Leccion 9. Edicion adultos “El día de Jehová (Sofonías)” Sabado 1º de Junio 2013

Sábado 25 de mayo

rclaroLee Para el Estudio de esta Semana: Sofonías 1:14-18; Joel 2:1-11; Sofonías 2:1-3; Isaías 11:4; Sofonías 3:1-5; Isaías 62:5; Nahum 1-3.

rojoPara Memorizar: “Terrible será Jehová contra ellos, porque destruirá a todos los dioses de la tierra, y desde sus lugares se inclinarán a él todas las tierras de las naciones” (Sof. 2:11).

rclaroPensamiento clave: El juicio viene; pero la gracia y la misericordia todavía están disponibles para quienes las buscan sinceramente.

SI LOS LIBROS de los profetas estuvieran en orden cronológico, Sofonías estaría entre Isaías y Jeremías. Durante el reinado de Manasés, el más impío de los reyes de Judá, la predicación de Sofonías apoyó a Jeremías, y juntos iniciaron un reavivamiento en el reinado de Josías, nieto de Manasés.

La predicación de Sofonías condenó la corrupción que había en la sociedad judía. Señaló la necesidad de arrepentimiento basada en el hecho de que el amor de Dios todavía llamaba a su pueblo a la humildad y a la fidelidad. Su mensaje era doble: hay una amenaza de juicio inminente y universal, que incluirá hasta al pueblo de Dios; y no obstante, también se promete que los salvados de todas las naciones se unirán al remanente de Israel en servir a Dios y gozar de sus bendiciones. El estudio de esta semana mostrará que el mensaje de Sofonías todavía interesa a quienes proclaman el mensaje de esperanza a un mundo caído.

 

Domingo 26 de mayo:

Un día de oscuridad

El punto focal del mensaje de Sofonías es el “día de Jehová” (Sof. 1:7). Para los profetas bíblicos, el día de Jehová se refiere a un período específico de tiempo en el cual Dios interviene en los asuntos humanos a fin de salvar y juzgar. La mayor parte de la gente en el antiguo Israel creía que en ese día Dios salvaría y exaltaría a Israel mientras que las naciones enemigas serían destruidas para siempre. Para gran sorpresa de quienes escuchaban, el profeta declaró que el día de Jehová sería un día de condenación hasta para el pueblo de Dios (Sof. 1:1-5), porque habían pecado contra él (Sof. 1:17).

Compara Sofonías 1:14 al 18 con Joel 2:1 al 11, y Amós 5:18 al 20. Juntos, ¿qué cuadro presentan acerca del “día de Jehová”?

Sofonías iguala el juicio venidero con la eliminación de toda vida en los días del gran diluvio (Gén. 6-8). El catálogo de muerte en Sofonías 1:2 y 3 está dispuesto más o menos en orden inverso al orden original de la creación: la humanidad, los animales terrestres, las criaturas del aire, y las del mar (comparar con Gén. 1:20-27).

El profeta advirtió a la gente que no podría comprar una escapatoria del juicio (Sof. 1:18). Ni la plata ni el oro la protegerían de la ira de Dios. El pueblo complaciente de Jerusalén pretendía que Dios no haría ni bien ni daño. Sencillamente esperaban que Dios no hiciera nada (Sof. 1:12). Pero los juicios divinos revelan que Dios obra activamente para asegurar que habrá un futuro para su pueblo fiel.

Sofonías deja claro que el juicio de Dios no es solo punitivo sino correctivo. Dios extiende una promesa de proteger a quienes lo buscan (Sof. 2:3). El día de Jehová es más que el fin del mundo. Es el comienzo del futuro establecimiento del gobierno de Dios, que durará para siempre.

Lee Sofonías 1:18. ¿De qué maneras aun ahora experimentamos la verdad del principio expresado aquí? Es decir, ¿qué clase de situaciones hemos afrontado donde todo el dinero del mundo no podía salvarnos?

 

Lunes 27 de mayo:

Los humildes de la tierra

En Sofonías 2:1 al 3 encontramos el llamado al arrepentimiento que hace el profeta. Aun cuando la destrucción es inminente, hay todavía tiempo para ser protegido de la calamidad, pero solo si la nación se arrepintiera. Los malvados que rehúsan arrepentirse serán consumidos como paja en el día del juicio. En Salmos 1:4 los malvados también son comparados con la paja, y al fin, perecen.

Con las palabras “Buscad a Jehová”, Sofonías anima a los que se humillan ante Dios a aferrarse a su fe. El profeta enseña que buscar a Dios es lo mismo que buscar justicia y humildad. Esta actitud de arrepentimiento es esencial para escapar del juicio venidero.

Sofonías llama al pueblo arrepentido “los humildes de la tierra” (Sof. 2:3). ¿De qué modo los siguientes pasajes arrojan luz sobre esta expresión, que también se traduce como “los pobres de la tierra”? Mat. 5:3; Sal. 76:9; Isa. 11:14; Amós 8:4.

Los humildes son aquellas personas que permanecieron fieles a Dios y a quienes él guía y enseña. El salmista dice: “Bueno y recto es Jehová; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera” (Sal. 25:8, 9). A los humildes se les suplica que se preparen para el juicio venidero buscando a Dios, la justicia y la humildad.

Para los humildes que son fieles la posibilidad de sobrevivir se expresa por medio de la palabra quizás. La supervivencia depende de la gracia divina, y la gracia es algo que no debe darse por sentado. Frente a la ruina inminente, hay esperanza para el futuro pues Dios es misericordioso. Dios ha prometido proteger a todos los que confían en él (Joel 3:16; Nah. 1:7). Este tipo de confianza elimina la suficiencia propia, el engaño y la impostura.

“No hay nada al parecer tan débil, y no obstante tan invencible, como el alma que siente su insignificancia y confía por completo en los méritos del Salvador. Mediante la oración, el estudio de su Palabra y el creer que su presencia mora en el corazón, el más débil ser humano puede vincularse con el Cristo vivo, quien lo tendrá de la mano y nunca lo soltará” (MC 136). ¿Cuál fue tu propia experiencia con estas increíbles promesas? ¿Cómo puedes aprender a tener esa clase de caminar íntimo con Dios?

 

Martes 28 de mayo:

Una ciudad corrupta

Un proverbio chino dice que el lugar más oscuro de una habitación está inmediatamente debajo de la vela. Este proverbio podría aplicarse a la condición moral de Jerusalén en los días de Sofonías. El profeta ha completado la proclamación de los juicios divinos sobre los países vecinos de Judá (ver Sof. 2) tales como Filistea al oeste, Moab y Amón al este, Cush al sur y Asiria al este. No obstante, no se detiene allí. Sigue exponiendo los pecados de quienes viven en la ciudad propia de Dios sobre la tierra, en Jerusalén misma.

Lee Sofonías 3: 1 al 5. ¿A quién se condena, y por qué? Pregúntate: ¿Cómo podía el pueblo de Dios, los que recibieron tanta luz y verdad, acabar tan corrompidos? ¿Cómo podemos protegernos de que nos ocurra lo mismo?

La capital de Judá está en el centro de la preocupación de Sofonías. Acusa a sus dirigentes de la degradación moral de la ciudad. La corrupción surge directamente de su fracaso como líderes de vivir a la altura de las funciones y responsabilidades que les han sido asignadas (comparar con Jer. 18:18; Eze. 22:23-30). La corte corrupta, manejada por oficiales, se compara con “leones rugientes”, y los jueces se caracterizan como “lobos nocturnos”. El templo no lo pasa mejor porque los sacerdotes no enseñan la palabra de Dios, ni los profetas hablan la verdad.

“Durante el reinado de Josías, la palabra del Señor fue comunicada a Sofonías, para especificar claramente los resultados de la continua apostasía, y llamar la atención de la verdadera iglesia a las gloriosas perspectivas que la esperaban. Sus profecías de los juicios a punto de caer sobre Judá se aplican con igual fuerza a los juicios que han de caer sobre un mundo impenitente en ocasión del segundo advenimiento de Cristo” (PR 287).

Mira a tu alrededor. Por atrayente que sea, el mundo, en última instancia, está condenado a la destrucción. Uno ni siquiera tiene necesidad de creer en la Biblia para ver cuán fácilmente podría ocurrir esta destrucción. ¿Por qué Dios es nuestra única esperanza, y cómo podemos aprender a depender más de él y no confiar en las cosas vanas de este mundo?

 

Miércoles 29 de mayo:

La mayor delicia de Dios

“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos” (Sof. 3:17).

En la sección final de su libro (Sof. 3:9-20), el profeta se vuelve de un tema de ira a uno de restauración. Más allá del juicio, llegamos a las metas últimas de Dios. Cuando las naciones hayan sido disciplinadas, juntas invocarán a Dios y le servirán de todo corazón. Los labios de la gente serán purificados de modo que todos alaben y adoren a Dios, sirviéndole. Un remanente pequeño, pero humilde y fiel, sobrevivirá en Judá y ocupará el lugar de los orgullosos líderes.

Más importante, Dios morará entre su pueblo y corregirá sus errores pasados. Ya no necesitarán vivir con temor porque Dios estará con su pueblo, morando en medio de ellos. Él será el Libertador y Salvador. “Ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice” (Sof. 3:13).

Tales bendiciones normalmente harían que el pueblo de Dios se alegre por él, pero el profeta declara que Dios se regocijará sobre ellos. Su amor y gozo por su pueblo serán tan grandes que gritará sobre ellos con júbilo.

¿Cómo describe el profeta Isaías el gozo de Dios sobre su pueblo redimido? Isa. 62:5; 65:19.

El gran Rey, el divino Guerrero, protegerá y vindicará a su pueblo. Les otorgará todos los beneficios de su victoria, la que ganó por nosotros en la cruz. Él exaltará a los humildes y transformará la desgracia, el sufrimiento y la alienación en una experiencia de honor, de bendiciones, y estará con ellos. Se dará prominencia a los cojos y los descarriados, un tema que está en el centro del mensaje proclamado por Jesucristo.

Aun en medio de tales advertencias abrumadoras, Dios ofrece esperanza a su pueblo. ¿De qué manera podemos, como adventistas, confiando en la promesa de la segunda venida, aprender a vivir cada día con esa esperanza? ¿Cómo podemos aprender a mantener viva esa esperanza, especialmente en tiempos de dificultades, cuando el mundo no ofrece nada sino dolor?

 

Jueves 30 de mayo:

La respuesta de Dios a la injusticia

Lee Nahum 1 al 3. ¿Qué versículos especialmente nos enseñan acerca del carácter de Dios? ¿Cómo podemos aplicar esto a nuestra comprensión de los eventos de los últimos días?

La profecía de Nahum es la Palabra de Dios contra el reino de este mundo como lo representaba Nínive. Mientras el profeta observaba este mundo, veía a Dios moviéndose contra el Imperio Asirio. Anunció que su capital, Nínive, pronto caería, para no levantarse más. Nahum habló con gran confianza porque conocía a Dios y, por medio del don de profecía (Nah. 1:1), Dios le había mostrado lo que sucedería. Dios no dejaría sin castigo al culpable (Nah. 1:3; Éxo. 34:6, 7).

Los asirios habían saqueado muchas naciones y tenían una insaciable sed de poder. Su crueldad era conocida. Como la “navaja” de Dios (Isa. 7:20), con ansias habían trasquilado a sus vecinos. Ahora era el tiempo en que la navaja debía quebrarse. Los instrumentos de los juicios de Dios no están exentos de juicio. Nínive ya no existe, pero el testimonio profético sigue viviendo. Nos recuerda que aunque la justicia de Dios parezca lenta, al fin nada la detendrá.

Como ya vimos, años antes del tiempo de Nahum, los ninivitas que oyeron la predicación de Jonás se habían arrepentido, y Dios perdonó su ciudad. Pero el arrepentimiento no duró; el pueblo volvió a sus viejos caminos. Muchos países que habían sufrido bajo su yugo opresor habrían de recibir la noticia de la caída de Nínive con estruendoso aplauso. Un mensajero vendrá para traer la noticia (Isa. 52:7) de que el poder de Asiria está quebrado, junto con sus dioses. El pueblo de Dios podrá otra vez adorar en paz (Nah. 1:15).

Aunque la ira de Dios es grande, más tierna es su misericordia. Él protege a los que esperan en su bondad. Nahum enseña que Dios cuida a quienes confían en él, pero que perseguirá a sus enemigos con oscuridad (Nah. 1:8). Dios había decidido que el día del juicio de Nínive había llegado.

El profeta muestra que Dios tiene gran poder. Toda la creación tiembla ante él. Él no tolera el pecado para siempre, pero es un Salvador para todos los que confían en él. No hay terreno neutral. Estamos de un lado o del otro. “El que no es conmigo, contra mí es”, dijo Jesús (Mat. 12:30).

 

Viernes 31 de mayo

Para Estudiar y Meditar:

“Con infalible exactitud el Infinito sigue llevando cuenta con las naciones. Mientras ofrece su misericordia, y llama al arrepentimiento, esta cuenta permanece abierta; pero cuando las cifras llegan a cierta cantidad que Dios ha fijado, el ministerio de su ira comienza. La cuenta se cierra. Cesa la paciencia divina. La misericordia ya no intercede en favor de aquellas naciones” (PR 269).

“Frente a los mundos no caídos y al universo celestial, el mundo ha de dar cuenta ante el Juez de toda la tierra, el mismo a quien han condenado y crucificado. ¡Qué día de ajuste será aquél! Es el gran día de la venganza de Dios. Cristo entonces no estará en el tribunal de Pilato. Pilato y Herodes, y todos los que se burlaron del Señor, lo azotaron, rechazaron y crucificaron, comprenderán entonces qué significa sentir la ira del Cordero. Sus hechos aparecerán ante ellos en su verdadero carácter” (TM 132).

Preguntas para Dialogar:

  1. Algunas personas del tiempo de Sofonías hicieron cosas terribles contra Dios y contra sus conciudadanos, mientras otros fueron sencillamente complacientes mientras se desarrollaban esos males. ¿Cuál de estos dos pecados crees que es peor a los ojos de Dios? Justifica tu respuesta.
  2. Repasa la pregunta final de la sección del lunes, donde se citan estas palabras: “No hay nada al parecer tan débil, y no obstante tan invencible, como el alma que siente su insignificancia y confía por completo en los méritos del Salvador”. ¿Qué significa confiar “por completo en los méritos del Salvador”? ¿Cómo nos revelan estas palabras la gran verdad de la salvación por solo la fe en Cristo, y por qué esta verdad es tan central en todo lo que creemos? Si no confiamos en sus méritos, ¿en los méritos de quién podemos confiar?
  3. ¿Por qué es tan fácil, especialmente para los que viven en abundancia y comodidad, olvidar cuán totalmente dependientes somos de Dios por todo lo que tenemos? ¿Cómo podemos protegernos contra este engaño fatal?
  4. Medita en la idea de que Dios canta y se alegra sobre su pueblo. Tendemos a pensar en que nosotros cantamos y nos alegramos en Dios y lo que él hizo por nosotros. ¿Qué significa que él cante y se alegre sobre nosotros? ¿Cómo puede ser, considerando el estado más bien patético en el que todos nos encontramos?
Radio Adventista
0 comments… add one

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.