Adán y Eva pecaron comiendo del fruto prohibido. Se convirtieron en pecadores, se mudó la naturaleza de ellos. No podían engendrar hijos perfectos, aunque ni sus hijos, ni nietos, ni ningún descendiente de ellos hubiera comido del fruto de la ciencia del bien y del mal.
JESÚS, nacido de mujer, pero generado por el ESPÍRITU SANTO, no pecó. Su justicia puede, por la decisión del libre albedrío, así como el pecado de Adán pasó a todos, pasar a todos y éstos ser salvos. Luego, así como el pecado de Adán pasó a todos, la justicia de CRISTO también puede pasar a todos. Esto es un acto del amor de Dios, así como la degeneración de Adán fue un acto de las consecuencias del pecado.