima a 27 o 28 d.C. para el comienzo del ministerio de Juan el Bautista y Jesús. Dentro de este marco histórico, Jesús fue bautizado y recibió la confirmación del Cielo de que él era el “Hijo amado” de Dios (Luc. 3:22). Lucas establece este hecho al mismo comienzo, antes de presentar a sus lectores su “informe ordenado” de la misión y el ministerio de Jesucristo.
Domingo 5 de abril:
Prepara el camino del Señor
En Lucas 3, Juan aparece en su función específica y vital en la historia de la salvación. Se puede decir cualquier cosa de la predicación de Juan, menos que endulzaba sus palabras a fin de agradar a la multitud.
Lee Lucas 3:1 al 14. Sus palabras estaban llenas de verdades importantes, no solo para los que podían escucharlo, sino para todos nosotros. ¿Qué puntos específicos puedes encontrar que Juan está diciendo aquí?
El arrepentimiento no es solo un concepto teórico. Es una manera de vivir. La palabra viene del griego metanóia, que significa un cambio de mentalidad, lo que conduce a una vida nueva.
“Bautizar” significa sumergir completamente en agua. La inmersión es un simbolismo profundo. Aun antes del tiempo de Juan, los judíos daban un significado especial al bautismo por inmersión. Era una práctica común cuando los prosélitos gentiles elegían unirse a la fe judía.
Al invitar a los judíos a ser bautizados, Juan el Bautista estaba presentando un principio nuevo: el bautismo es una ocasión en que la persona renuncia públicamente a sus viejos caminos pecaminosos, y se prepara para la venida del Mesías. Juan el Bautista introdujo así un acto simbólico de renuncia al pecado y consagración a una nueva manera de vivir como ciudadanos del Reino mesiánico, que estaba por inaugurarse. Juan fue rápido en añadir que él bautizaba solo con agua, pero que vendría Uno después de él que los “bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Luc. 3:16). De este modo, se planteó un punto vital: el bautismo como un acto de inmersión en el agua era solo un símbolo exterior de un cambio interior, un cambio que finalmente sería sellado por el bautismo del Espíritu Santo.
Lee Romanos 6:1 al 6. ¿Qué lecciones espirituales obtiene el apóstol Pablo del acto del bautismo? Nota la comparación que hace entre el acto de inmersión y el surgir del agua, con el morir al pecado y vivir para la justicia. ¿Has experimentado la realidad de esta nueva vida en Cristo? ¿Qué áreas todavía están sumergidas?
Lunes 6 de abril:
“Tú eres mi hijo amado”
En Lucas 2:41 al 50, leemos la famosa historia de cuando José y María perdieron de vista a Jesús en Jerusalén. Especialmente fascinante es la respuesta de Jesús a María cuando ella lo reprende (vers. 48). La respuesta de Jesús es una afirmación de que era consciente de ser divino, de que era el Hijo de Dios. “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (vers. 49). Como dice el versículo siguiente, José y María no captaron aquello que las palabras Jesús implicaban. Para ser justos, ¿cómo podrían saberlo? Después de todo, aún los discípulos, después de pasar años junto a Jesús, no estaban totalmente seguros de quién era él y lo que él había de hacer.
Por ejemplo, después de su resurrección, Jesús habló con dos discípulos en el camino a Emaús. Uno de ellos, al referirse a Jesús, había dicho que este fue “profeta, poderoso en obra y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo” (Luc. 24:19). Jesús, por supuesto, era mucho más que un profeta. Aun entonces, ellos no habían captado quién era él y qué había venido a hacer.
Lee Mateo 3:13 al 17, Juan 1:29 al 34, y Lucas 3:21 y 22. ¿Cuál es la importancia del bautismo de Jesús?
En ocasión de su bautismo, el Cielo afirmó que Jesús era el Hijo de Dios. Jesús buscó el bautismo no porque él lo necesitara como parte de un proceso posterior al arrepentimiento, sino para dar el ejemplo a otros (Mat. 3:14, 15). Se destacan tres factores importantes con respecto al bautismo de Jesús: 1) la proclamación del Bautista: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29); 2) el ungimiento del Espíritu Santo para la misión futura; y 3) la proclamación celestial de que Jesús es el Hijo de Dios, en quien el Padre tiene complacencia.
Piensa en esto: el inmaculado Hijo de Dios, el Creador del cosmos, fue bautizado por un mero ser humano, como parte del plan de salvación. ¿De qué modo esta asombrosa condescendencia nos ayuda a estar dispuestos a humillarnos cuando la ocasión así lo demanda?
Martes 7 de abril:
“No sólo de pan”
“Y Jesús, lleno del Espíritu Santo… fue llevado por el Espíritu al desierto, por cuarenta días, y era tentado por el diablo” (Luc. 4:1, 2). Nacido para una misión ordenada por Dios, comisionado para la tarea en ocasión de su bautismo, equipado con el poder del Espíritu Santo, Jesús el Cristo se retiró al desierto para contemplar la tarea que tenía por delante.
La tentación en el desierto fue una batalla importante entre Cristo y Satanás en la gran controversia, trabada desde la rebelión de Lucifer en el cielo. En el desierto, cuando el Salvador estaba debilitado por haber pasado los cuarenta días sin comer y el camino por delante parecía sombrío y fatigoso, Satanás asumió el comando de su ataque contra Jesús. “Satanás vio que debía vencer o ser vencido. Los resultados del conflicto significaban demasiado para ser confiados a sus ángeles confederados. Debía dirigir personalmente la guerra” (DTG 91).
Nota lo que Satanás le dijo a Cristo: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan” (Luc. 4:3). ¿Qué estaba tratando de hacer Satanás en ese momento, que reflejaba lo que había intentado hacer en el cielo?
El pan no es el problema central aquí. Sí, los cuarenta días de ayuno en el desierto deben de haber dejado a Jesús con mucho apetito, y Satanás usó esta circunstancia como señuelo. Pero, Satanás sabe que Jesús es el Creador del universo. Para quien creó el universo de la nada, hacer pan de una piedra no es un problema. El punto vital en la tentación se encuentra en su introducción: “Si eres Hijo de Dios”. Solo cuarenta días antes, la voz del Cielo afirmó que Jesús era realmente el Hijo de Dios, y ahora, ¿debía dudar Jesús de esa seguridad celestial? Dudar de la Palabra de Dios es el primer paso en el ceder a la tentación. En el cielo, Satanás desafió la autoridad de Jesús; y lo hizo también aquí, incluso de una manera mucho más sutil de lo que trató de hacerlo en el cielo.
¿Cómo puedes aprender a no caer ante los intentos de Satanás de impulsarte a dudar de las promesas de Dios, como trata de hacerlo con todos nosotros?
Miércoles 8 de abril:
“Si me adorares”
Lee Lucas 4:5 al 8. ¿Por qué Satanás quería que Jesús lo adorara? ¿Qué tema vital estaba en juego aquí?
La adoración es solo una prerrogativa de Dios. Es el factor que para siempre separa a las criaturas del Creador. Uno de los temas de la rebelión de Lucifer contra Dios en el cielo fue el de la adoración. La ambición de Lucifer está bien resumida en Isaías 14:13 y 14: ascender al cielo, exaltar su trono por sobre las estrellas del cielo, ser como el Altísimo. Fue un intento de usurpar la autoridad que pertenece solo al Creador, y que nunca será de ninguna criatura, no importa cuán exaltada sea.
En este contexto, podemos entender mejor qué ocurre en esta tentación. Cuando Jesús estaba a punto de iniciar su misión para redimir al mundo y volverlo a la posesión y autoridad de Dios, Satanás lo llevó a la cumbre de un monte, dándole una visión panorámica de todos los reinos, y ofreciéndoselos a él a cambio de un acto sencillo: “Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos” (Luc. 4:7).
Satanás estaba tratando de desviar la perspectiva de Cristo de su prioridad divina y de atraerlo con la pompa y la gloria, por un precio no más alto que una inclinación. Estaba tratando aquí, otra vez, de conseguir la autoridad y la adoración que no pudo obtener en el cielo.
Nota que Cristo echó a Satanás con total desprecio: “Vete de mí, Satanás” (vers. 8). La adoración y el servicio que la acompaña pertenecen al Dios Creador exclusivamente. Aquí otra vez la Palabra de Dios viene en su ayuda. ¿No dijo la Inspiración, mediante Moisés: “Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios… A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás” (Deut. 6:4, 5, 13)? Resolver seguir absolutamente a Dios en fe y obediencia es la respuesta definitiva a las mentiras y trampas de Satanás.
Cualquiera de nosotros puede afrontar tentaciones a comprometer nuestra fe, aun en “cosas pequeñas”. Tu trabajo, aprobar un examen, tu promoción, demandan un compromiso con respecto al sábado. Tu visa a un país mejor depende de un cambio de nombre que esconda tu fe. ¿En qué punto puedes hacer un trato? ¿Cuándo, si puede ser alguna vez, el precio es correcto?
Jueves 9 de abril:
Cristo el vencedor
Lucas y Mateo invierten el orden de la segunda y la tercera tentaciones. La razón no es clara, pero eso no necesita detenernos. El punto vital es la victoria final de Jesús sobre Satanás, proclamada en ambos evangelios. Al estudiar las tentaciones vemos que Jesucristo es una Persona real: tentado como nosotros, pero sin pecado (Heb. 4:15). Con su victoria sobre cada una de las tentaciones, su triunfo sobre Satanás, con la Palabra de Dios en su boca y conectado con el poder celestial por medio de la oración, Jesús sale para proclamar el Reino de Dios e inaugurar la era mesiánica.
Lee Lucas 4:9 al 13 y Mateo 4:5 al 7. En las primeras dos tentaciones, Jesús usó la Escritura para vencer la incitación de Satanás. Ahora, en la tercera, Satanás cita la Escritura para probar si Jesús realmente toma en serio la Palabra de Dios. ¿Qué ocurre allí, y cómo responde Jesús?
Satanás lleva a Jesús al pináculo del Templo en Jerusalén, el lugar más sagrado de la historia judía. La ciudad de Sion, el Templo donde Dios habita entre su pueblo, llega a ser el sitio para la confrontación de Satanás con Jesús. “Si eres Hijo de Dios” es otra vez la introducción. Observa lo que dice Satanás: Si Dios es realmente tu Padre, y si verdaderamente él planeó tu misión, arrójate desde el pináculo, y asegúrate de una vez por todas. Seguramente, si eso es cierto, Dios no dejará que te lastimes. Luego cita la Escritura: “A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden” (Luc. 4:10).
Satanás conoce las Escrituras, pero las interpreta mal. Su táctica es llevar a Jesús a poner a Dios a prueba. Dios realmente prometió la protección de sus ángeles, pero solo en el contexto de hacer su voluntad, como fue el caso de Daniel y sus compañeros. Jesús responde a Satanás otra vez usando la Escritura, declarando que no nos corresponde poner a prueba a Dios (ves. 12). Nuestro deber es entregarnos a la voluntad de Dios y dejar que él haga el resto.
Nota cuatro enseñanzas bíblicas principales en las tentaciones: 1) Ninguno está libre de las tentaciones; 2) cuando Dios permite que seamos tentados, también provee la gracia y el poder para vencer; 3) las tentaciones no se presentan del mismo modo cada vez; 4) ninguno es tentado más allá de su capacidad para soportar la tentación (1 Cor. 10:13).
Viernes 10 de abril
Para Estudiar y Meditar:
“Si José y María hubiesen fortalecido su ánimo en Dios por la meditación y la oración, podrían haberse dado cuenta del carácter sagrado de su cometido, y no habrían perdido de vista a Jesús. Por la negligencia de un día, perdieron de vista al Salvador; y el hallarle les costó tres días de ansiosa búsqueda. Por la conversación ociosa, la maledicencia o el descuido de la oración, podemos en un día perder la presencia del Salvador, y pueden requerirse muchos días de pesarosa búsqueda para hallarle, y recobrar la paz que habíamos perdido” (DTG 62)
Preguntas para Dialogar:
- La tentación, en sí misma, no es pecado. En el sentido bíblico, la tentación tiene el potencial de afirmar la posibilidad de la santidad. Ser tentado es una cosa; caer en pecado, otra. Al mismo tiempo, ¿cuál es nuestra responsabilidad acerca de hacer todo lo que podamos aun para evitar la tentación?
- Los filósofos y los teólogos a menudo hablan acerca de lo que llaman la “metanarración”, un tema grande dentro del cual ocurren las otras historias. Para decirlo de otro modo, una metanarración es el trasfondo, el contexto, el marco en el que se desarrollan las otras historias y eventos. Como adventistas, vemos la gran controversia como la “metanarración” o trasfondo para lo que está ocurriendo, no solo aquí sobre la tierra, sino también en el cielo. ¿Qué textos en la Biblia nos muestran la realidad de la gran controversia y cómo ayudan a explicar lo que está ocurriendo en el mundo?
- ¿Cuáles son algunos de los pasajes bíblicos más poderosos que nos prometen la victoria sobre las tentaciones que nos llegan en nuestro camino? ¿Por qué, aun con esas promesas, resulta todavía fácil caer?
- En una de las secciones de esta semana, encontramos la siguiente afirmación: “Dudar de la Palabra de Dios es el primer paso en ceder a la tentación”. ¿Por qué esto es así?
- ¿De qué manera la idolatría puede ser mucho más sutil que inclinarse y adorar otra cosa que no sea a Dios?
Muchas gracias Por compartir la Leccion con nosotros, mediante las redes, Dios LE Bendiga
me encanta la leccion