Lección 2 – Muerte en un mundo pecaminoso – Aqui entre Nos.

Durante un corto tiempo, Adán y Eva disfrutaron de los abundantes placeres de su mundo recién creado. Pero después de su acto traicionero contra la voluntad de Dios, inmediatamente notaron cambios en su situación.

Ya no los cubría la protección de Dios; vieron que estaban desnudos. Ya no veían a Dios como su benefactor; le tenían miedo. La imagen que tenían de sí mismos y de su relación con los demás estaba estropeada; se avergonzaban de sí mismos y empezaban a culpar a otros de lo que habían hecho. Ya no podían evitar el dolor y el sufrimiento; experimentarían dificultades en casi todos los ámbitos de su vida, lo que finalmente incluiría su muerte. Véase Génesis 3:7-19.

Las consecuencias de su deslealtad pueden parecer duras, pero Dios reveló misericordiosamente su plan para devolver algún día el golpe al enemigo que los había engañado tan astutamente. No todo estaba perdido para la desafortunada pareja. La llamada Semilla los rescataría. Adán y Eva debieron sentir cierto alivio con esta buena noticia de Dios. Por lo menos, ahora tenían esperanza.

Génesis 3:15 contiene la primera promesa evangélica. Dios predijo que existiría enemistad, u hostilidad, entre Satanás y el pueblo de Dios. La gracia de Cristo les permitiría luchar contra Satanás, y al final ganarían, porque la cabeza de la serpiente sería magullada (lo que significaba que Satanás recibiría una herida mortal). Aunque era demasiado pronto para nombrar al Mesías en este versículo, los primeros traductores están convencidos de que la “Semilla” se refiere a su Salvador venidero.

La primera promesa que Dios les hizo se ilustró con la matanza de un animal para proporcionarles ropa (Génesis 3:21). Esta experiencia desgarradora les mostró el sacrificio que implicaba su rescate. Era la primera vez que iban a presenciar la muerte, y debió impactarles ver el enorme precio que supuso cubrir su desnudez.

Nos ayuda a comprender este acto simbólico el hecho de que leamos que Dios nos reviste con ropas de salvación y nos cubre con el manto de la justicia (Isaías 61:10). Seguramente, Dios explicó este significado simbólico a Adán y Eva en aquel entonces, ya que se habrían sentido repelidos y asustados si Dios no los hubiera preparado para esta tarea tan emotiva.

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