7. El pacto en el Sinaí (2T 2021—La promesa: El Pacto Eterno de Dios)
Textos Bíblicos: Deut. 1:29–31; Oseas 11:1; Apoc. 5:9; Deut. 29:10-13; Éxod. 19:4-6; Rom. 6:1, 2;
Apoc. 14:12; Rom. 10:3.
Citas
El camino a la tierra prometida pasa por el Sinaí. La ley moral puede existir para ser trascendida: pero no hay “trascender” para aquellos que no han admitido primero sus afirmaciones sobre ellos mismos, y luego han tratado con todas sus fuerzas de satisfacer esa afirmación, y han enfrentado justa y directamente el hecho de su fracaso. C. S. Lewis
• Dios puede tronar sus mandamientos desde el monte Sinaí y los hombres pueden temer, pero permanecer en el corazón exactamente como estaban antes. Pero si un hombre ve una vez a su Dios en la arena como un Hombre – sufriendo, tentado, sudando y agonizando, finalmente muriendo como un criminal, y él es un hombre duro que no ha sido tocado. John Bertram Phillips
• El dolor es el monte Sinaí. Si uno quiere, puede subir y hablar con Dios, cara a cara. Henry Ward Beecher
• Ningún Mesías auténtico inspiraría una religión que terminara llamando a los judíos a rechazar el significado manifiesto del Sinaí. Realmente es así de simple. David Klinghoffer
• La Ley Mosaica es uno de los seis pactos que Dios hizo con Israel, los seis de los cuales tienen cinco conceptos en común: su autoridad reside en Él, todos llegaron en un momento de crisis, ningún pacto anula uno anterior, la salvación del pecado no se obtiene manteniendo ningún pacto, y sucesos negativos significativos siguieron la instigación de cada uno. William D. Barrick
Para debatir
¿Cómo revela la experiencia de Israel en el monte Sinaí los peligros de depender de las disposiciones de un pacto? ¿Por qué eligió Dios este método para tratar con su pueblo? ¿Qué aprendemos de la historia de la entrega de los Diez Mandamientos y la promesa de obediencia de los israelitas? ¿Cómo podemos explicar mejor la relación real que Dios quiere cuando parece reducirse todo a la observancia legal del pacto?
Resumen Bíblico
En Deut. 1: 29–31 Dios prometió a los israelitas que lucharía por ellos y los llevaría a la tierra prometida. “Desde que Israel era niño, yo lo amé; de Egipto llamé a mi hijo”. Oseas 11: 1 NVI. Apocalipsis 5: 9 es el cántico de adoración al Cordero. Deut. 29: 10-13 es el pacto dado en Moab. Éxodo 19: 4-6 es el comienzo del pacto dado en Sinaí incluyendo los Diez Mandamientos. “¿Cuál es nuestra respuesta, entonces? ¿Debemos seguir pecando para tener aún más gracia? ¡Por supuesto que no! Pues si estamos muertos al pecado, ¿cómo podríamos seguir viviendo en pecado?” Rom. 6: 1, 2 VBL. Apocalipsis 14:12 es la reacción de los santos al mensaje del tercer ángel. La triste respuesta al pacto fue la que describió Pablo: “Ellos no comprenden cómo Dios nos hace justos, y tratan de justificarse a sí mismos. Se niegan a aceptar la manera en que Dios justifica a las personas”. Rom. 10: 3 VBL
Comentario
Cuando los israelitas se reunieron al pie del monte Sinaí, “Un toque muy fuerte de trompeta puso a temblar a todos los que estaban en el campamento” (Éxodo 19:16 NVI). Observaron aterrorizados cómo la montaña temblaba y salía humo, acompañado de truenos y relámpagos. Ya habían prometido: “Cumpliremos con todo lo que el Señor nos ha ordenado”. Éxodo 19: 8 NVI). Si bien el Señor quería enfatizar la santidad del lugar, y tenía secciones cercadas para indicar esto, él quería que su gente subiera a la montaña para encontrarse con él (19:13). Sin embargo, el pueblo se negó y le dijo a Moisés que les hablara porque temían que Dios los matara (20:19).
Todo esto revela que la gente tenía una imagen muy defectuosa de Dios, y que Dios tenía que tratar con ellos a su nivel. El pacto en el Sinaí debe verse en el contexto de un pueblo que acababa de ser liberado de la esclavitud, cuya principal experiencia religiosa estaba teñida por las prácticas de los egipcios. En el humo y los truenos, los relámpagos y los destellos del monte Sinaí, Dios demostró su presencia, tratando de encontrarse con su pueblo. Cuando Moisés bajó del monte, su rostro brillaba con la gloria reflejada de estar con Dios. Así también en la gloria Shekinah que llenó el templo de Salomón, Dios dijo: “Estoy con ustedes”. De manera real. De manera veraz. De manera práctica. Dios quiere estar con nosotros y todos sus esfuerzos están dirigidos a ese objetivo.
Sin embargo, todo esto no fue suficiente. Todos los símbolos y señales, todos truenos y relámpagos, no podían expresar verdaderamente la presencia de Dios. Ni siquiera el arca del pacto, ni el templo glorioso, podían decir lo suficiente acerca de Dios viviendo con nosotros. Entonces “Dios envió a su Hijo…”. Él está aquí. Dios está ahora presente con la humanidad caída. Él ha llegado. A través de toda la vida, muerte y resurrección de Jesús, llega la prueba de la verdad de su nombre. Porque, aunque él era verdaderamente Dios con nosotros, Jesús no vino como el rey glorioso sino como el siervo sufriente. Sus títulos mesiánicos sonç ignorados, y Jesús se refirió a sí mismo simplemente como “el Hijo del hombre”. Un hombre entre los hombres; humano. Y este Jesús, este Dios con nosotros, murió con nosotros como un criminal clavado en una cruz. Jesús, el Hijo de Dios, es el hacedor de promesas y el cumplidor de promesas es asesinado porque afirmó ser el Hijo de Dios, dicen los líderes judíos. Qué irónico, que Dios sea asesinado porque dice ser Dios. Tampoco se trata principalmente de afirmaciones, ya que cualquiera puede hacer afirmaciones. La verdad es que Jesús es Dios y lo revela de la manera más clara. El hecho de que los líderes religiosos rechacen una revelación tan clara demuestra que tienen una imagen muy diferente de Dios. Entonces Jesús, el revelador de Dios, es rechazado, ya que el Dios que revela no es el Dios que la gente quiere.
Comentario de Elena de White
Poco tiempo después de acampar junto al Sinaí, se le indicó a Moisés que subiera al monte a encontrarse con Dios…Moisés regresó al campamento, y reuniendo a los ancianos de Israel, les repitió el mensaje divino. Su contestación fue: “Todo lo que Jehová ha dicho haremos”. Así concertaron un solemne pacto con Dios, prometiendo aceptarle como su Soberano, por lo cual se convirtieron, en sentido especial, en súbditos de su autoridad.Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán… Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador…Los israelitas… no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos”. Éxodo 24:7. {MGD 135}
Preparado y escrito por © Jonathan Gallagher 2021
Traducido por: Shelly Barrios De Ávila