Jonathan Gallagher Lección 12. “La organización de la iglesia y su unidad” Cuarto Trimestre del 2018

Leccion 12. Las organizaciones de la iglesia y su unidad (4T 2018—Unidad en Cristo)

Textos bíblicos: Efe. 5:23-27; Mat. 20:25-28; Tito 1:9; Mat. 16:19; Gál. 6:1, 2; Mat. 28:18-20.

Citas
• ¿Cómo podemos vivir en armonía? Primero, necesitamos saber que todos estamos locamente enamorados del mismo Dios. Tomás de Aquino
• Para un verdadero hijo de Dios, el vínculo invisible que une a todos los creyentes con Cristo es mucho más tierno, duradero y precioso; y, a medida que reconocemos y comprendemos que todos moramos en una esfera de la vida en Él, aprendemos a considerar a cada creyente como nuestro hermano, en un sentido que es infinitamente más elevado que todas las relaciones humanas. Esta es la única forma de reunir a los discípulos permanentemente. Todos los otros planes para promover la unidad de la Iglesia han fallado. A. Pierson
• A los creyentes nunca se les dice que se vuelvan uno; ya somos uno y se espera que actuemos así. Joni Eareckson-Tada
• La única forma en que es posible tener una sola mente es tener la mente de Dios derivada de la unidad del Espíritu de Dios. Una unidad que viene solo cuando los creyentes encuentran la voluntad de Dios y se entregan desinteresadamente e infatigablemente a su cumplimiento. John F. Walvoord
• A Dios no le importan nuestras divisiones y grupos humanos y no está interesado en nuestras fórmulas y organizaciones humanas religiosas y jactanciosas. Él quiere que reconozcamos la UNIDAD del cuerpo de Cristo. M.R. DeHaan
• La iglesia no es simplemente un evento al cual ir. Puedes ser la iglesia, puedes convertirte en la iglesia, incluso puedes hacer la iglesia, pero no puedes ir a la iglesia… Tú eres la iglesia cada vez que te relacionas con otros cristianos de una manera tal que dependen unos de otros tanto que debes morir a ti mismo. En esa situación y casi solo en esa situación, pueden amarse unos a otros, servirse unos a otros, vivir en unidad y hablarse la verdad en amor como lo enseña Efesios 4. John F. Alexander
• Toda organización que no es de Dios es meramente improvisada por el momento. No hay una verdadera organización sino la que es de Dios. Y solo la vida es la fuente de la organización. La organización no es la fuente de la vida. La vida produce organización. Por lo tanto, para que Dios pueda lograr una reorganización solamente de esta Conferencia General que está en sesión aquí, es
necesario que la vida de Dios nos alcance de nuevo y en una medida más completa que nunca. Y a quien sea que Dios alcance mediante esa vida suya, eso es organización; y a quienquiera que alcance por esa vida suya en mayor medida, eso es reorganización. Por eso he leído este versículo; porque este es el comienzo de la vida. Toda organización verdadera viene de Dios a los hombres por la gracia
de Dios, que es el regalo de Dios mismo para los hombres. Alonzo T. Jones

Para debatir
¿Cuánta organización en la iglesia es muy poca y cuánta es demasiada? ¿Cuál es la relación entre unidad y organización? ¿Puede la autoridad de la iglesia producir unidad? ¿De qué manera hemos cambiado como comunidad de fe desde nuestros comienzos, especialmente en lo que respecta a la organización y la estructura? ¿Estamos más unidos ahora?

Resumen bíblico de la lección
• Efe 5:23-27 habla de la relación matrimonial como un ejemplo para la iglesia.
• En Mat. 20:25-28 Jesús enfatiza el liderazgo servicial
• Tito 1:9 nos muestra las cualidades de los líderes cristianos.
• Jesús dio autoridad a sus seguidores (Mat. 16:19).
• Hemos de llevar los unos las cargas de los otros (Gal. 6:1, 2).
• Mat 28:18-20 expresa la gran comisión

Comentario
La lección de esta semana plantea muchas preguntas. Si bien podemos estar de acuerdo con que la iglesia proporciona coordinación y liderazgo, ¿es esto crucial para la misión y la unidad? Jesús dijo muy poco acerca de cómo se debía organizar la iglesia, excepto que debía ser totalmente diferente de cualquier sistema jerárquico de gobierno. No dio instrucciones explícitas sobre cómo debía funcionar, qué políticas debían implementarse o cómo se iban a elegir los líderes, etc. La iglesia primitiva se organizó lentamente a medida que se hacía necesario enfrentar los desafíos que se presentaban. Lo
mismo se aplica a la iglesia adventista inicial, que de hecho al comienzo fue muy antiorganizacional debido a malas experiencias en iglesias anteriores. En muchos sentidos, las estructuras organizacionales y políticas se vuelven necesarias solamente cuando se desvanece el celo por la misión.

Cuando Pablo y Bernabé zarparon por primera vez en su viaje misionero, de seguro la organización de la iglesia era lo último en lo que pensaban. Una vez que se establecieron las iglesias, los cristianos tenían que trabajar según los principios cristianos en la forma en que trataban entre sí y su trato con los que estaban fuera de la iglesia. Sin embargo, debido a la naturaleza humana, Pablo vio que era necesario designar “supervisores” para dirigir el trabajo y asegurarse de que no hubiera confusión. Pero de ninguna manera se pretendía que la organización reemplazara el celo misionero, ni se adoptaron políticas por encima de la adhesión a los principios fundamentales. En Hechos 15, las recomendaciones del Concilio de Jerusalén se dieron simplemente para asegurarnos de que no hubiese obstáculos para difundir la verdad dondequiera que el Señor los estuviera guiando. Pero no fue visto como un mandato organizacional para dar el control administrativo a unos pocos. Entonces, por ejemplo, el tema de la “disciplina de la iglesia” como se examinó en la lección, se ve como un alejamiento de la verdad, en lugar de un seguimiento cercano del “primer amor”. Tanto los que ejercen la disciplina como los disciplinados pueden aprender fácilmente lecciones equivocadas sobre el poder y la autoridad. Entonces, cuando se trata de la unidad, “el ejercicio de la fuerza es contrario a los
principios del gobierno de Dios” (El Deseado de todas las Gentes, p.22.).

Lo mismo ocurre con la misión. ¿Necesitaron los discípulos de una organización en la iglesia para salir y dar testimonio de su Señor resucitado? Si bien podríamos haber multiplicado los comités y los procedimientos y políticas para autorizar el despliegue de misioneros, tenemos que admitir que todo esto no es necesario en absoluto para la difusión del Evangelio. La asombrosa difusión de las buenas nuevas en China sin la estructura eclesiástica habitual nos muestra que, si bien podemos dar gran importancia a la organización, ¡el Espíritu Santo puede operar y lo hace sin necesidad de nuestra
organización! La verdadera fuente de la unidad está en la fe que compartimos en nuestro amoroso Señor, quien nos llama a una comunidad de fe en él, siguiendo sus caminos y esperando su regreso. Si bien podemos organizar nuestro trabajo y métodos de ciertas maneras, esto es solo para apoyar la misión de la iglesia. En sí mismo, este no es el mensaje, sino solo un vehículo para ello. Comentarios de Jaime White sobre la organización de la iglesia La organización fue diseñada para asegurar la unidad de acción y como protección contra la imposición. Nunca tuvo el propósito de ser usada como un azote para forzar a la obediencia, sino más bien para la protección del pueblo de Dios. Cristo no
arrastra a las personas, él las llama. “Mis ovejas oyen mi voz, yo las conozco y me siguen”. Nuestra cabeza viviente encabeza el camino y llama a su pueblo para que lo siga. Los credos humanos no pueden producir la unidad. La fuerza de la iglesia no puede presionar a la iglesia para ser un solo cuerpo. Cristo nunca estipuló que las mentes humanas deberían ser moldeadas para el cielo por la influencia de otras mentes humanas. “La cabeza de cada hombre es Cristo.” Su rol consiste en guiar, moldear y estampar su propia imagen en los herederos de la gloria eterna. Por importante que sea la
organización para la protección de la iglesia y para asegurar la armonía de acción, no debe arrebatarse la disciplina de las manos del Maestro”. Jaime White, Advent Review and Sabbath Herald, 4 de enero de 1881. “Los credos humanos se presentan inquebrantablemente en contra del progreso de la luz y la verdad; atan la conciencia de muchos y ahogan la voz de la verdad que, de otro modo alegraría los corazones de los fieles e impulsaría al pecador a huir de la ira venidera. Los credos humanos pueden ganarse el mérito de unir a muchos hombres que profesan el cristianismo; pero debe reconocerse que muy dentro de esto están todas las corrupciones y pecados condenables de la época. La esclavitud y la opresión en todas sus formas, el orgullo, el amor a las riquezas y todas las concupiscencias de la carne están allí”. Advent Review and Sabbath Herald, 28 de marzo de 1854, p.76.

Comentarios de Elena de White
Creemos plenamente en la organización de la iglesia, pero esto no ha de prescribir la manera exacta en que debemos trabajar, porque no todas las mentes han de alcanzarse con los mismos métodos. No debe permitirse nada que mantenga al siervo de Dios lejos de sus semejantes. {Testimonies, Tomo 6, p. 116} A medida que nuestros miembros fueron aumentando, resultó evidente que sin alguna forma de organización habría gran confusión, y la obra no se realizaría con éxito. La organización era indispensable para proporcionar sostén al ministerio, para dirigir la obra en nuevos territorios, para proteger tanto a las iglesias como a los ministros de los miembros indignos, para retener las propiedades de la iglesia, para la publicación de la verdad por medio de la prensa, y para muchos otros objetos. Sin embargo, había un fuerte sentimiento entre nuestros hermanos en contra de ella. Los adventistas del primer día [vease el Apéndice.] eran enemigos de la organización, y la mayor parte de los adventistas del séptimo día tenían las mismas ideas. Buscamos al Señor con ferviente
oración para poder entender su voluntad, y nos fue dada luz por su Espíritu en el sentido de que debía haber orden y disciplina cabal en la iglesia: la organización era esencial… Tuvimos una dura lucha para establecer la organización. {Testimonios para los ministros, p. 26}

La iglesia está edificada sobre Cristo como su fundamento; ha de obedecer a Cristo como su cabeza. No debe depender del hombre, ni ser regida por el hombre. Muchos sostienen que una posición de confianza en la iglesia les da autoridad para dictar lo que otros hombres deben creer y hacer. Dios no sanciona esta pretensión. {El Deseado de Todas las Gentes, p. 382}
Se cometió un gran error en el ejercicio de la autoridad humana en la obra de Dios, y se me pide que proclame el mensaje: “Rompe todo yugo y deja libre a los oprimidos.” Se me pide decir a los miembros de la iglesia: “Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, y la gloria del Señor está sobre ti.” (Isaías 60:1.) {Manuscript Releases, Tomo 8, p. 204}

Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2018
Traducción: Shelly Barrios De Ávila

Radio Adventista
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