Edición para maestros. Cuarto trimestre de 2022
“El proceso del Juicio”
Lección 13 :- Para el 24 de Diciembre de 2022
RESEÑA
Textos clave: Isaías 35:4; Daniel 7:9, 10, 13, 14, 22, 26, 27; Apocalipsis 20:7-15.
Dios es nuestro Juez (Isa. 35:4). Como nuestro Juez, él es imparcial en su juicio. Esta es una buena noticia para nosotros. Como seres caídos, con un juicio imperfecto y una inclinación hacia la parcialidad y el prejuicio, tendemos a transportar a algunas personas al cielo y a continuación les negamos la entrada a otras. Dios conoce el corazón, los pensamientos y las motivaciones humanas; por lo tanto, solo él puede dar a cada ser humano una sentencia imparcial y justa.
Mediante sus juicios, Dios restaura su gloria y vindica su carácter. Lo hace en forma abierta y congruente para que todos puedan saber quién es él (Sal. 34:8). Dios quiere que todos los seres inteligentes del Universo entiendan sus propósitos y sepan que él trata el mal con justicia, castiga a los impíos debidamente y salva a los pecadores con justicia (Eze. 18:21, 23, 32; 33:11; Rom. 3:21-26). El evangelio conforme al juicio de Dios se centra en la salvación de los pecadores arrepentidos y presenta así la buena noticia del Dios de amor, que por amor juzga y da solución duradera a los problemas de la muerte, el sufrimiento, el dolor, la injusticia y la violencia; todos consecuencia del pecado (Rom. 6:23; 2 Tes. 1:9; Apoc. 21:3, 4). Al final, Dios restaurará completamente la armonía y la paz en todo el Universo (Efe. 1:10). El mal y cualquier cosa o persona que se vincule con él serán eliminados y destruidos (Mat. 25:41, 46; Apoc. 20:13-15). Todo aquel que se someta total y voluntariamente a Dios, reconociéndolo como su Creador, Redentor, Señor y Rey, recibirá la vida eterna, y lo servirá y adorará con gozo para siempre (Éxo. 34:6, 7; Dan. 7:14, 27; Nah. 1:7; Juan 3:16, 17; Efe. 1:4-10; Fil. 2:10, 11; Apoc. 15:3, 4). De esta manera, la abundante vida original de gozo, felicidad y paz será restaurada y nunca más será interrumpida por ninguna forma de desobediencia o rebelión (Nah. 1:9; Juan 10:10; Rom. 2:7; 1 Tim. 1:16; 2 Tim. 4:7, 8; Tito 2:11-14).
COMENTARIO
El juicio central y cósmico en la Cruz
A la hora de crear una solución para el problema del pecado, Dios es un Diseñador experto. La muerte de Cristo en la Cruz está en el centro mismo de la solución. En el evento de la Cruz se revelan diferentes testimonios y juicios: (1) Dios se vindicó: el Gólgota prueba que Dios es el Dios de amor, verdad, justicia, santidad, orden y libertad, y el Garante de la paz, el gozo y la prosperidad (Sal. 51:4; Juan 3:16; Rom. 3:21-26); (2) Satanás fue juzgado y sentenciado (Juan 16:11; Heb. 2:14); (3) el pecado fue juzgado y condenado (Rom. 8:3); (4) la humanidad fue juzgada y su condenación la asumió Cristo sobre sí mismo (Isa. 53:4-6; 2 Cor. 5:21; Gál. 3:13), y para quienes aceptan a Jesucristo como su Salvador personal, se hizo provisión para que vivan eternamente (1 Juan 5:12, 13). Dios quiere que cada una de las personas viva (Eze. 18:30-32; 1 Tim. 2:2, 3).
El Juicio Preadvenimiento, o Investigador
La Biblia testifica que cuando Dios convoque a la corte celestial antes de la segunda venida de Cristo (Dan. 7:9, 10, 13, 14, 22, 26, 27; Apoc. 11:19; 14:7; comparar con Mat. 22:1-14), el propósito principal será garantizar legal y eternamente nuestro lugar dentro de la familia celestial. Juan 14:2 y 3 nos asegura que Jesús no está edificando nuestros lugares enel cielo como un maestro de obras, dando forma a una bonita casa o mansión para nosotros podría hacerlo en cuestión de segundos), sino que está garantizando legalmente nuestro lugar en el cielo ante los representantes de todo el Universo. Este procedimiento legal toma mucho tiempo, como lo atestigua Daniel 7:9, 10, 13, 14, 22, 26 y 27. Jesús, como el verdadero Testigo, presentará con justicia nuestros casos individuales y proclamará frente a todo el Universo que nosotros, como creyentes en él, somos suyos, que hemos aceptado su muerte para purificarnos del pecado, que su gracia es suficiente para nosotros y que el poder de su gracia obra en nosotros.
Jesús garantiza nuestra salvación, legal, abierta y públicamente, y también en forma transparente ante todos los habitantes del Universo, para que nadie durante la Eternidad plantee la cuestión de que algo se está haciendo en secreto o de forma parcial. Jesús deja en claro que los salvos son personas confiables, y encajarán en la familia celestial porque la maravillosa gracia de Dios es una gracia transformadora que los transforma. Dios quiere que seamos aceptados en el cielo sin dudas ni signos de interrogación. Por lo tanto, dada la naturaleza de este Juicio Investigador, también puede denominarse juicio afirmativo porque certifica, sella y ratifica lo hecho en vida de una persona. El juicio afirmativo es una confirmación de decisiones de por vida.
Se pueden usar diferentes términos para explicar varios aspectos del juicio previo al Advenimiento: (1) juicio afirmativo, especialmente desde la perspectiva de los redimidos, porque Jesús toma sus casos y confirma ante al Universo nuestra relación con él; (2) juicio revelador, porque Jesús revela a toda la familia celestial quiénes son los verdaderos seguidores de Dios y desenmascara al anticristo, que juega a ser Dios y su agente de salvación; (3) juicio demostrativo: Dios presenta los hechos ante los seres celestiales, y les muestra nuestras actitudes hacia él, su Ley, su pueblo, la naturaleza y el pecado, y también les explica cómo trata con el pecado, la maldad, el diablo y todos los que siguen a Satanás; (4) juicio investigador, porque los ángeles y los seres celestiales necesitan este juicio para tener conocimientos adicionales sobre el Gran Conflicto y por qué Dios salva a algunos y a otros no los acepta en el cielo. Por lo tanto, los libros se abren por el bien de los ciudadanos celestiales (Dan. 7:10), con la intención de demostrar la objetividad de las decisiones de Dios.
El juicio previo al Advenimiento no pronuncia una nueva sentencia en contraste con lo que experimentamos en nuestra vida diaria. Jesús confirmará la actividad salvífica de Dios o la condenación de una persona en particular. No debemos tener miedo al juicio divino previo al Advenimiento, porque en ese juicio él confirma, revela, expone y demuestra al mundo celestial las decisiones que tomamos por él durante nuestra vida. Él no agregará nada más a nuestras decisiones, ni tampoco las alterará. Como testigo fiel y verdadero, él declara ante su pueblo que somos suyos (Rom. 8:31; Apoc. 3:14).
El Juicio Final, o de aniquilación
El juicio final sobre la Tierra ocurrirá al final del Milenio, cuando resuciten los impíos. Estos se reúnen para atacar a Dios y a su pueblo en la Nueva Jerusalén (Apoc. 20:7-10; 21:1-3). Dios mismo está sentado en el gran Trono blanco y juzga a todas las criaturas impenitentes (Apoc. 20:11, 12). A la luz de la Cruz, se desplegará la historia del pecado y de la salvación. Se mostrará cada etapa de la rebelión contra Dios, así como su maravilloso plan de redención, desde el comienzo de la rebelión de Satanás en el cielo hasta el sacrificio supremo de Jesús en la Cruz y la victoria final en la Segunda Venida. Además, todos los impíos contemplarán su vida a la luz de la Cruz.
La Cruz de Jesús será elevada por encima del Trono de Dios, como dice Elena de White: “Por encima del Trono se destaca la Cruz; y como en visión panorámica aparecen las escenas de la tentación y la caída de Adán y las fases sucesivas del gran plan de redención” (CS 724). Los impíos verán lo que Dios estaba haciendo por su salvación, cuántas oportunidades rechazaron, cómo despreciaron su gracia, en su soberbia e ignorancia. Su terquedad e indiferencia serán profundamente desenmascaradas y verán la verdadera naturaleza de su rebelión. Satanás conducirá a todos los pecadores a un ataque final desesperado contra la Ciudad Santa. Su carácter malvado quedará así probado y demostrado una vez más. Ni siquiera la mejor información acerca de Dios, su carácter y sus actos cambiará a estos seres. Son malvados de principio a fin. Solo hay una solución: la aniquilación del mal en todas sus formas. Caerá fuego del cielo y acabará definitivamente con el pecado, la maldad y la rebelión (Apoc. 20:9, 10). Este fuego purificador constituirá el juicio aniquilador, la muerte definitiva, eterna e irreversible. No hay esperanza para quienes rechazaron a Jesús como su Salvador y retuvieron sus actitudes tercas. Su naturaleza era destruir. Así pues, por amor, Dios necesita destruir a esos destructores. La naturaleza de este juicio es la de ejecución definitiva. Dios debe reaccionar ante el comportamiento destructivo de los seres humanos no arrepentidos, los ángeles malignos y el diablo. Si él no reaccionara, el mal triunfaría y la vida estaría en peligro, y finalmente sería aniquilada. El pecado, los pecadores y el diablo, con sus ángeles, son aniquilados, y la Tierra se purgará de maldad (Apoc. 20:9, 13-15; comparar con 2 Ped. 3:7, 10-13).
Después de cortar lo que estaba enfermo y pecaminoso sin curación posible, Dios actúa como Re-creador de la vida. Él creará cielos nuevos y Tierra Nueva (Apoc. 21-22). La salvación y la vida quedarán aseguradas por toda la Eternidad. El pecado nunca volverá a surgir. Todos los seres inteligentes del Universo servirán fielmente a Dios por amor y gratitud porque conocen la bondad, el amor, la justicia y la verdad de Dios. El amor, la paz, la armonía, la alegría, la justicia, la libertad, el orden y la verdad reinarán por toda la Eternidad. Todos amarán, admirarán, seguirán, obedecerán y adorarán a Dios como Señor de señores y Rey de reyes por los siglos de los siglos (Dan. 7:27; Apoc. 21-22). Por lo tanto, la teología del Juicio de Dios es la máxima revelación y demostración del amor, la verdad y la justicia de Dios (Fil. 2:10, 11; Apoc. 15:2-4). El gobierno de Dios es abierto; los caminos de Dios demostraron ser rectos y justos. Dios es justo al justificar a los pecadores que lo aceptaron, confiaron en él como su Salvador personal y le dijeron no al problema del pecado, de la maldad, a Satanás y a los ángeles caídos.
APLICACIÓN A LA VIDA
- ¿Por qué es tan necesario y crucial el juicio de Dios en el contexto del Gran Conflicto y el interés del Universo en el tema del pecado?
- ¿Cómo diferenciamos los juicios positivos divinos de los juicios negativos?
- ¿Cómo vivimos a la espera del Juicio de Dios sin atemorizarnos?