El Espíritu Santo: Obrando entre bastidores (1T 2017—El Espíritu Santo y la
Espiritualidad)
Textos bíblicos: Ezequiel 37:5, 9; Génesis 1:2; Job 26:13; Éxodo 31:1-5; Juan 16:13, 14;
Gálatas 5:16-23; Juan 16:14.
Citas
• He asumido que mi claro compromiso a una ortodoxia trinitaria era suficiente evidencia de que no he ignorado deliberadamente el papel del Espíritu Santo. Es posible, sin embargo, que mi trabajo haya estado tan centrado en Cristo, que pude haber dado la impresión de que el Espíritu Santo es una idea de último momento.
Stanley Hauerwas
• Si conoces a Cristo, no necesitas pedir que el Espíritu Santo entre a tu vida; Él ya está ahí, ya sea que “sientas” o no su presencia. No se debe confundir el Espíritu Santo con un sentimiento emocional o un tipo particular de experiencia espiritual. Billy Graham
• El Espíritu Santo hace su obra al traer la presencia de Cristo entre nosotros, y
Cristo puede hacer su obra en la tierra solo estando presente en su Espíritu Santo. Regin Prenter
• Podemos tomar como una regla de la vida cristiana que cuanto más llenos del Espíritu Santo estemos, tanto más vamos a glorificar al Señor Jesús. Frank Gabelein
Para debatir
¿Por qué la obra del Espíritu Santo a menudo está tranquila y sin pretensiones, trabajando detrás de las escenas? ¿Cómo podemos lograr ver al Espíritu Santo como mucho más que una fuerza o energía? ¿Por qué el términos para “aliento” y “espíritu” es el mismo? ¿Qué nos dice esto? ¿Cómo explica Jesús la obra del Espíritu Santo? ¿De qué
manera el Espíritu Santo también revela la verdad acerca de Dios?
Resumen bíblico
En Ezequiel 37:5, 9 vemos que es el Espíritu (o aliento de vida) el que da vida a los huesos secos. Génesis 1:2 registra el papel del Espíritu Santo en la Creación. “Su espíritu adornó los cielos.” Job 26:13 FBV. Éxodo 31:1-5 registra que al construir el tabernáculo, los artesanos y edificadores fueron llenos del Espíritu de Dios. Jesús dice en Juan 16:14 y 14: “Sin embargo, cuando el Espíritu de verdad venga, él les enseñará́ toda la verdad. Él no habla por su propia cuenta, sino que solo dice lo que escucha, y les dirá́ lo que va a suceder. Él me trae gloria porque él les enseña todo lo que oye de mí.” Gál. 5:16-23 describe cómo podremos caminar con el Espíritu y tener sus dones en nosotros.
Comentario
El Espíritu Santo tiene los mismos atributos que los otros miembros de la Trinidad. El enfoque de Dios se centra particularmente en el amor por los demás, por lo cual Dios nunca se ha preocupado por sí mismo. No es de extrañar que el Espíritu Santo posea esta misma cualidad: Es humilde, modesto, sin pretensiones, obra entre bastidores
para lograr sus propósitos. Por esto el Espíritu Santo a menudo parece ser invisible, no sólo en su naturaleza, sino también en sus acciones. Él se comparó con el viento que no puede ser visto, pero los efectos son muy claras y evidentes. El Espíritu estuvo activo en la creación, estuvo involucrado también en la creación del santuario terrenal. El espíritu es el que da la vida, tal como se ve representado por la visión de Ezequiel de los huesos secos. De muchas maneras, el Espíritu Santo es el que da vida, es el aspecto “inspirador” de Dios (¡literalmente!). Sin la acción del Espíritu en el mundo y en nuestra vida, todo sería imposible.
Como maestro de la verdad, Jesús nos dice que él no habla por sí mismo. No obstante, el Espíritu estaba íntimamente involucrado en la vida de Jesús. Estuvo presente en la concepción de Jesús, en su bautismo, en sus tentaciones, y así sucesivamente. La primera pregunta es obvia: ¿por qué Jesús necesita del Espíritu Santo, si Jesús también es Dios? Aquí vemos la interconexión (si es que esa es la palabra correcta) de Dios, con las
tres personas de la Trinidad, todos ellos involucrados en nuestra salvación.
En el bautismo de Jesús, el Espíritu Santo “descendió como una paloma.” ¿para qué? Jesús sabía lo que estaba ocurriendo, por lo que sólo podemos conjeturar que el propósito de esto era lograr una confirmación visible para los espectadores. Es como si Dios hubiera querido asegurarse de que nosotros viéramos y entendiéramos lo que estaba
ocurriendo, y así pudiéramos apreciar la importancia del evento.
Romanos 8:11 nos indica que fue el Espíritu Santo quien resucito a Jesús. Sin embargo, Jesús dijo que él tenía la capacidad de dejar la vida y volverla a tomar. Sin embargo, en otros lugares, se nos dice que fue Dios quien levantó a Jesús. ¿Qué nos dice esto acerca del carácter de Dios? ¿Cómo podría encajar Hebreos 9:14 aquí? “¿cuánto más la sangre de Cristo, quien se ofreció́ a Dios teniendo una vida sin pecado por medio del Espíritu eterno, puede limpiar
sus conciencias de sus antiguas vidas de pecado, para que puedan servir al Dios vivo?” ¿Qué estaba haciendo el Espíritu Santo mientras el Hijo se presentaba a sí mismo como sacrificio al Padre? Pudiera parecer algo “mecánico” para algunos, y da la impresión de que Jesús se entrega en términos de un “pago” al Padre. Sería mejor ver este versículo como una demostración más de la manera como todos los miembros de la Trinidad trabajan juntos por nuestra salvación, participando íntimamente por el bien de todos los seres creados, y en el proceso de responder a las acusaciones del diablo ante la gran controversia. Porque el sacrificio no fue hecho en beneficio de Dios (contrario al absurdo concepto de que Dios ofreció la sangre de Dios a Dios) sino a favor de nosotros y del universo. El “regalo que trae paz” (Rom. 3:25) era para convencernos a nosotros, no a Dios.
Hebreos 9:14 nos muestra que el Espíritu está participando igualmente mientras Dios se ofrece a sí mismo para responder a los cargos presentados por Satanás y hacer frente a los problemas que surgieron en la gran controversia.
Comentarios de Elena de White
El que tiene el Espíritu de Cristo tendrá modestia en su comportamiento, y con
sus palabras revelará que tiene el Espíritu Santo. Los cristianos no han de ser intrépidos, rudos, dictatoriales, presumidos, prontos a condenar, ni vengativos, sino que manifestarán un espíritu humilde, gentil y mostrarán que disciernen y aprecian las virtudes de los demás. {21MR 182} El corazón humano nunca conocerá la felicidad hasta que se someta para ser moldeado por el Espíritu de Dios. El Espíritu conforma el alma renovada al modelo,
Jesucristo. A través de su influencia, la enemistad contra Dios se convierte en fe y amor, y el orgullo en humildad. El alma percibe la belleza de la verdad, y Cristo es honrado en la excelencia y la perfección del carácter. OHC 152 (1896). {LDE 65.2} Hay corazones que el Señor ha tocado con su Santo Espíritu. No bien comienza la gracia su obra en el alma, se humilla y enternece el corazón; no hay luchas por la supremacía; la altivez desaparece; hay tal percepción del amor que Cristo manifestó dando su vida por los seres pecadores, que no hay deseo de enaltecerse. El que está convertido ve que su Redentor llevó una vida de humildad, y desea seguir en sus pisadas.
{Consejos sobre la obra de Escuela Sabática, p. 25}
Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2017
Traducción: Shelly Barrios De Ávila
