Eclesiastés 3:12, 13 nos recuerda que el trabajo está destinado a nuestro disfrute. Es un regalo de Dios. Una ocupación útil, una en la que nuestras habilidades e intereses dados por Dios contribuyen a satisfacer las necesidades de la gente, es un logro muy notable.
No importa cuál sea nuestro campo de trabajo elegido, podemos usarlo para elevar a Dios y glorificar su nombre en el mundo. La gente observa, no sólo los productos de nuestro trabajo, sino nuestra manera de hacer el trabajo. Los compañeros de trabajo o clientes con los que tenemos contacto deben ser considerados nuestro campo de trabajo para Dios. Siempre les proporcionamos un ejemplo vivo de cómo es la vida de un cristiano.
Un trabajo ofrece más que una razón para levantarse por la mañana. Cuando aprendemos a trabajar a la manera de Dios, hay abundante satisfacción en cualquier trabajo que nuestras manos y mentes encuentran para hacer.
