Es imposible para nosotros saber exactamente cómo fue el conflicto en el cielo. ¿Fue una guerra real, física o una batalla antagónica con palabras e ideas? ¿O tal vez una combinación de ambos?
Sabemos que hubo engaño involucrado. Juan 8:44 nos dice que el diablo es mentiroso, e incluso padre de mentira. En otras palabras, la mentira empezó con él. Su orgullo lo llevó a difundir rumores sobre el carácter de Dios: que no era justo que Cristo, el Hijo de Dios, fuera adorado más que él.
Tantos ángeles se pusieron del lado de Lucifer al creer estas mentiras que se hizo necesario que Cristo arrojara a Lucifer y sus partidarios del cielo a nuestra tierra. Esto suena como un acto físico, lo que nos lleva a creer que la lucha se había desarrollado hasta el punto de ser física. Esto es similar a cómo progresan nuestras guerras humanas. El odio y la desconfianza se arraigan tanto entre las personas que provocan golpes que, con el tiempo, pueden desembocar en una guerra a gran escala.
Afortunadamente, Cristo parece haber tenido la ventaja, incluso al comienzo del conflicto. Su carácter de amor le hizo perdonar la vida a Lucifer y a aquellos que decidieron seguirlo. Eligiendo en cambio desterrarlos a la tierra.
Nosotros también debemos elegir bando. ¿Seguiremos a Cristo o a su enemigo, ahora llamado Satanás? La guerra continúa, especialmente aquí donde ahora reside Satanás.
