Jonathan Gallagher Leccion 8. “¿Quién es el hombre de Romanos 7?” (4T 2017) Sabado 25 de noviembre del 2017

Leccion 8. ¿Quién es el hombre de Romanos 7? (4 Trimestre de 2017: Salvación solo por fe – El libro de Romanos)

Textos bíblicos: Romanos 7.

Citas
 Si el pecado se saliera con la suya, destronaría y aniquilaría a Dios. William S. Plumer
 Odiamos el pecado no porque sus consecuencias sean desastrosas, o porque sus formas sean repugnantes para nuestro gusto o nuestra sensibilidad, sino porque es una reflexión sobre Dios. J.H. Thornwell
 El pecado es, en esencia, un alejamiento de Dios. Martin Luther
 El legalismo es un abuso de la ley; es una dependencia a la observancia de la ley para lograr la aceptación de Dios, y la observancia soberbia de las leyes no hace parte de la gracia de Dios. ErnestF. Kevan
 La ley descubre la enfermedad, el evangelio nos ofrece el remedio. Martin Luther
 La ley divina, como la ve el cristiano, exhibe libertad, ofrece libertad, es libertad, Robert Johnstone

Preguntas
¿Por qué es este capítulo un tema tan esencial para nuestra comprensión cristiana?
¿Cómo es que una vez elegimos a Jesús, ese pecado no es tratado inmediatamente? ¿Cómo vemos a Dios obrando en nuestras vidas? ¿Cuáles son los peligros de un pensamiento equivocado aquí? ¿Qué está esperando el universo que observa? ¿Cómo tratamos con el conflicto del pecado en nuestras vidas?

Para debatir
El problema de la ley se amplía con una ilustración: la ley se aplica a los vivos, ¡no a los muertos! Nosotros todos reconocemos que la muerte es el fin de nuestras obligaciones… Pablo usa la metáfora del matrimonio, y cómo la muerte deja a la pareja
libre de sus votos matrimoniales, pero si estos votos son ignorados mientras que su pareja estaba viva, podría ser culpable de adulterio (7:1-4).
Ahora, no estamos atados nunca más a la ley porque estamos “muertos con Cristo;” sin embargo, ahora estamos ligados a él y a su voluntad. Ahora servimos en el espíritu y no en la letra de la ley, porque estamos “muertos” a las obligaciones legales, y obedecemos por razones más elevadas (7:4-6). Por supuesto, ¡esto no quiere decir que la ley es mala! Es solo que está señalando al pecado, de hecho, ella hace que el pecado sea más claro al mostrarnos las cosas que hacemos mal. Pablo usa esta idea y con una hipérbole, ¡sugiere que el pecado usa la ley para matarlo! (7:7-11). Sin embargo, continúa explicando que la ley es “buena, pura y santa” y que por ello debemos apreciar la ley en lugar de condenarla. El problema es que somos esclavos del pecado. Aquí Pablo explica el conflicto entre lo bueno y lo malo, entre el bien y el mal que hay en cada uno de nosotros.
Esta batalla entre escoger el bien y sin embargo terminar haciendo el mal es increíblemente frustrante y deprimente, ¡ye el lo deja bien claro! (7:12-24)

Esta ley que él descubre – que, aunque escojamos hacer el bien, el mal siempre está presente – (7:21) debería recordarnos que no debemos ser jactanciosos en lo que concierne a logros espirituales, sino que debemos ser humildes y dar gracias a Dios por los cambios positivos que observamos. ¡Porque es Dios a través de Jesús quien viene a rescatarnos! Esta es la resolución al conflicto que se desencadena dentro de nosotros así como en todo el universo: Dios nos recupera para él a través de él mismo.

Comentario
Es mucha la discusión que ha existido en torno al “hombre de Romanos 7.” Aquellos que defienden una posición más “perfeccionista” creen que Pablo está describiendo su experiencia previa a su conversión. Sin embargo, la mayoría reconocen que esta batalla continua con el pecado es constante, incluso después de la conversión, y que “el bien que quiero hacer, no lo hago; mientras que el mal que no quiero hacer, ¡eso hago!” (7:19). Esta no es una pregunta sobre lo que queremos hacer, sino sobre el hecho de que nuestra naturaleza humana es tergiversada hacia el pecado. Esto no es para excusar nuestras acciones, sino para reconocer que “somos nacidos en pecado y formados en maldad.” Sin embargo, mucho más importante es la conclusión de que es Jesús quien nos salva de esta experiencia tormentosa que nos hace tan miserables (7:24). Esto debería
llevarnos a contemplarlo siempre, “al autor y consumador de nuestra fe,” porque “somos transformados por contemplación.” el peligro continuo es mirarnos a nosotros mismos, incluso si es para auto-examinarnos por ese “único pecado sin confesar.” Esto nos lleva a una preocupación por nosotros mismos y nuestros “logros” espirituales.
Tal como una vez comentaba Charles Spurgeon, “Miré a Cristo y una paloma de la paz voló en mi corazón. Miréa la paloma, y se fue.” Debemos mantenernos enfocados en Dios siempre, y no estar preocupados acerca de si hemos alcanzado el siguiente “nivel” para poder entrar al reino. Recordemos las palabras de Jesús acerca de cómo esto está mucho más relacionado con nuestra actitud y nuestro pensamiento más que con nuestro “desempeño.”

Comentarios de Elena de White
Pablo dice que “en cuanto a ley” -en lo que respecta a actos externos- era “irreprensible”; pero cuando discernió el carácter espiritual de la ley, cuando se miró en el santo espejo, se vio a sí mismo pecador. Juzgado por una norma humana, se había
abstenido de pecado; pero cuando miró dentro de las profundidades de la ley de Dios, y se vio a sí mismo como Dios lo veía, se inclinó humildemente y confesó su culpa. No se apartó del espejo ni se olvidó qué clase de hombre era, sino que experimentó verdadero arrepentimiento ante Dios y tuvo fe en nuestro Señor Jesucristo. Fue lavado, fue limpiado. Dice: “Tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”.El pecado entonces apareció en su verdadero horror, y desapareció su amor propio. Se volvió humilde. Ya no se atribuyó más bondad y mérito a sí mismo. Dejó de tener más alto concepto de sí mismo que el que debía tener, y atribuyó
toda la gloria a Dios. No tuvo más ambición de grandezas. Dejó de desear venganza, y no fue más sensible al reproche, al desdén o al desprecio. No buscó más la unión con el mundo, posición social u honores. No derribó a otros para ensalzarse él. Se volvió manso,  condescendiente, dócil y humilde de corazón, porque había aprendido su lección en la escuela de Cristo. Hablaba de Jesús y su amor incomparable, y crecía más y más a su imagen. Dedicaba todas sus energías a ganar almas para Cristo. Cuando le sobrevenían pruebas debido a su abnegada labor por las almas, se inclinaba en oración y aumentaba su
amor por ellas. Su vida estaba escondida con Cristo en Dios, y amaba a Jesús con todo el ardor de su alma. Amaba a cada iglesia; se interesaba en cada miembro de iglesia, pues consideraba que cada alma había sido comprada con la sangre de Cristo [Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. BC 1076]

Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2017
Traducción: Shelly Barrios De Ávila

Radio Adventista
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