Jonathan Gallagher Lección 13: “Lecciones de jeremias” (4T 2015 Jeremias)

Lección 13. Lecciones de Jeremías (4T 2015—Jeremías)

Textos bíblicos: Jeremías 2:13, 6:20, 7:1–10, Mateo 9:12, Deuteronomio 6:5, Jeremías
10:1–15, 23:1–8.

Citas
• Mi fe en Dios fluye de la experiencia de su amor por mí, día a día, ya sean días con tormenta o días soleados, ya sea que yo esté enfermo o con buena salud, ya sea que esté en un estado de desgracia o de desgracia. Él viene a mí donde yo vivo y me ama como soy. Brennan Manning
• Señor, mi preocupación no es si el Señor está de nuestro lado; mi gran preocupación realmente es estar yo del lado de Dios, porque Dios siempre está en lo correcto. Abraham Lincoln
• Cuando llegue la prueba, enfóquese en la capacidad de Dios para cuidar de nosotros. Charles Stanley
• Hay dos tipos de personas: Las que dicen a Dios “Hágase tu voluntad” y las que le dicen “está bien, entonces hazlo como tú quieras.” C. S. Lewis
• Dios suple las necesidades diarias cada día. No las suple cada semana ni cada año. Él te dará lo que necesites cuando lo necesites. Max Lucado

Para debatir
Dando un vistazo atrás a lo sucedido, ¿qué lecciones aprendemos del libro de Jeremías? ¿De qué manera las acciones del rey y del pueblo reflejan nuestras propias actitudes? ¿Qué busca Dios realmente al relacionarse con nosotros? ¿A qué otros
“dioses” acudimos, especialmente en momentos de crisis?

Resumen bíblico
El problema que Dios identificó era que su pueblo se había apartado de él y habían decidido confiar en sí mismos (Jeremías 2:13). Él no quería sus ofrendas (Jeremías 6:20). Tal como Jesús les recordó a sus oyentes: Dios les dijo que quería misericordia, y no sacrificio (Mateo 9:12). Él quería su amor por completo (Deut. 6:5). Lo que más le desagrada a Dios de ellos es que estén pecando y sigan creyendo que están bien (Jeremías 7:1–10). Entonces él les semana que los otros “dioses” no sirven para nada
(Jeremías 10:1–15). A pesar de los falsos pastores que dispersan el rebaño, Dios promete que los reunirá consigo nuevamente. (Jeremías 23:1–8.). Los capítulos finales de Jeremías son advertencias a las naciones vecinas, incluyendo Babilonia.

Comentario
“Los adventistas del séptimo día comprenden que en el centro del gran conflicto hay un asunto crucial: ¿Cómo es el carácter de Dios? ¿Cómo es Dios realmente? ¿Es acaso un tirano y arbitrario como el que nos muestra Satanás, o es un Padre amoroso y protector que solo quiere lo mejor para nosotros? Estas preguntas son en realidad las preguntas más importantes en todo el cosmos. Después de todo, ¿cuál sería nuestra situación si Dios no fuese bondadoso, amoroso y abnegado, sino malvado, arbitrario y sádico? Preferiríamos que Dios no existiera antes que tener un Dios así.” (Lección del Domingo). Siguiendo este pensamiento, deberíamos hacernos unas cuantas preguntas que van más allá: si esto es cierto, entonces el “árbol prohibido” en el jardín no era una prueba arbitraria. Tampoco el sábado es una prueba arbitraria de nuestra obediencia. El sacrificio de Jesús tampoco es la respuesta a las exigencias arbitrarias de Dios. La cita está bien hasta donde llega, pero no llega lo suficientemente lejos. Por ejemplo, si seguimos sosteniendo ciertas teorías sobre la expiación, o ciertas ideas sobre la destrucción final de los malvados, o ciertos conceptos sobre Dios y su venganza, entonces estaríamos diciendo que Dios es “malvado, arbitrario y sádico.” Sería
útil repasar toda nuestra teología para arrancar de raíz todos esos conceptos que no hablan bien de Dios…
Porque la acusación principal del Diablo es que Dios no es lo que dice ser. El Diablo atacó la naturaleza misma de Dios, asegurando que Dios no era el Creador benevolente que decía ser. En lugar de ello, el Diablo lo presentó como hostil y odioso,
como autoritario y arbitrario, como cruel y caprichoso. El Diablo usó lo que podríamos llamar “asesinato del carácter.” No debe sorprendernos que Jesús llamara al Diablo “asesino” desde el principio. Porque las acusaciones que hizo contra Dios equivalían a un intento de asesinato, tratando de destruir sistemáticamente el carácter y la personalidad del mismo Dios.
De hecho, las acusaciones eran peores que un ataque físico, porque usando medios sutiles, Satanás buscó desacreditar a Dios, no solo para desafiar su autoridad, sino para negar la bondad, verdad y justicia de Dios. Como pocos lo saben bien, cuando nuestro carácter está siendo atacado, puede parecer peor que un intento de asesinato. El resultado puede dejarnos la sensación de que
estamos más que físicamente muertos. Si al final terminamos rechazados por los amigos y la familia, probablemente desearíamos estar muertos mejor.
Esa es sin duda una grande lección que podemos aprender de Jeremías: que nuestra imagen también puede ser distorsionada, y otros pueden destruir nuestra reputación. Del mismo modo en que el pueblo se negaba a escuchar a Jeremías, a pesar
de toda la evidencia, experimentaremos la misma hostilidad también. Pues si creemos en un “Dios” caprichoso que cree que el fin justifica los medios, y que usará todos los métodos posibles para lograr sus fines, entonces haremos exactamente lo mismo. Esta es la tragedia: que las ideas perversas acerca de Dios y su naturaleza nos llevan a ser creyentes perversos también.

Comentarios de Elena de White
No demos al que yerra ocasión de desanimarse. No permitamos que haya una dureza farisaica que haga daño a nuestro hermano. No se levante en la mente o el corazón un amargo desprecio. No se manifieste en la voz un dejo de escarnio. Si hablas una palabra tuya, si adoptas una actitud de indiferencia, o muestras sospecha o desconfianza, esto puede provocar la ruina de un alma. El que yerra necesita un hermano que posea el corazón del Hermano Mayor, lleno de simpatía para tocar su corazón humano. Sienta él el fuerte apretón de una mano de simpatía, y oiga el susurro: oremos. Dios les dará a ambos una rica experiencia. La oración nos une mutuamente y con Dios. La oración trae a Jesús a nuestro lado, y da al alma desfalleciente y perpleja nueva energía para vencer al mundo, a la carne y al demonio. La oración aparta los ataques de Satanás {Palabras de
Vida del Gran Maestro, p. 195} Rodeando el trono de Dios se encuentra el arco iris del pacto, un símbolo de la palabra empeñada de Dios, prometiendo que recibirá a cada pecador que renuncie a toda esperanza de vida eterna fundada en su propia justicia, y que acepta la justicia del Redentor del mundo, creyendo que Cristo es su Salvador personal, capaz de salvarlo de su pecado, y guardarlo de caer. A menos que Cristo sea el fundamento de nuestra esperanza, no heredaremos la vida eterna. {Signs of the Times, Septiembre 5 de 1892}
Preparado el 28 de enero de 2015 © Jonathan Gallagher 2015
Traducción al español: Shelly Barrios De Ávila.

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