Jonathan Gallagher Lección 4. “El poder de la oración: Interceder por otros” 3er Trimestre del 2020.

Leccion 4. El poder de la oración: Intercediendo por los otros (3T 2020—Haciendo amigos para
Dios)

Textos Bíblicos: Rev. 12:7–9, Efesios 6:12, Hebreos 7:25, Efesios 1:15–21, Daniel 10:10–14, 1 Juan 5:14–16; Santiago 5:16.

Citas
• Podemos imaginarnos a Dios como un padre cariñoso con rasgos de amor, generosidad y sensibilidad; un ser infinito que interactúa y responde personalmente a la creación. En consecuencia, Dios considera las oraciones tanto como un padre sabio podría considerar las solicitudes de un niño. Philip Yancey
• Cuando esperamos en el Señor en oración, todo el cielo entra en acción. Blake Penson
• La oración rompe todas las barreras, disuelve todas las cadenas, abre todas las cárceles y ensancha todos los estrechos por los que los santos de Dios han sido retenidos. Edward Mckendree Bounds
• El Señor anhela escuchar todas nuestras preocupaciones. Cualquier preocupación demasiado pequeña para convertirse en una oración es demasiado pequeña para convertirse en una carga. Corrie ten Boom
• Los propósitos y los planes de Dios no fallarán. Antes de dedicar todo el tiempo de su oración contándole sobre sus propios planes a Dios, pregúntele a Dios cuáles son los suyos. Louie Giglio
• La oración es la llave que abre todos los depósitos de la infinita gracia y poder de Dios. R.A. Torrey

Para debatir
¿Cómo entendemos la oración? ¿Cómo explicarías a los no creyentes lo que crees que realmente hace la oración? ¿Crees que si no oras Dios no hará nada por ti? ¿De qué manera podemos hacer que la oración sea “mejor”? ¿Por qué Dios está interesado en que oremos? ¿Cómo “funciona” la oración intercesora? ¿Cómo explicarías para qué sirve la oración?

Resumen bíblico
Apocalipsis 12: 7–9 hace referencia a la guerra en el cielo, un aspecto significativo de la Gran controversia. “No estamos peleando contra fuerzas humanas, sino contra poderes y gobernantes sobrenaturales, contra los señores de las tinieblas de este mundo, contra las fuerzas espirituales de maldad que están en los cielos”. Efesios 6:12 VBL. “pero como Jesús vive para siempre, su sacerdocio es permanente. En consecuencia, tiene el poder para salvar por completo a los que se acercan a Dios por medio de él, viviendo siempre para rogar su caso a favor de ellos.”. Heb. 7:24, 25 VBL. Pablo ora por los efesios (Ef. 1: 15–21). El ángel viene en respuesta a la petición de oración de Daniel (Dan. 10: 10–14). 1 Juan 5: 14–16 explica la oración eficaz: cuando pedimos de acuerdo con la voluntad de Dios, ya tenemos lo que pedimos. “La oración sincera de los justos es eficaz”. Santiago 5:16 VBL.

Comentario
Si Jesús sintió la necesidad de orar, ¿qué hay de nosotros? Jesús entendió la importancia de la oración y dedicaba mucho tiempo hablando con su Padre. Si bien deseaba ministrar a todos, también reconocía que esto era físicamente imposible. Entonces estableció algunos límites: Dibujó líneas: Predicó desde un bote cuando la multitud era demasiado grande, eligió aislarse a sí mismo y a sus discípulos para descansar, y pasaba tiempo a solas en oración, obteniendo fuerzas de su Padre Celestial.
La oración es una expresión del don de la libertad de Dios. Dios no nos obliga, sino que espera que le pidamos. No como una especie de exigencia, ya que él nunca cruzará la línea de la compulsión. Él nos invita, nos suplica y espera a que nos acerquemos a él, y le pidamos los dones ilimitados que quiere darnos. Al final de cuentas la oración es en favor de nosotros, para ayudarnos a comprender cuán cerca podemos estar de nuestro amoroso Señor, para compartir con él en todas nuestras experiencias de la vida.
Es irónico que cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, y él les dio ideas reflexivas con las que comenzar, nosotros los discípulos tomamos tales pautas y las convertimos en un canto para ser recitadas. Las vanas repeticiones de oraciones no logran nada, dijo Jesús: “Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.” (Mt. 6: 7, 8 NVI).
La oración está muy mal entendida. El formalismo que ha invadido la oración, convirtiéndola en cantos y mantras, así como en frases cliché y estrofas repetitivas, demuestran que a menudo “hacemos” oraciones que ni siquiera guardan relación con lo que queremos decir. Imaginemos cómo reaccionaría uno de nuestros amigos si le dijésemos que vamos a “hacer” una conversación con él o ella… Notemos lo que nos dice Juan 14. En este pasaje, Jesús describe el centro de su misión: mostrarnos al Padre. Tan pronto logramos ver a Dios en Cristo, podemos tener fe en un Dios fiel, y querremos pasar tiempo aprendiendo de él y compartiendo nuestras vidas con él. ¿Qué hay de Isaías 1:18? “Vengan, y razonemos juntos.” Esto es precisamente lo que nuestras oraciones deben ser: hablar con Dios como con un amigo. El deseo de Dios es que entendamos, y eso es lo que logramos a través de nuestras oraciones reflexivas. Cuando hablamos de la oración, a menudo nace la idea de que hay un mediador. ¿Cómo entendemos este término? ¿Será que pensamos en Jesús como el mediador porque tenemos una mala visión de nuestro Padre celestial y queremos tener a alguien en el medio? De hecho, esta ha sido la opinión de algunos, incluso quizás de la mayoría, a lo largo de la historia… ¿Podría ser esta la razón de que existan oraciones a María o a los santos? ¿Será porque Dios es visto como demasiado santo, distante u hostil? Necesitamos asegurarnos de entender que no era que Dios el Padre quien necesitaba la reconciliación. De hecho, desde un principio fue su deseo de que\ nosotros volviéramos a casa para reconciliarnos con él, lo que hizo que Jesús viniera a la tierra. Al hablar con nuestro Señor amoroso como con un amigo, tomemos estas palabras en serio y practiquemos lo que tanto predicamos. ¿Qué fin tiene hacer todos los rituales, “rezar” oraciones, mientras nos perdemos la maravillosa oportunidad de conversar con el Dios del Universo?

Comentarios de Elena de White
Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirlo. La oración no baja a Dios hasta nosotros, antes bien nos eleva a él {El Camino a Cristo, p. 92}
Decid a vuestro corazón: “Dios me ha invitado a venir a él. Ha oído mi oración. Ha empeñado su palabra prometiendo recibirme y él cumplirá su promesa. Puedo confiar en Dios, porque de tal manera me amó que dio a su Hijo unigénito para que muriese por mí. El Hijo de Dios es mi Redentor” {La Educación Cristiana, p. 424}
Orad con corazones humildes. Buscad a menudo al Señor en oración. Solamente en el lugar secreto el ojo ve a Jesús y el oído se abre para él. Saldréis del lugar secreto de oración para morar bajo la sombra del Omnipotente. {En los Lugares Celestiales, p. 88}
El Señor quitó la aflicción de Job cuando él oró no sólo por sí mismo sino por los que se le oponían. Cuando deseó fervientemente que se ayudara a las almas que habían pecado contra él, [entonces] él mismo recibió ayuda. Oremos no sólo por nosotros mismos sino también por los que nos han hecho daño y continúan perjudicándonos. Orad, orad sobre todo mentalmente. No deis descanso al Señor; pues sus oídos están abiertos para oír las oraciones sinceras, insistentes, cuando el alma se humilla ante él. Comentario Bíblico Adventista 3:1159, 1160. {La Oración, p. 245}

Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2020
Traducción: Shelly Barrios De Ávila

Radio Adventista
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