Primer Trimestre de 2023
“Los pactos de Dios con nosotros”
Lección 2 :- Para el 14 de Enero de 2023
Sábado 7 de enero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 10:22; Juan 6:29; Deuteronomio 28:1–14; Proverbios 3:1–10; Malaquías 3:7–11; Mateo 6:25–33.
PARA MEMORIZAR: “Si obedeces cabalmente la voz del Señor tu Dios, para cumplir todos sus mandamientos que te prescribo hoy, el Señor tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Además, las siguientes bendiciones vendrán y te alcanzarán, si obedeces la voz del Señor tu Dios” (Deut. 28:1, 2).
Resulta maravilloso que Dios haya hecho contratos (o pactos) con nosotros. La mayoría son bilaterales, lo que significa que ambas partes (Dios y los seres humanos) tienen una parte que cumplir. Un ejemplo de un pacto bilateral es: “Si tú haces esto, entonces yo haré aquello”. O “Haré esto si tú haces aquello”.
Una clase menos común de pacto es unilateral. “Yo haré esto ya sea que tú hagas algo o no”. Algunos de los pactos de Dios con la humanidad son unilaterales. Por ejemplo, Dios “envía su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mat. 5:45). Hagamos lo que hagamos o dejemos de hacer, podemos contar con Dios para tener la luz del Sol y la lluvia. Después del Diluvio, Dios prometió ante la humanidad y “toda bestia de la tierra” que nunca habría otro diluvio que cubriera toda la Tierra (ver Gén. 9:9–16), independientemente de nuestras acciones.
Esta semana estudiaremos algunos pactos bilaterales muy significativos entre Dios y sus hijos. Oremos para que, por la gracia de Dios, cumplamos con nuestra parte del trato.
Domingo 8 de enero
EL PACTO DE SALVACIÓN
La muerte de Cristo en el Calvario hizo posible que toda persona que haya vivido o que vivirá se salve. A diferencia de la promesa de las estaciones, la salvación no es unilateral, no se da a todos, sin importar lo que hagan. La creencia de que todos se salvarán se llama “universalismo”.
En vez de eso, Jesús enseñó claramente que, aunque él murió por toda la humanidad, muchos recorren el camino ancho hacia la destrucción y la muerte eterna (Mat. 7:13, 14).
¿Qué dicen los siguientes textos sobre cómo la gente recibe el don de la salvación en Jesús?
1 Juan 5:13 Mat. 10:22 Juan 6:29 2 Ped. 1:10, 11
Pablo entendía la naturaleza bilateral del pacto de salvación. Consciente de que pronto lo iban a ejecutar, y a pesar de que muchos de sus compañeros lo habían abandonado, confiadamente le dijo a su querido amigo Timoteo que había cumplido con su parte del trato:
“Yo ya estoy para ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cerca. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, que me dará el Señor, Juez justo, en ese día. Y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Tim. 4:6–8).
Pablo dice: Yo estoy preparado porque luché por obedecer a Dios en todo, llegué a la meta y me mantuve fiel. Sin embargo, Pablo siempre fue muy claro en que la salvación es solo por la fe, no por las obras de la Ley, por lo que aquí de alguna manera no está considerando sus obras o logros como algo que le valiera méritos ante Dios. La “corona de justicia” que lo espera es la justicia de Jesús, que Pablo, por la fe, ha reclamado para sí y se ha aferrado a ella hasta el final de su vida.
Lunes 9 de enero
SI OBEDECES CABALMENTE
El libro de Deuteronomio es la versión impresa de los mensajes de despedida de Moisés a la segunda generación de israelitas, después de cuarenta años de vagar por el desierto. Él pronunció estos mensajes en las llanuras de Moab, al este de Jericó. Deuteronomio se ha dado en llamar apropiadamente “El libro de las memorias”.
En este libro, Moisés repasa el trato fiel de Dios con Israel. Relata los viajes desde el Monte Sinaí hasta Cades Barnea, al límite con la Tierra Prometida, así como la rebelión y los cuarenta años de errar por el desierto. Reformuló los Diez Mandamientos, los requisitos del diezmo y el depósito central. Pero el enfoque principal de Deuteronomio es el consejo de obedecer a Dios y así recibir sus bendiciones. Moisés describe a Dios como aquel que tiene la capacidad y el deseo de cuidar a su pueblo.
Lee Deuteronomio 28:1 al 14. ¿Qué grandes bendiciones se prometen al pueblo? Pero, ¿qué debe hacer este para recibirlas?
Moisés estaba muy expectante de que el pueblo entendiera que Dios tenía en mente bendiciones maravillosas, y hasta milagrosas, para ellos. Sus palabras: “Si obedeces cabalmente”, les hizo saber que su destino eterno estaba en juego aquí. Qué poderosa manifestación de la realidad del libre albedrío. Eran la nación escogida de Dios, los recipientes de grandes bendiciones y grandes promesas, pero esas bendiciones y promesas no eran incondicionales. Debían aceptarlas, recibirlas y actuar en consecuencia.
Y nada de lo que Dios les había pedido les resultaba demasiado difícil de hacer:
“Porque este mandamiento que te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ‘¿Quién subirá por nosotros al cielo, y lo traerá y explicará para que lo cumplamos?’ Ni está al otro lado del mar, para que digas: ‘¿Quién cruzará por nosotros el mar, y lo traerá y nos lo explicará a fin de que lo cumplamos?’ Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas” (Deut. 30:11–14).
Por supuesto, además de las bendiciones, estaban las advertencias de las maldiciones, lo que les sucedería si desobedecían (Deut. 28:15–68). Es decir, qué consecuencias traería su pecado y su rebelión.
Martes 10 de enero
HONRA AL SEÑOR
El libro de Proverbios, más que sobre el bien y el mal, trata sobre la sabiduría y la necedad. A medida que leemos el libro, veremos los beneficios de la sabiduría y las trampas de la necedad.
Lee Proverbios 3:1 al 10. ¿Qué maravillosas promesas se dan aquí? Además, ¿qué significa “las primicias de todos tus frutos”?
Dios nos pide que lo pongamos a él en primer lugar en el manejo de nuestras posesiones, como un reconocimiento de su dominio sobre todas las cosas y como una demostración de nuestra fe en que él proveerá para nosotros. Pero más que eso, nos dice que, si lo ponemos en primer lugar, entonces él bendecirá el resto.
Esto es un acto de fe para nosotros, un acto de confianza, una manifestación de confiar en el Señor con todo el corazón; y, sin duda, no apoyarnos en nuestro propio conocimiento (lo que es especialmente importante, porque muy a menudo suceden cosas que no podemos entender y no podemos encontrarles sentido).
Sin embargo, nada debería impulsarnos más a confiar en Dios y en su amor que la Cruz. Cuando nos damos cuenta de lo que cada uno de nosotros recibió en Jesús, no solo como Creador (Juan 1:1-4) y Sustentador (Heb. 1:3) sino también como Redentor (Apoc. 5:9), devolver a Dios las primicias de lo que tenemos es, por cierto, lo mínimo que podemos hacer.
“El Señor no solo reclama el diezmo como suyo, sino también establece cómo debería reservárselo para él. Dice: ‘Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos’ (Prov. 3:9). Esto no nos enseña que debamos gastar los recursos en nosotros mismos y luego llevar al Señor lo que quede, aunque esto sea también un diezmo honrado. La porción del Señor debe separarse en primer lugar” (CMC 84).
Dios dice que, si lo ponemos a él en primer lugar, “serán llenos tus graneros con abundancia”. Sin embargo, esto no va a suceder por milagro; es decir, no vas a despertarte un día y descubrir que tus graneros y tus tinajas se llenaron de repente.
Al contrario, la Biblia está llena de principios sobre la buena administración, la planificación cuidadosa y la responsabilidad financiera, de las cuales la fidelidad a la que Dios nos llama es nuestra primera y principal responsabilidad.
Miércoles 11 de enero
EL CONTRATO DEL DIEZMO
Existe una estrecha conexión espiritual entre la práctica del diezmo y nuestra relación con Dios. Los israelitas prosperaban cuando obedecían a Dios y eran fieles en el diezmo; al contrario, experimentaron tiempos difíciles cuando no obedecieron. Por lo visto, seguían un ciclo de obediencia y prosperidad, y luego de desobediencia y problemas. Fue durante uno de estos períodos de infidelidad que Dios, mediante el profeta Malaquías, propuso un contrato bilateral con su pueblo.
Lee Malaquías 3:7 al 11. ¿Cuáles son las promesas y las obligaciones que se encuentran en estos versículos?
Dios prometió al pueblo que, si este se volvía a él, él se volvería a ellos. Cuando le preguntaron qué quería decir con volverse a él, dijo explícitamente: “Dejen de robarme el diezmo y las ofrendas”. El robo era la razón de la maldición que estaban recibiendo. Esta es la solución de Dios al problema de la maldición: “Traigan todo el diezmo a la tesorería” (Mal. 3:10). Y pruébenme para “ver si no abro las ventanas del cielo y vacío sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde”. Si no tenemos suficiente espacio para recibir esa bendición, tenemos un excedente con el que podemos ayudar a otros y promover la causa de Dios.
“El que dio a su Hijo unigénito para que muriera por ustedes ha hecho un pacto con ustedes. Él les da sus bendiciones y en cambio requiere que le lleven sus diezmos y sus ofrendas. Nadie se atreverá a decir que no comprendió este asunto. El plan de Dios concerniente a los diezmos y las ofrendas está claramente establecido en el tercer capítulo de Malaquías. Dios pide que sus instrumentos humanos sean fieles al contrato que él ha hecho con ellos” (CMC 78, 79).
Uno de los ciclos positivos de obediencia se registra durante el reinado del buen rey Ezequías, de Judá. Hubo un reavivamiento auténtico en Judá, y el pueblo comenzó a devolver fielmente sus diezmos y sus ofrendas a la tesorería del Templo. Llevaban tanto que se apilaba de a montones en el Templo. Segundo de Crónicas 31:5 relata lo que sucedió cuando los israelitas “dieron generosamente las primicias del grano, del vino, del aceite, de la miel y de todos los frutos de la tierra; trajeron igualmente en abundancia el diezmo de todas las cosas”.
Jueves 12 de enero
BUSQUEN PRIMERO
Se dijo de Jesús que “los que eran del común del pueblo le oían de buena gana” (Mar. 12:37, RVA). La mayoría de las personas, en las grandes multitudes que seguían y escuchaban a Jesús, eran miembros de esta clase, la gente común. Fueron ellas a quienes Jesús alimentó en la ladera del monte, y quienes escucharon el Sermón del Monte. Jesús les dijo, básicamente: Sé que les preocupa poder mantener a sus familias. Se inquietan por la comida y la bebida que necesitarán a diario y la ropa que necesitan como abrigo y la protección. Pero esto es lo que les propongo…
Lee Mateo 6:25 al 33. ¿Qué se promete aquí, y qué debía hacer el pueblo para recibir esas promesas?
Muchas de las promesas de Dios tienen elementos de un pacto bilateral. Es decir, para recibir la bendición, también debemos hacer nuestra parte.
Lee Isaías 26:3. ¿Qué se nos pide que hagamos para tener la paz de Dios?
Lee 1 Juan 1:9. ¿Qué hará Jesús si confesamos nuestros pecados?
Lee 2 Crónicas 7:14. ¿Cuáles son los “si” y los “entonces” de la propuesta de Dios aquí?
Todos estos versículos y muchos más tratan del importante hecho de que, aunque Dios es Soberano, aunque Dios es nuestro Creador y Sustentador, y aunque la salvación es un don de gracia e inmerecido de nuestra parte, todavía tenemos un papel que desempeñar en el drama del Gran Conflicto aquí, en la Tierra. Al hacer uso del don sagrado del libre albedrío, debemos elegir seguir la inspiración del Espíritu Santo y obedecer lo que Dios nos llama a hacer. Aunque Dios nos ofrece bendiciones y vida, también podemos elegir la maldición y la muerte. Con razón, Dios dice: “Elige la vida, para que vivas tú y tus descendientes” (Deut. 30:19).
Viernes 13 de enero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Cuandoquiera que los hijos de Dios, en cualquier época de la historia del mundo, ejecutaron alegre y voluntariamente el plan de la benevolencia sistemática y de los dones y ofrendas, han visto cumplirse la permanente promesa de que la prosperidad acompañaría todas sus labores en la misma proporción en que lo obedecieran. Siempre que reconocieron los derechos de Dios y cumplieron con sus requerimientos, honrándolo con su sustancia, sus alfolíes rebosaron; pero cuando robaron a Dios en los diezmos y las ofrendas, tuvieron que darse cuenta de que no solo le estaban robando a él, sino también se defraudaban ellos mismos, porque él limitaba las bendiciones que les concedía en la proporción en que ellos limitaban las ofrendas que le llevaban” (TI 3:435).
La Biblia es muy clara en que somos salvos solo por la fe, un don de la gracia divina. Nuestra obediencia a los mandamientos de Dios es una respuesta a la gracia de Dios; no la merecemos (al fin y al cabo, si la mereciéramos, no sería gracia; ver Rom. 4:1–4).
De hecho, al observar el pacto bilateral de Dios con nosotros, podemos ver tanto las bendiciones como las responsabilidades. Mediante nuestras respuestas a lo que Dios nos ofrece, establecemos nuestra relación con él y, en gran medida, determinamos nuestro propio destino. La obediencia (el servicio y la lealtad por amor) es la verdadera señal del discipulado. En lugar de librarnos de la obediencia, es la fe, y solo la fe, la que nos hace partícipes de la gracia de Cristo, la que nos capacita para obedecer lo que Dios nos pide.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Se ha dicho que si cada adventista fuera fiel en devolver el diezmo, nuestra iglesia tendría dinero más que suficiente para hacer todo lo necesario para difundir el mensaje. ¿Qué es lo que haces, en términos de diezmos y ofrendas, para ayudar a la iglesia a hacer lo que ha sido llamada a hacer?
- Reflexiona sobre la idea de cuán importantes son nuestras decisiones y obras en nuestra relación con Dios. ¿Cómo tener presente el tema de las obras y la obediencia, incluyendo la devolución del diezmo y la buena mayordomía, pero sin caer en la trampa del legalismo?
- En clase, conversen sobre la pregunta que se encuentra al final del estudio del martes sobre el hecho de sobrellevar tiempos difíciles, aunque hayamos sido fieles. ¿Cómo entendemos esto cuando sucede, y cómo evitamos desanimarnos?
Sin bien el estudio nos habla de una relación contractual implícita en torno al diezmo, en mi caso le hago por gratitud solo por gratitud a Dios, sin sentido de obligatoriedad, pues quien da esperando a cambio la solución de sus problemas económicos, puede llevarse un gran chasco.
Las lesiones de la escuela sabáticas son,las mejores enseñasas de las escrituras qué tenemos lo Adventista del séptimo dia.gracias queridos amigos y hermanos,Dios los proteja siempre a todos los fieles creyente de la fé, paciencia y esperanzas