Lección 10 Edición Maestros: “El descanso sabático” Para el 4 de Septiembre de 2021

Edición para maestros. Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2021

“El descanso sabático”

Lección 10 :- Para el 4 de Septiembre de 2021

RESEÑA

¿Alguna vez perdiste algo, pero estaba a simple vista y no lo veías? Supongamos que perdiste las llaves del auto. Buscaste por toda la casa, pero no pudiste encontrarlas. De repente te acuerdas: las dejaste en el bolsillo de tu chaqueta colgada en el armario, o en el bolso en una silla de la cocina.

Dios nos ha dado el don de recordar. ¿Y si no tuviéramos ese don? ¿Y si lo único que conociéramos fuera el presente? La vida sería terriblemente complicada. En la lección de esta semana, volveremos al tema del sábado y lo veremos desde una perspectiva diferente. Seguramente recordarás que el cuarto Mandamiento comienza con la palabra “acuérdate”. Ninguno de los demás Mandamientos comienza de esa manera. Recordar presupone que has sabido algo antes. El Mandamiento del sábado es un recordatorio perpetuo para el mundo entero de la autoridad creadora de Dios. Dondequiera que estemos en el mundo, lo reconozcamos o no, el sábado llega a toda la humanidad ofreciendo sus bendiciones cada séptimo día.

En todas las Escrituras, el día de reposo nos recuerda que Cristo nos hizo, nos redimió, nos libera, nos re-crea y viene de nuevo a buscarnos. Nuestra lección de esta semana subraya el hecho de que, en el plan eterno de Dios, el sábado es un día de bendición, deleite, adoración y servicio. Especialmente el día de reposo, mientras permanecemos en su presencia, participamos de la adoración colectiva y lo volvemos a buscar, él nos re-crea a su imagen.

 

COMENTARIO

En 2008 se publicó un artículo fascinante, titulado “Neuroteología: ¿Estamos mentalmente programados para Dios?” El artículo cita a Dean Hamer, un doctor en Genética Conductual. El autor del artículo, René J. Muller, afirma: “En 2004, Hamer publicó The God Gene: How Faith Is Hardwired Into Our Genes [El gen de Dios: la fe está integrada en nuestros genes], que se destacó en un artículo de portada de Time sobre neuroteología. Hamer dejó en claro que había abordado su trabajo con las herramientas de las ciencias naturales: ‘La primera tarea de cualquier científico que intente vincular la genética con la espiritualidad es mostrar que la espiritualidad se puede definir y cuantificar’ ”. “El trabajo de Hamer no se trata de demostrar la existencia de Dios, que es el dominio de la religión, sino de mostrar que la espiritualidad es un fenómeno real que se puede describir y medir […]. Él cree que la religión tiene sus raíces en la formación; y la espiritualidad, en la naturaleza” (R. J. Muller, Psychiatric Times, “Neurotheology: Are We Hardwired for God?”). Hamer se une a un número creciente de científicos que creen que estamos “programados para Dios”.

En Génesis 1:26, la narración bíblica relata la creación de la humanidad. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Génesis 1:27 continúa: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.

¿Qué significa que los seres humanos hayan sido creados a imagen de Dios? Por cierto, significa más que una mera semejanza física. Tanto los animales como los seres humanos se reproducen. La imagen de Dios tiene que ver con la totalidad de lo que somos física, mental, emocional y espiritualmente. Se nos ha dado conciencia, razón y juicio para tomar decisiones morales y éticas. Pero sobre todo, escrito en nuestro código genético, en nuestro ADN, en el nivel más profundo, somos seres que adoran. El sábado llena ese doloroso vacío en nuestro corazón para reconectarnos con nuestro Creador. El sábado no es un requisito legalista ni una institución exclusivamente judía. El sábado es una celebración de la vida que Cristo nos ha dado. Es un recordatorio de que debemos cuidar el medio ambiente que nos rodea, que es el objeto del cuidado de nuestro Creador.

 

El sábado y el medio ambiente

Cuando Dios colocó a Adán y a Eva en el Jardín, les indicó que lo “labrara[n] y lo guardase[n]” (Gén. 2:15). A Adán también se le dio el privilegio de poner nombre a todos los animales (2:19, 20). Nuestros primeros padres estaban en contacto con la naturaleza en su casa-jardín y Dios les dio instrucciones para preservar su entorno natural. El sábado era un recordatorio semanal tanto de su relación con Dios como con su entorno. Adorar al Creador también incluye cuidar de su creación. Actualmente, la contaminación industrial está destruyendo nuestro planeta. “Los contaminantes tóxicos afectan a más de 200 millones de personas en todo el mundo, según Pure Earth, una organización ambientalista sin fines de lucro […]. Los estadounidenses generan 30 mil millones de vasos térmicos descartables, 220 millones de neumáticos y 1,8 mil millones de pañales desechables cada año, según la Green Schools Alliance […]. La contaminación en China puede cambiar los patrones climáticos en los Estados Unidos. La corriente en chorro tarda solo cinco días en transportar una gran contaminación del aire de China a Estados Unidos, donde evita que las nubes produzcan lluvia y nieve. Aproximadamente 7 millones de muertes prematuras al año están relacionadas con la contaminación del aire, según la OMS. Esa es una de cada ocho muertes en todo el mundo” (A. Bradford, “Pollution Facts and Types of Pollution”, Live Science). El sábado es un llamado de atención para cuidar la creación de Dios.

 

El sábado y la liberación

Cuando Moisés reafirma el Mandamiento del sábado a una nueva generación que está a punto de entrar en la Tierra Prometida, comienza con: “Guardarás el día de reposo” y concluye con: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo” (Deut. 5:12, 15). El sábado es una señal de liberación. Los egipcios esclavizaron a los israelitas durante siglos. Milagrosamente, Dios los liberó. No se liberaron solos. Dios los liberó con su “mano fuerte”. El sábado es un recordatorio del poder de Dios para librarnos de cualquier situación.

En la Creación, Dios habló y surgió nuestro mundo. La palabra de Dios es todopoderosa, creadora, y tiene poder para cambiar vidas. El sábado es un recordatorio semanal de que no hay nada imposible para Dios. Si creó el mundo con su palabra, puede volver a crear nuestro corazón. Si produjo luz de las tinieblas, puede iluminar nuestra mente entenebrecida. Si habló, y aparecieron árboles frutales, con sus frutos maduros y deliciosos, él puede producir el fruto del Espíritu en nuestra vida. Si le infundió vida a Adán, puede infundir nueva vida en nosotros. Romanos 6:1 al 7 habla de la nueva vida que Cristo nos da cuando morimos voluntariamente a la vieja vida, como se manifiesta en la ceremonia del bautismo. Existe un vínculo directo entre la vida original que Dios creó en el Edén y la vida nueva que surge cuando Dios recrea nuestro corazón. Al principio, Dios creó la vida y, una vez más, hace que nuestra vida sea nueva. El sábado es un símbolo de la Creación y la nueva creación de Dios.

 

El sábado como símbolo de renovación y bendición

Dios diseñó el sábado para toda la humanidad. Su bendición reparadora, según las Escrituras, es para cada uno de nosotros (Éxo. 23:12). Las bendiciones del sábado no son exclusivamente para los judíos. Según el Antiguo Testamento, son para todas las personas. El sábado no es solo un día de adoración, sino también un día para bendecir a los demás. Jesús realizó más milagros de curación en el día de reposo que en cualquier otro día. Para Jesús, el sábado era un día para tocar a otros con su gracia sanadora.

Considera el caso del inválido en el estanque de Betesda, ubicado en Jerusalén, justo dentro de la Puerta de las Ovejas. Betesda significa “Casa de misericordia” o “Casa de gracia”. Evidentemente, Jesús iba de camino al culto sabático cuando vio a un hombre que había estado en una condición horrible por 38 años. Al relatar esta experiencia, Elena de White describe a Jesús “andando solo, en aparente meditación y oración” cuando vio “un caso de desgracia extrema” (DTG 171). Era el día de reposo, y Jesús sabía que este acto de curación generaría una controversia importante entre los fariseos. Los sacerdotes tenían 39 regulaciones diferentes que regían el trabajo aceptable en sábado. Estos “requerimientos sin sentido” y estas “restricciones absurdas” eran una “carga intolerable” (DTG 173, 174). Se nos dice que Jesús, “tanto por sus palabras como por sus obras de misericordia, estaba quebrantando el poder opresivo de las antiguas tradiciones y de los mandamientos de origen humano, y presentaba el amor de Dios en su plenitud inagotable” (DTG 175).

Al comprender su falta de esperanza, Jesús preguntó al pobre enfermo: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6). Era imposible que el hombre se recuperara por sí solo. Mediante la fe, él respondió al mandato del Salvador: “Levántate, toma tu lecho, y anda” (5:8). Nueva vida fluyó por cada nervio y tejido de su cuerpo. Milagrosamente se recuperó. Por fe aceptó la palabra de Cristo y actuó de acuerdo con ella. Este milagro sabático, al igual que cada una de las curaciones sabáticas de Jesús, está íntimamente ligado a una verdad espiritual más profunda. Si aceptamos la Palabra de Dios por fe y actuamos en consecuencia, nos sanamos. La observación de este milagro sabático es que Jesús es tanto nuestro Creador como nuestro Redentor. Aquel que nos hizo puede re-crearnos y hacernos íntegros nuevamente. Él se acerca a nosotros, ve nuestras necesidades, nos redime con su gracia y convierte nuestra desesperación en esperanza.

 

APLICACIÓN A LA VIDA

El profeta Isaías instó a Israel a hacer una reforma decidida en sus prácticas para la observancia del sábado. En Isaías 58:13 y 14, los exhorta: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado”. En tiempos bíblicos, poner los pies en una propiedad era un símbolo de posesión. El sábado pertenece a Dios, no es nuestro. Es de él, por lo que amablemente nos invita a encontrar nuestro más profundo deleite y nuestro placer supremo al adorarlo y bendecir a otros en el día de reposo.

  • ¿Cómo puede el sábado ser aún más significativo para ti?
  • ¿Hay algún aspecto de la observancia del sábado que te gustaría cambiar personalmente?
  • En tu escala de prioridades, ¿qué importancia tiene para ti la adoración en sábado?
  • Enumera al menos tres cosas específicas que puedes hacer para bendecir a otros en el día de reposo.
Radio Adventista
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