De vez en cuando, Dios ha hecho promesas de pacto, todas relacionadas con cómo redimiría a hombres y mujeres de su estado caído y pecaminoso. Adán, Noé, Abraham, Jacob y David: todos ellos recibieron mensajes de esperanza que los ayudaron en sus momentos de sufrimiento. Y todas estas promesas apuntaban de alguna manera al Mesías venidero, que también sufriría.
Aunque menciona específicamente el pacto hecho con David, el Salmo 89 nos da a todos vislumbres de la vida de Aquel que vendría a este mundo como nuestro Salvador. Observe que en el Salmo 89:9, por ejemplo, se menciona a Uno que calmaría las olas del mar embravecido. Ver también Salmo 65:7 y 107:29. Este evento tuvo su cumplimiento en la vida de Jesús cuando reprendió a los vientos y a las olas y salvó la barca de los discípulos de hundirse (Mateo 3:23-27). El discípulo Juan reconoció al Mesías como el Creador (Juan 1:3), sin duda en parte por presenciar un milagro como este. Su creación también se menciona en el Salmo 89:11 y por otros salmistas.
El Salmo 89 nos recuerda la fidelidad de Dios al guardar su pacto. También incluye nuestra falta de fidelidad para cumplir las promesas que le hemos hecho. A pesar de nuestros tiempos de lealtad vacilante, Dios es fiel al recibirnos cuando nos arrepentimos y volvemos a la relación con Él que necesitamos para vencer el pecado.
