Lección 6. El amor de Dios por la justicia (1T 2025 El amor de Dios y su justicia)
Textos bíblicos:Sal. 33:5, Sal. 85:10, Deut. 32:4, Sant. 1:17, Tito 1:2, Éx. 32:14, Mat. 5:43–48, Jer. 9:24
Citas
- • Dios no exalta Su misericordia a expensas de Su justicia. Y para mantener Su justicia, todo pecado, sin excepción, debe ser castigado. Contrario a la opinión popular, con Dios no existe el simple perdón. Solo existe la justicia. Jerry Bridges
- • La justicia es la aplicación recta de la ley de Dios. VoddieBaucham
- • Jesús entonces se pone en nuestro lugar, para liberarnos del arresto de la justicia, y soportar los golpes que, en virtud de la ley, la ira había preparado para nosotros… Fue una muerte que la justicia requería, y al verla, la justicia quedó tan calmada, que la aguda espada vengadora cayó de su mano. Stephen Charnock
- • El único argumento natural de peso para la inmortalidad del alma surge de esta observación: que la justicia no se extiende a los buenos, ni se ejecuta sobre los malos, en esta vida; y que, como el Gobernador del mundo es justo, el hombre debe vivir después de esta vida para ser juzgado. Jonathan Edwards
- • Cómo alguien puede creer en el castigo eterno, o que alguna alma creada por Dios esté “perdida”, y al mismo tiempo creer en el amor, o incluso en la justicia de Dios, es realmente un misterio. Claude Montefiore
- • Dios siempre ha querido que los vulnerables en la sociedad sean cuidados. Nunca tuvo la intención de que languidecieran en la pobreza, el abuso, la esclavitud, la falta de vivienda u otros tipos de devastación. Cuando cuidamos a las personas atrapadas en estas situaciones, cuando les mostramos amor y las ayudamos a avanzar hacia la libertad y la integridad, participamos en traer una pequeña parte del Reino de Dios de vuelta a alinearse con Su gran plan. Hacemos justicia, y Dios sonríe. John M. Perkins
- • Para satisfacer Su justicia, Dios tuvo que hacer lo más injusto que este mundo haya visto: para satisfacer Su santa justicia castigó al único hombre perfectamente bueno que ha existido, Su propio Hijo amado. Comencé a sentir que no podía creer en un Dios así, ni confiar en un Dios que hiciera algo semejante. William Barclay
Para debatir
¿Cuál es el problema con la palabra “justicia”? ¿Por qué Jesús “reinterpretó” la ley en el Sermón del Monte? ¿Por qué es importante creer que Dios actuará de manera justa y correcta? ¿Cuál es la diferencia entre ejercer justicia y ser crítico o juzgar? ¿Por qué Dios promovió con tanta frecuencia la justicia para los desfavorecidos en el Antiguo Testamento?
Resumen bíblico
Salmo 33:5 declara que “Él [el Señor] ama todo lo que es bueno y justo.” El Salmo 85:10 explica cómo la bondad (o justicia) y la paz se han besado. Deuteronomio 32:4 dice que Dios es justo, recto y honesto. Todo lo bueno proviene de Dios, según Santiago 1:17. Tito 1:2 afirma que Dios no puede mentir. Éxodo 32:14 describe a Dios como alguien que cambia de parecer y no envía el desastre. En el Sermón del Monte, en Mateo 5:43–48, Jesús habla sobre amar a tus enemigos y cómo el Padre envía el sol y la lluvia tanto para los buenos como para los malos. “Yo soy el Señor que actúa con amor confiable, que muestra justicia y hace lo correcto en toda la tierra, porque esto es lo que más me importa.” Jeremías 9:24
Comentario de la lección
El Diccionario de Merriam-Webster define la justicia como “el mantenimiento o administración de lo que es justo, especialmente mediante el ajuste imparcial de reclamos en conflicto o la asignación de recompensas o castigos merecidos.” Esta asociación tan legal con la palabra “justicia” genera complicaciones al considerar la equidad y rectitud de Dios, que trasciende ampliamente los juicios legales.
Curiosamente, el Nuevo Testamento en la versión Reina-Valera no incluye la palabra “justicia”.
A veces se argumenta que esto se debe a que el término griego dikaiosune incluye el concepto de “justicia”, aunque generalmente se traduce como “rectitud”. Sin embargo, en muchos sentidos, esto es positivo, ya que esta palabra realmente se centra más en la “rectitud” que en cualquier aspecto legal. De manera similar ocurre en el Antiguo Testamento. El hebreo utiliza dos términos que pueden traducirse como “justicia”: mishpat y tzedakah. El primero, mishpat, se refiere a tratar a las personas con equidad, con la idea de que nadie está por encima de la ley y debe ser juzgado en consecuencia. Sin embargo, tzedakah se acerca más en significado al griego dikaiosune, teniendo un significado principal relacionado con hacer lo que es justo y correcto, actuando de manera generosa y honesta. Estos dos términos hebreos pueden usarse juntos: “Pero corra el juicio (mishpat) como las aguas, y la justicia (tzedakah) como arroyo impetuoso” (Amós 5:24). En este paralelismo, sus significados se complementan.
En todo esto vemos que las Escrituras no enfatizan tanto los aspectos legales como los aspectos relacionales, tal como Jesús dejó claro en el Sermón del Monte. Repetidamente dice: “Ustedes han oído que se dijo (en la ley), pero yo les digo…” Por lo tanto, cuando decimos que “Dios ama la justicia,” esto significa más que el hecho de que Dios disfrute de la imposición de su ley. Él desea que las personas actúen de manera correcta. En el Antiguo Testamento, se queja de jueces injustos y de la discriminación contra los pobres y marginados de la sociedad. Aboga por la equidad, la imparcialidad y la verdad, mientras se opone al favoritismo, la corrupción y la explotación.
La idea de justicia tiene connotaciones negativas en nuestra sociedad. La imagen de Dios como Juez no entusiasma a muchos. Esto se debe a que nuestro sistema moderno de justicia tiende a considerar el proceso de juicio solo en términos de condena o absolución. Sin embargo, los sistemas judiciales del Antiguo Testamento estaban profundamente interesados no solo en condenar a los culpables, sino también en vindicar a los justos de manera positiva. Los Salmos nos muestran a Dios como este tipo de Juez confiable y admirable. El resultado es que podemos anticipar con confianza encontrarnos con nuestro Juez, porque sabemos cómo es: aunque no tengamos confianza en nosotros mismos, podemos tener total confianza en Él. En cuanto al sacrificio de Jesús, necesitamos entender que fue hecho por nosotros, no para satisfacer una demanda de Dios Padre.
Algunos han argumentado que el Padre exigió este pago o que “la justicia demandaba” tal penalidad. Pero esto es completamente injusto. ¿Cómo podría
un Dios de justicia castigar al inocente? Esto haría una burla del Dios que es justo y recto, que siempre hace lo correcto. Como escribió George Fifield: “El hombre, al pecar, merecía la muerte. Se nos dice que, antes de que Dios pudiera concederle perdón y salvación, su ira debía ser apaciguada o su sentido de justicia debía ser satisfecho. Entonces, Cristo murió, derramó su sangre, en lugar del hombre. Todos los que aceptan esta muerte por fe son perdonados y, mediante algún casuismo divino, se les considera puros y libres de pecado, o eximidos de la condena que merecían. Sin dudarlo, declaramos que todo este concepto es falso, no es bíblico y
no se parece a Dios. ¿Cómo podría Dios demostrar su justicia matando al inocente por el culpable?”
Cuando hablamos del amor de Dios por la justicia, no podemos al mismo tiempo permitir que se le represente injustamente como alguien que requiere la acción más injusta de toda la historia.
Comentarios de Elena de White
Aquellos que vacíen sus corazones de vanidad y desperdicio, mediante la gracia de Dios, podrán purificar las cámaras de la mente y convertirlas en un almacén de conocimiento, pureza y verdad. Y estarán continuamente alcanzando más allá de los estrechos límites del pensamiento mundano hacia la inmensidad del Infinito.
La justicia y la misericordia de Dios se revelarán a las percepciones morales. Se discernirá el carácter terrible del pecado, con sus resultados. El carácter de Dios, su amor manifestado al dar a su Hijo para morir por el mundo, y la hermosura de la
santidad, son temas elevados para la contemplación. Estos fortalecerán el intelecto y llevarán al hombre a una comunión cercana con el Infinito.{RH, 21 de junio de 1877}
Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2024
Traducción: Shelly Barrios De Ávila