Leccion 8. De esclavos a herederos (3T 2017—Gálatas)
Textos bíblicos: Gálatas 3:26–4:20; Romanos 6:1–11; Hebreos 2:14–18; 4:14, 15;
Romanos 9:4, 5.
Citas
• Una vida de reacción es una vida de esclavitud, intelectual y espiritualmente.
Debemos luchar por tener una vida de acción, no de reacción. Rita Mae Brown
• Los americanos están tan enamorados de la igualdad que preferirían ser iguales en
igualdad que desiguales en libertad. Alexis de Tocqueville
• Libérate de la esclavitud mental, nadie excepto nosotros mismos puede liberar
nuestra mente. Bob Marley
• Cada emancipación tiene dentro de sí la semilla de una nueva esclavitud, y cada
verdad se convierte fácilmente en una mentira. I. F. Stone
• El heredero prudente hace un cuidadoso inventario de su legado y da un informe
fiel a aquellos con quienes tiene una obligación de confianza. John F. Kennedy
• Soy el heredero del presunto heredero. Princesa Margaret
Para debatir
¿En qué forma somos “esclavos” de Dios? ¿Qué dice Dios de esto? ¿Cómo nos
convertimos en sus herederos? ¿Qué beneficios y responsabilidades tienen los herederos?
¿De qué manera nuestra comprensión del carácter de Dios afecta las respuestas que
podamos darle a tales preguntas? Por encima de todo, ¿cuál es la diferencia al
relacionarse como esclavo o como heredero?
Resumen bíblico
Aquí en Gálatas 3:26–4:20 Pablo hace un contraste entre aquellos que aún son
esclavos de la ley, esclavos de otros “dioses” y esclavos de sus propias pasiones, y
aquellos que son coherederos con Cristo. El objetivo era convertirse en “Hijos e hijas de
Dios” (Gálatas 4:5 NVI). ¿Por qué querríamos volver a la vida que teníamos antes de
conocer a Jesús? Pregunta Pablo. ¡Muy cierto! ¿Por qué querríamos volver a vivir sin
Jesús, totalmente perdidos y abandonados? Es muy sencillo: “Así que ya no eres esclavo
sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.” (Gálatas 4:7 NVI).
Tampoco es posible que deseemos seguir viviendo en pecado (Romanos 6:1-11).
Hemos de estar “muertos al pecado,” negarnos a permitir que el pecado surja una y otra
vez, hemos de aferrarnos a aquél que es el Señor de nuestras vidas, ahora y siempre: “De
la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús.” (Romanos 6:11 NVI). Jesús vino a identificarse plenamente con
nosotros (Hebreos 2:14–18), vino a rescatarnos al amor y la confianza en él al revelarnos
a Dios. De ese modo somos liberados de nuestras vidas vividas bajo el temor de la muerte
(2:15). Nos aferramos fuertemente a nuestra confianza en Dios. Porque tenemos un Sumo
Sacerdote que nos entiende completamente, que ha experimentado nuestras vidas desde
nuestra perspectiva (Hebreos 4:14, 15). A pesar de la condenación que Pablo hace de
algunos de sus compañeros los judíos, él aún dice que estaría dispuesto a separarse de
Cristo si eso los salvase (ver Romanos 9:3-5).
Comentario
Una vez más, pude mirar al Faraón Tutankamón el año pasado. Bueno, la famosa
mascara, al menos, en el Museo del Cairo. Estuve en pie mirándola por horas. Casi nadie
parecía estar muy interesado, y cuando lo hacían, sólo daban un breve vistazo y
continuaban su camino…
El oro brillante y el azul lapislázuli aturden la mirada y ejercen una extraña
fascinación, al menos para mí. Es difícil mirar hacia otro lado, y cuando miras los ojos
sin vida de esta máscara es difícil no preguntarse qué pensaba y qué hacía este
gobernador, cómo vivió su vida, y sobre todo, en qué creía. Una imagen de más de 3.300
años de antigüedad, y aún tiene el poder de provocar y causar intriga.
También estuve en la tumba donde se hallaban varios carruajes y bienes
esperando ser útiles en el otro mundo. Porque ellos tenían una gran expectativa de vivir
nuevamente después de haber muerto—de modo que al Faraón se le proporcionaban
modelos, sirvientes y embarcaciones, comida y bebida… Alguien debió decirle “No
puedes llevarte eso.” Nadie puede.
Esa es la razón de esta historia. El rey Tut pudo haber sido el gobernador de
Egipto, pero ¿era él un esclavo o un heredero? Era un esclavo de los dioses egipcios, con
todos sus horribles atributos. Un esclavo de creencias pervertidas. Un esclavo de todo lo
que implica el paganismo. Esa fue la razón por la cual Moisés decidió no ser un esclavo
de Egipto, aunque él pudo haber sido un Faraón. “Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a
ser llamado hijo de la hija del Faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a
disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en
la recompensa.” Hebreos 11:24-26 NVI.
Del mismo modo, Jesús nos habla a nosotros como sus discípulos, y nos dice que
ya no nos llama esclavos. Nos llama sus amigos, porque los amigos entienden la verdad
acerca de Dios. A los esclavos no les interesan los negocios de sus amos, ellos
simplemente hacen lo que se les dice. A ellos les corresponde una posición en la cual “no
se les paga para pensar.” De modo que su obediencia no es una verdadera obediencia en
un sentido de entendimiento. Ellos simplemente obedecen sin pensar, hacen lo que se les
dice.
Pero los amigos no son esclavos. Los amigos son libres para elegir. ¡Son libres
para pensar! Esto es lo que los hace capaces de obedecer a un nivel tan elevado, porque
ellos entienden y están de acuerdo en que lo que hay que hacer es bueno y es correcto…
Una vez alguien preguntó cómo respondería Dios si ante su generosa oferta de ser sus
amigos nosotros respondiéramos que preferiríamos ser sus siervos. De seguro Dios no
nos obligaría a ser sus amigos, pero sería una respuesta muy triste para Dios. Y pensemos
en cuánto perdemos nosotros al decirle: No, Dios. No quiero ser tu amigo…”
Comentarios de Elena de White
Tenéis el modelo, Cristo Jesús, caminad tras sus huellas, y estaréis calificados
para ocupar toda posición a la cual seáis llamados. Estaréis “arraigados y edificados en él,
confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.” No habéis de sentir que
sois esclavos, sino hijos de Dios, que han sido altamente favorecidos por ser considerados
de valor tan grande que Dios os ha hecho suyos por medio del pago de un rescate por
vuestra libertad infinita. Jesús dice: “no os llamaré siervos… pero os he llamado amigos”.
Al apreciar su maravilloso amor, el amor y la gratitud saltarán en vuestro corazón como
un manantial de gozo. {La Educación cristiana, p. 303-4}
Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios como un ser cuyo principal
atributo es una justicia inexorable, como un juez severo, un duro, estricto acreedor. Pintó
al Creador como un ser que está velando con ojo celoso por discernir los errores y faltas
de los hombres, para visitarlos con juicios. Por esto vino Jesús a vivir entre los hombres,
para disipar esa densa sombra, revelando al mundo el amor infinito de Dios. {El camino
a Cristo, p. 10}
Preparado el 25 de noviembre de 2016 © Jonathan Gallagher 2016
Traducción: Shelly Barrios De Ávila