La lección de esta semana habla acerca de “Jesús se mezcla con las personas”. Esto que quiere decir. Que necesitamos mezclarnos con las personas que queremos alcanzar, este es el primer asunto, y el segundo es. Necesitamos tener sabiduría al mezclarnos con las personas, como Jesús lo hizo, hay que mezclarse con el mundo. Pero no ser del mundo, debemos ser la sal de la tierra, y buena sal, pero no en mal estado que no tenga sabor. Sabemos que la sal puede perder su sabor una vez que se mezcle con otras sustancias inconvenientes.
Sabemos que Jesús fue rechazado y criticado por mezclarse con los pecadores, prostitutas, ladrones, Jesús se había colocado intencionalmente con ellos, aunque la tierra debía estar en cuarentena por todos los pecados, pero Jesús vino al mundo y se convertido en hombre, y lo que él nos demuestra es que en vez de ser infectado por el mundo. El actuó con su infección inmaculada y transformo a la humanidad.
Saben ¿cuál es el secreto para no infectarse al mezclarnos con el mundo? El secreto es, sentirse tan pleno con la vida de Jesús que al tocar el mundo, en vez de infectarnos nosotros lo infectamos. Hay características importantes que debemos tener en cuenta para mezclarnos con el mundo, es “mirar como Jesús miró, y amar como Jesús amó”.