Cuando Jeremías fue llamado al ministerio profético, él cuestionó a Dios diciendo que no tenía edad y ni poseía preparación para la misión. La misión era realmente desafiadora y ciertamente el temor de ser oído era la mayor preocupación, porque era joven. Otro motivo de temor se encontraba en el hecho de aquello que el pueblo quería y de lo que no quería oír. A pesar de vivir en la condición de apostasía, el pueblo invocaba el derecho de la protección de Dios, porque el templo del Señor estaba entre ellos (Jeremías 7:4).
El pecador que acepta el plan de salvación por la gracia de Dios manifestado en Cristo Jesús y enseñado por el Espíritu Santo, enfrenta algunos problemas suscitados por el enemigo de Dios, que ejercen fuerte influencia. Tres son seguramente los más destructivos del amor nacido por una decisión: Legalismo, liberalismo y secularismo.
El legalista se torna crítico y destituido de amor por el prójimo. El liberal se transforma en cínico espiritual y su amor es direccionado para el secularismo.
