Esta semana exploraremos estos temas:
- Domingo: Jesús atendió a los desfavorecidos y olvidados mientras estuvo en la tierra.
- Lunes: Dios Padre hizo provisión para los pobres y necesitados durante los tiempos del Antiguo Testamento.
- Martes: El joven rico perdió la eternidad porque amaba más sus riquezas que a Dios.
- Miércoles: Zaqueo dio pruebas de su conversión ayudando a los menos afortunados.
- Jueves: Job, aunque rico, fue un defensor de los pobres.
La Biblia nos dice repetidamente que ayudemos a las viudas, a los huérfanos y a los forasteros en la tierra: a cualquier persona de la sociedad que pueda estar luchando por ganarse la vida. Esto se extendía más allá de las fronteras de su comunidad local. De hecho, incluso se les pedía que ayudaran a sus enemigos.
Hacerlo nunca fue una opción. Era algo que debía surgir naturalmente de su amor a Dios. Jesús incluso verificó que era realmente a Él a quien estaban ayudando. Administrar para el Maestro incluye nuestros diezmos y ofrendas, que muestran nuestro respeto por Dios, tal como se indica en los primeros Cuatro Mandamientos. Pero también incluye lo que hacemos por otros necesitados. Así es como mostramos amor y respeto por nuestro prójimo, tratado en los últimos Seis Mandamientos.
Nuestra corresponsabilidad está incompleta y carece de valor sin pruebas de este tipo de benevolencia generosa. Nuestro dar puede ser en forma de dinero, pero aún más importante, Dios lo diseñó para ser expresado en nuestras palabras y acciones. Ver de primera mano cómo nuestra ayuda beneficia a alguien tiende a aumentar y multiplicar el amor que Dios pone en nuestro corazón. Es la manera perfecta de glorificar a Dios y compartir lo que sabemos de su carácter amoroso.
