Daniel y Habacuc vivieron en la misma época y compartieron experiencias proféticas similares. Ambos habían pasado por el trauma del exilio y la dominación babilónica, pero Dios predijo más problemas en el horizonte para el pueblo de Dios y esto debió ser preocupante de descubrir.
Habacuc hizo a Dios algunas preguntas difíciles en el primer capítulo de su libro. Y Dios le dijo honestamente que lo peor estaba por venir con la toma de posesión de los asirios. A veces es necesario que Dios nos dé un panorama más amplio, para que podamos poner nuestras pruebas actuales en perspectiva y seguir adelante. Habacuc había expresado la necesidad de esa información más amplia y Dios vio que sería provechoso para él recibirla en ese momento.
Los cristianos que viven hoy pueden esperar que las cosas en este mundo empeoren también. Pero ese conocimiento no debe inhibir nuestra esperanza en el futuro. Nuestra eternidad con Dios todavía está garantizada para aquellos que se aferran a la bendita esperanza de la salvación.
Aunque no es necesario que nos detengamos en las oscuras y apocalípticas profecías que Dios ha compartido en su palabra, llegarán momentos en los que apreciaremos las honestas revelaciones que Dios ha expuesto para nosotros. Conocer el panorama general de antemano puede ser útil cuando los tiempos de problemas nos abruman.