Muchos judíos de los tiempos de JESÚS y de Pablo, es decir, de los tiempos del inicio de la iglesia cristiana, eran fanáticos principalmente en la ley mosaica, en sus tradiciones orales y en cuanto al templo. No toleraban quien hiciera diferente, ni siquiera JESÚS, el Autor de la ley y el proyectista del templo, el Shekinah, escapó de su furia. Así el fanatismo se prestó para perseguir a la iglesia de JESÚS CRISTO. Pero Dios es superior a todo, y se valió del fanatismo para impulsar su obra.
La seguridad que Dios garantiza a sus siervos no se refiere a que no serán perseguidos, maltratados o muertos. Algunas veces Dios libera de eso, pero lo que Él garantiza es que Sus siervos serán vencedores sobre la muerte y heredarán, con CRISTO, la vida eterna.