Leccion 9 Edicion Adultos: “Ídolos del alma (y otras lecciones de Jesús)” Sabado 28 de mayo 2016

Segundo trimestre (abril-junio) de 2016

“Ídolos del alma (y otras lecciones de Jesús)”

Lección 9: Para el 28 de mayo de 2016

 

Sábado 21 de mayo

Lee Para el Estudio de esta Semana: Eclesiastés 9:10; Mateo 18:1-4; Mateo 18:21-35; 19:16-30; Gálatas 3:21, 22; Mateo 19:27..

Para Memorizar: “En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” (Mat. 18:1).

Como seres humanos, somos producto del ambiente y la cultura. Ellos dan forma a nuestros valores, creencias y actitudes. No importa si te has criado en un área metropolitana o en una aldea sin agua potable, la cultura y el ambiente en los que creciste han influido grandemente en hacer de ti lo que eres. Y aun si te movieras a un ambiente distinto, aquel en el que te criaste ya ha dejado en ti una marca que te acompañará toda la vida.

Lamentablemente, la mayoría de los ambientes y las culturas actúan en contra de los principios del Reino de Dios. Este es un mundo caído; los valores, la moral y las costumbres reflejan esa situación, y no podría ser de otro modo. Así como tampoco es fácil para nosotros notar esto, justamente, porque estamos inmersos en ese ambiente.

El propósito de la obra de Dios en nuestros corazones es revelar los valores, la moral y las normas del Reino de Dios. Como veremos, estos a menudo difieren grandemente de aquellos en los cuales hemos nacido y fuimos criados. Los discípulos tenían que aprender estas lecciones, y también debemos hacerlo nosotros.

 

Domingo 22 de mayo:

La grandeza de la humildad

¿Quién no aspira a la grandeza? Es decir, ¿quién no quiere ser grande o hacer cosas grandiosas? Este deseo no siempre surge del egoísmo, del ego o de la arrogancia. Podrías estar desempeñándote lo mejor posible en lo que tienes que hacer, esperando que tu labor y tu esfuerzo sean de bendición para otros. (Ver también Ecl. 9:10.)

Sin embargo, el problema aparece al intentar definir “grandeza”. Es muy fácil para nuestras mentes caídas comprender este concepto de forma muy diferente de la visión de Dios.

Lee Mateo 18:1 al 4. De acuerdo con Jesús, ¿qué es la verdadera grandeza? ¿Cómo hemos de entenderla a fin de que podamos aplicarla a nuestra vida?

Para definir la verdadera grandeza, Jesús llamó a un niño a su lado y dijo que “cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (vers. 4). Jesús no habló acerca de ser un gran predicador, o un gran empresario, o siquiera un gran filántropo. La grandeza, a la vista de Dios, es lo que somos por dentro, no lo que hacemos exteriormente (aunque lo que está adentro impactará en lo que hacemos externamente).

Nota, Jesús define la grandeza de una manera que la mayoría de las personas en el mundo no lo hace. Porque ¿quién despierta un día y decide que la grandeza que él quiere en la vida es ser tan humilde como un niño pequeño? Es extraño aspirar a algo como eso, pero esto solamente se debe a que estamos saturados de los principios, las ideas y los conceptos del mundo.

¿Qué significa ser humilde como un niño pequeño? Uno de los indicadores es la obediencia: aceptar la Palabra de Dios antes que tu propia voluntad. Si en tu vida estás en el camino equivocado, es porque estás en tu propio camino. La solución es sencilla: humíllate y vuelve al sendero de Dios, obedeciendo su Palabra. Si Adán y Eva se hubieran mantenido humildes, no habrían pecado. Es interesante notar que el árbol de la vida y el árbol del conocimiento estaban ambos en el medio del huerto. A menudo la vida y la destrucción no están separadas por mucha distancia. La diferencia es la humildad.

¿Cuáles son algunas actitudes e ideas que sostenemos solo por estar en contacto con el mundo, y que están en conflicto con la Palabra de Dios? Lleva tu respuesta a la clase el sábado.

 

Lunes 23 de mayo:

La grandeza del perdón

Una de las peores consecuencias de la Caída se ve en las relaciones interpersonales. Desde Adán echándole la culpa a Eva (Gén. 3:12) hasta ahora, nuestra raza ha sido arrasada y degradada por conflictos entre personas, no solo en el mundo sino también en la iglesia.

Lee Mateo 18:15 al 35. ¿Qué nos enseña Jesús aquí? No obstante, ¿por qué a menudo no seguimos sus consejos?

Afrontémoslo: es más fácil quejarnos de una persona por atrás que ir directamente a ella y resolver el problema. Por eso no lo hacemos, a pesar de lo que el Señor nos ha dicho al respecto. Jesús nos enseña a ir directamente a quien nos hirió e intentar restaurar la relación. Si la persona no es receptiva, hay instrucciones adicionales.

“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mat. 18:20). Considera el contexto de este versículo: tiene que ver con la disciplina y la restauración de otra persona. (Tendemos a aplicar este texto más ampliamente.)

Jesús dice que el Espíritu Santo está presente cuando un pequeño grupo trata de restaurar a un creyente. Esta es la hermosa obra de la Redención. Y comienza con hacer lo correcto con humildad y hablar directamente con alguien que te ha herido. Esto es otro ejemplo de grandeza en quien actúa así.

Lee Mateo 18:21 al 35. ¿Qué punto vital presenta Jesús?

Cuando Jesús indica “perdonar setenta veces siete”, está diciendo que nunca debemos dejar de perdonar a alguien. Jesús habla de la necesidad del perdón no solo para el beneficio de otros, sino de uno mismo. Considera la parábola que presentó para establecer esto. Se nos puede perdonar por muchas cosas; de eso trata el evangelio: del perdón (ver Éxo. 32:32; Hech. 5:31; Col. 1:14). No obstante, si no perdonamos a otros de la manera en que Dios nos ha perdonado, enfrentaremos graves consecuencias.

¿Por qué es importante meditar sobre la Cruz y el perdón que se nos ha dado por medio de ella? Si Dios hizo esto por ti, si eso es lo que se necesitó para perdonarte, ¿cómo puedes aprender a perdonar a otros, sin importar cuán imposible parezca ser ese perdón?

 

Martes 24 de mayo:

Ídolos del alma

Lee Mateo 19:16 al 30. Como cristianos del Nuevo Testamento, ¿de qué modo debemos relacionarnos hoy con esta historia? ¿Qué lecciones podemos obtener para nosotros mismos?

Aunque no se dice mucho acerca de este hombre, hay algunos puntos sobresalientes. Era un gobernante (ver Luc. 18:18), tenía riquezas y era un seguidor muy escrupuloso de la Ley de Dios. Vemos que él sintió que faltaba algo en su vida. Nos hace recordar un poco la historia de Martín Lutero; aunque era un monje piadoso, en su interior no estaba satisfecho con su vida espiritual y luchaba con la certeza de la salvación. En ambos casos, los hombres sentían, entre ellos y Dios, una gran brecha que no podían llenar con sus obras externas. “Este príncipe tenía en alta estima su propia justicia. No suponía, en realidad, que fuese deficiente en algo, pero no estaba completamente satisfecho. Sentía la necesidad de algo que no poseía. ¿Podría Jesús bendecirlo como había bendecido a los niñitos y satisfacer la necesidad de su alma?” (DTG 477). Algunas personas pueden alegar que, en esta historia, Jesús está enseñando que recibimos la vida eterna sobre la base de nuestras buenas obras.

¿No dice en Mateo 19:17: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”? Si este fuera el único texto sobre el tema, uno podría presentar su argumento aquí. Pero muchos otros textos, especialmente en los escritos de Pablo, enseñan que la Ley no nos salva sino que, más bien, señala nuestra necesidad de salvación (ver Rom. 3:28; Gál. 3:21, 22; Rom. 7:7). Sin embargo, Jesús quería guiar a este hombre para que viera su propia necesidad de algo más que lo que estaba haciendo. Después de todo, si el solo guardar la Ley pudiera salvarnos, entonces el joven ya habría sido salvo, puesto que era escrupuloso en guardarla. El evangelio necesita penetrar en el corazón, y los ídolos del alma y cualquier cosa que sea un obstáculo para nuestra relación con Dios deben desaparecer. En este caso, era el dinero. Jesús notó cuán difícil es que un rico pueda salvarse; y no obstante, poco después, Lucas registra una hermosa historia de exactamente ese evento (ver Luc. 19:1-10).

Si estuvieras en la posición del joven rico y le hicieras a Jesús la misma pregunta, ¿qué crees que te diría? Medita en las implicaciones de tu respuesta.

 

Miércoles 25 de mayo:

¿Qué hay en esto para nosotros?

¿Qué sucede inmediatamente después del incidente con el joven rico? “Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?” (Mat. 19:27).

Nada en el texto dice qué originó esta pregunta, pero fácilmente podría ser una respuesta al alejamiento del joven rico de Jesús. Pedro parece estar implicando que, a diferencia de este hombre y de otros que rechazaron a Jesús o lo dejaron después de un tiempo, él y los otros discípulos habían dejado todo por Jesús. Ellos seguían fieles a Jesús, incluso a un gran costo personal. De ese modo, la pregunta es: ¿Qué ganamos nosotros con esto?

Desde la perspectiva actual, podríamos ver esta pregunta como otra indicación de cuán duros de corazón y espiritualmente torpes eran los discípulos (y hasta cierto punto, eso es cierto). Por otro lado, ¿por qué no hacer una pregunta como la de Pedro? ¿Por qué no podía preguntar qué obtendrían al seguir a Jesús?

Después de todo, la vida es dura, aun para aquellos que tienen lo mejor. Todos estamos sujetos a traumas, a chascos, al dolor de nuestra existencia caída. En el siglo XIX, un intelectual italiano llamado Giácomo Leopardi escribió acerca de dominar la infelicidad de los seres humanos, diciendo que “mientras el hombre sienta la vida, también sentirá falta de placer y dolor”.

La vida, a menudo, es una lucha, y lo bueno en este mundo no siempre se equilibra con lo malo. Por eso la pregunta de Pedro tiene sentido. Porque la vida es dura, ¿qué ventaja tenemos por seguir a Jesús? ¿Qué debemos esperar por hacer la clase de compromiso que Jesús pide de nosotros?

¿De qué forma respondió Jesús a esta pregunta? (Ver Mat. 19:28-20:16.)

Nota que Jesús no reprendió a Pedro por ser egoísta ni nada parecido. Le dio primero una respuesta muy directa y, después, contó la parábola de los obreros y su salario. Aunque durante siglos se ha discutido el significado de esta parábola, el punto básico es claro: recibirás de Jesús lo que él ha prometido.

Si alguien te preguntara: “¿Qué obtendrás por servir a Jesús?”, ¿qué responderías?

 

Jueves 26 de mayo:

“Podemos”

Para apreciar realmente la historia de hoy acerca de Santiago y Juan (y la madre de ellos) en Mateo 20:20 al 27, primero lee Lucas 9:51 al 56. Este evento ocurrió cuando Jesús y sus discípulos fueron primero a Jerusalén, pocos días antes de que Santiago y Juan preguntaran si podían sentarse a la derecha y a la izquierda de Jesús en el Reino.

Lee Mateo 20:20 al 27. ¿Qué nos dice Lucas 9:51 al 56 acerca de cuán listos estaban Santiago y Juan para sentarse a la derecha y a la izquierda de Jesús?

Santiago y Juan, los Hijos del Trueno, todavía estaban más preocupados por su propio futuro que por la salvación de los que los rodeaban, aun después de haber sido enviados a evangelizar a las regiones circundantes. En cierto modo, esta historia es parecida a lo que consideramos ayer, con la pregunta de Pedro acerca de lo que obtendrían por seguir a Jesús.
Considera la respuesta que dio Jesús: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” (Mat. 20:22). En otras palabras, identificarse con la futura gloria de Jesús significaba, primero, identificarse con sus sufrimientos y su muerte, algo que ellos no habían previsto ni estaban listos para hacer. El hecho de que respondieran inmediatamente: “Podemos” (Mat. 20:22) muestra que no sabían de qué les estaba advirtiendo Jesús. Finalmente aprenderían.

Se presenta aquí un contraste interesante en el que debemos pensar nosotros mismos. Como vimos, se nos prometen cosas maravillosas, incluso la “vida eterna” (Mat. 19:29), si seguimos a Jesús. La Biblia también deja en claro que, en este mundo, seguir a Jesús tiene un costo, a veces muy grande. Jesús más tarde le dijo a Pedro que él moriría como mártir (ver Juan 21:18, 19). Muchos creyentes a lo largo de la historia, y aún hoy, han pagado un precio elevado por seguir a Jesús. De hecho, sería sabio preguntarnos qué anda mal en nuestra vida si no hemos pagado un precio alto por seguir al Señor. No obstante, cualquiera que sea el precio, es realmente bajo.

¿Qué te ha costado seguir a Cristo? Piensa con cuidado en las implicaciones de tu respuesta.

 

Viernes 27 de mayo

Para Estudiar y Meditar:

A lo largo de los siglos, algunas personas han alegado en favor de lo que a veces se llama la “ley natural”. Aunque viene en muchas formas y maneras, se presenta la idea de que es posible que se desprendan del mundo natural principios morales que pueden ayudarnos a guiar nuestras acciones. En un sentido, como cristianos que creemos que la naturaleza es el “segundo libro” de Dios, podemos aceptar que hay algo de verdad en esto. Por ejemplo, consideremos el discurso de Pablo en Romanos 1:18 al 32 sobre lo que la gente debería haber aprendido del mundo natural acerca de Dios. Tampoco podemos olvidar que este es un mundo caído, y que lo vemos con mentes caídas y corruptas, y podemos obtener de la naturaleza lecciones morales equivocadas. Por ejemplo, una de las más grandes mentes de la antigüedad, el filósofo griego Aristóteles, alegaba en favor de la esclavitud basado en su comprensión de la naturaleza. Para él, la naturaleza revelaba dos grupos de personas, uno de los cuales era “inferior a los otros… como… una bestia a un hombre”. Así, para ellos, “una vida de sometimiento esclavo es ventajosa”. Esto es solo uno de muchos ejemplos que podemos encontrar sobre el modo en que los principios mundanos, y sus valores e ideas, están en conflicto con los principios del Reino de Dios. Por eso mismo, sin importar dónde nacimos y nos criamos, necesitamos estudiar la Palabra de Dios y aprender de ella la moral, los valores y los principios que deben gobernar nuestras vidas. En sí mismo, nada más es confiable.

Preguntas para Dialogar:

  1. Jesús nos llama a perdonar a todos los que nos hieren. Esto incluye a nuestras propias familias. Piensa en alguien cercano a ti que te hirió. Aunque las cicatrices siempre estarán allí, ¿cómo llegas a un punto en el que puedes perdonar?
  2. En la clase, analicen las respuestas que dieron a las preguntas del domingo acerca del choque entre los valores de nuestra sociedad y los de la Biblia. Como cristianos, ¿de qué forma debemos lidiar con estas diferencias?
  3. Medita en la idea de la grandeza como el tener la humildad de un niño. ¿Qué significa eso para nosotros como cristianos?
  4. Como adventistas del séptimo día creemos en obedecer la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, y es correcto. No obstante, ¿qué nos dice la historia del joven rico sobre el hecho de que, por importante que sea la obediencia exterior a la Ley de Dios, eso no es suficiente, y que el verdadero cristianismo, aunque incluye la obediencia a la Ley de Dios, abarca más que eso?
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