Una forma ordenada de pensar sobre el propósito de Dios en nuestras vidas podría ser pensar primero en él como nuestro refugio: “una ayuda muy presente en problemas” (Salmo 46: 1). Luego, como nuestro rey, con el segundo venido para esperar (Salmo 47: 2). Seguido de nuestro juez, que es lo que regresa a la tierra para hacer (Salmo 75: 7). Y, por último, como nuestra salvación, el resultado final cuando Dios elimina el pecado y el sufrimiento de una vez por todas (Salmo 67: 2).
Pero no importa cómo o por qué nuestros pensamientos se vuelven hacia Dios, es importante detenerse en él y compartirlo con tantos como podamos en esta tierra. Especialmente en los últimos días, necesitamos tantos aspectos e imágenes de Dios como podamos. Encontrarlo leyendo y meditando sobre las hermosas revelaciones de él en el Libro de los Salmos es una buena manera de armarnos para cualquier juicio que nos llegue. Estas canciones de elogio son una excelente herramienta para compartirlo con otros que también pueden estar luchando con alguna prueba o tentación.