Pero habiendo pleno amor entre una pareja casada, en los momentos más íntimos se genera el sentido de uno pertenecer al otro. Se crea el concepto de ser del otro, y ser exclusivo de él y viceversa. Se desarrolla el sentido de darse al otro por el motivo de la más pura felicidad en el otro, que se reflejará en quien se donó. Así uno genera felicidad en el otro, y en el fondo esa es la ley de DIOS: no ser servido, sino servir. Y debe ser sólo en esa explosión de amor que se genere una nueva vida, un nuevo ser, que debe ser amado en todo momento, y debe sentir el amor entre sus progenitores. DIOS crea por amor, nosotros generamos por amor. Dios ama al que crea, nosotros debemos amar a quienes generamos.
Ahora bien, ese pertenecer y darse al otro es el modo de vida celeste. Así es como funciona el Reino de Dios. Allí, todos actúan así; es lo que JESÚS dijo: “vine a servir …” La relación entre una pareja pura es una copia de la relación de amor entre DIOS y sus criaturas y viceversa. El mismo principio que une a una pareja en su intimidad privada es lo que une a los seres que pertenecen a Dios: el amor.
