¿Habría estado Eva dispuesta a quedarse junto al árbol prohibido y escuchar esas mentiras sobre Dios si hubiera sabido que en realidad estaba escuchando a un ser rebelde del cielo llamado Satanás? Es probable que le hubiera repelido y/o asustado si él hubiera aparecido en persona. Así que Satanás se disfrazó astutamente de serpiente, para incitarla a pecar.
El diablo, y los ángeles expulsados del cielo con él, han utilizado estrategias similares para engañar a la gente en la tierra desde entonces. Esa primera mentira sobre la no muerte ha continuado de una forma u otra en casi todas las religiones del mundo. Incluso la mayoría de las iglesias cristianas de hoy niegan que el verdadero estado de la muerte sea un sueño inconsciente.
En los libros de Reyes y Crónicas aparecen repetidamente versos que nos dicen que David (y otros) durmió con sus padres. Muchas traducciones apoyan este concepto de la muerte como un sueño. Jesús mismo se refirió a la muerte de Lázaro de esta manera (Juan 11:11).
El Apocalipsis nos dice que la primera resurrección ocurre en la Segunda Venida; la segunda después del milenio. ¿Qué necesidad habría de estos eventos, si ya estuviéramos en nuestros destinos finales? Véase 1 Corintios 15:51-52 y Apocalipsis 20:7-9.
A pesar de la abundante y protectora evidencia bíblica sobre el estado de los muertos, muchos cristianos son vulnerables a los que se llaman a sí mismos psíquicos, adivinos y espiritistas, porque se les ha dicho que nuestros seres queridos muertos han ido inmediatamente a su recompensa, y están en el cielo o en el infierno.
Recordemos que “no luchamos contra la carne y la sangre, sino contra… huestes espirituales de maldad” (Efesios 6:12). Levítico 19:31 y muchos otros versículos nos advierten que nos mantengamos alejados de los médiums y de los espíritus familiares. Dios nos ha advertido claramente que nos mantengamos alejados de estas influencias corruptoras, al igual que advirtió a Adán y Eva que no se acercaran al árbol prohibido.
