Dos rasgos definitorios de Dios son su amor y su justicia. Como cristianos, estos también deberían definir puntos de nuestro personaje. Deberíamos amar a Dios y a nuestro prójimo. Descuidar cuidar a nuestros hermanos y hermanas es igualmente aborrecible a Dios como realmente oprimiéndolos. La opresión equivale a la injusticia, por lo que no queremos ser declarados culpables de ninguna de estas tendencias no amorosas.
Jesús pronunció amor a Dios y amando a nuestro prójimo como los mayores mandamientos de todos (Mateo 22:40). En otras palabras, el amor es primordial en todo lo que Dios nos pide. Después de todo, leemos que ‘Dios es amor’ y que ‘el más grande de estos es el amor’ (1 Juan 4:16 y 1 Corintios 13:13).
A algunos les resulta fácil amar a Dios, pero es difícil amar a los demás. Por otro lado, hoy a menudo vemos que las personas pueden dar a sus vecinos, pero descuidar totalmente a Dios. Es por eso que Jesús afirmó que ambos tipos de amor son absolutamente fundamentales para mantener toda la ley que se encuentra en la Biblia y tener la relación más significativa con Dios.