Escuela Sabática Texas USA Lección 2: Un momento del destino – Sábado 8 de Abril de 2023

La ascensión de Cristo descrita en Hechos1:9-11 nos ayuda a saber un poco más sobre la manera de la Venida de Jesús. Dos ángeles, vestidos de blanco, permanecieron en tierra y dijeron a los discípulos que Él volvería de la misma manera que lo vieron ir al cielo, siendo recibido en una nube blanca. Recalcaron que volvería “este mismo Jesús”, el Hijo del Hombre. El mismo que había recorrido con ellos las polvorientas calles de Nazaret y Jerusalén. Esta noticia seguramente les ayudó a sobrellevar el dolor de que Jesús les dejara aquel día.

Cuando miramos hacia el juicio, qué reconfortante es saber que Jesús, el Hijo del Hombre, será una figura central en la decisión de nuestro destino. Su conexión con la experiencia humana le convertirá en nuestro mejor Defensor y Juez. Podemos confiarle fácilmente nuestro caso.

El profeta Daniel tuvo una visión de este tribunal (Daniel 7:9, 10, 13, 14). También Daniel reconoce a “Uno como el Hijo del Hombre”, que viene con todos sus santos ángeles, “diez mil veces diez mil”, más de los que podemos contar. Se sentará en un trono y juzgará a la humanidad, “a todos los pueblos, naciones y lenguas”. Su reino no será destruido.

El Salmo 51:4 nos recuerda que el juicio incluirá la vindicación de Dios. Dios también será juzgado ante el universo. Por fin se le verá como el Dios justo e intachable que es. Los dos primeros capítulos de Job apoyan esta idea de la importancia de que la reputación de Dios dependa de nuestras acciones aquí en la tierra.

Jesús recibió una corona de espinas cuando fue llevado al monte Calvario para sufrir una muerte vergonzosa en la cruz. Aunque se le dio como señal de burla por su afirmación de ser el Rey de los Judíos, ahora sabemos que representaba el sufrimiento extremo y la muerte que soportaría por sus seguidores.

Sin embargo, cuando Jesús regrese del cielo, llevará una corona de oro (Apocalipsis 14:14). Será similar a la corona de vencedor que llevan los atletas después de ganar una competición importante (1 Corintios 9:24-25). Esta corona representa el poder y la gloria otorgados al Hijo del Hombre por Su Padre por el sacrificio del Hijo y su gloriosa victoria sobre la muerte.

Su victoria también nos permitirá llevar coronas, ya que nos uniremos a Él en el cielo cuando regrese. Su victoria será la nuestra, y seguramente lo reconoceremos arrojando nuestras coronas a los pies del Señor, como hicieron los veinte ancianos (Apocalipsis 4:10, 11). Sólo el Cordero de Dios es digno de recibir tal corona de gloria.

Apocalipsis 14 termina con una descripción no de una, sino de dos cosechas. La hoz que sostiene el Hijo del Hombre segará primero el grano maduro. La parábola de Jesús sobre una cosecha que separa el trigo de la cizaña explica que la “cosecha” es el “fin del siglo” (Mateo 13:39), y el trigo plantado con semillas buenas son los hijos del reino. La cizaña son los hijos del maligno (Mateo 13:37, 38). Entendemos entonces que esta cosecha del trigo ocurre en la Segunda Venida de Cristo.

Luego Apocalipsis 14 pasa a describir una segunda cosecha. Esta será una cosecha de uvas maduras, que son arrojadas al “gran lagar de la ira de Dios” por un ángel “que tenía poder sobre el fuego”. Estas uvas de la ira, como han sido llamadas, son así destruidas en un lagar fuera de la ciudad. Juan va más lejos en la explicación de esta segunda vendimia en Apocalipsis 20:9, 10, donde nos muestra la terrible escena de los malvados que son castigados siendo arrojados a un lago de fuego, llamado la muerte segunda (Apocalipsis 20:14).

Nosotros, naturalmente, queremos formar parte de esa primera cosecha del pueblo de Dios que refleja su gracia y su amor compasivo, y no de los que serán cosechados más tarde, esos hijos del diablo, llenos de codicia, celos y odio.

Radio Adventista
0 comments… add one

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.