Todos queremos estar en el lado correcto en ese gran Día del Juicio. El joven rico se acercó a Jesús, preguntándole qué debía HACER para heredar la vida eterna (Lucas 18:18). Aunque Jesús incluyó una respuesta que señalaba correctamente los Mandamientos como su guía para llegar allí, también le recordó tiernamente que en realidad lo que le faltaba era amor. El joven rico no estaba dispuesto a abandonar sus riquezas para seguir a Jesús. Cumplía los mandamientos de manera legalista, sin amor en su corazón por Dios ni por los demás.
El mensaje del primer ángel es otra invitación divina a venir y seguirle. Se nos anima a ponernos del lado de Dios en el gran conflicto cósmico. Sólo podemos hacerlo evitando el legalismo y amando a Dios con todo nuestro corazón, mente y alma. Nosotros también nos sentiremos inspirados y capacitados para entonar un nuevo y glorioso cántico de alabanza a nuestro Redentor cuando lleguemos al cielo. El Juicio no es nada que temer cuando lo hemos entregado todo a Dios y le hemos seguido a donde Él nos guíe, como nos ha mostrado en los Mandamientos.
