Esta semana exploraremos estos temas:
- Domingo: Dios peleará tus batallas cuando lo pongas en primer lugar en tu vida, como lo hizo con el rey Josafat.
- Lunes: Confía en Dios, no en tus propios recursos-como no hizo David cuando pidió un censo.
- Martes: Mantener tu vida simple y no acumular demasiadas cosas te ayudará a manejarte, especialmente cuando lleguen tiempos difíciles.
- Miércoles: Establece prioridades y pon a Dios en primer lugar en todo lo que hagas. No puedes servir tanto a Jesús como a tus riquezas.
- Jueves: Viene un tiempo de problemas en los últimos días y debemos preparar nuestros corazones para ello, recordando ayudar a preparar a otros también.
Pocas veces hemos visto tantos acontecimientos problemáticos sucediendo a la vez en todo el mundo. Tenemos guerras, hambrunas, desastres naturales y pandemias sanitarias que aparecen a diario en los medios de comunicación de casi todos los países del mundo. Muchos buscan algún tipo de seguridad en los tiempos inestables que vivimos.
Las herramientas básicas para sobrevivir, como la comida, la ropa y el cobijo, se ven amenazadas a gran escala, y muchos no saben qué les deparará el futuro. Más que nunca, debemos aprender a apoyarnos en la maravillosa gracia de nuestro Padre celestial. Buscar primero Su reino nos armará para cualquier prueba que nos aguarde.
Cuando invocamos la gracia de Dios, Él ha prometido librarnos al final. A cambio, Él será glorificado por nuestra liberación, y también por nuestros devotos actos de fe. Nuestro ejemplo de fe puede ayudar a otros a armarse y seguir a nuestro amoroso Dios y Salvador en tiempos difíciles.
La importancia de poner a Dios en primer lugar se encuentra en el primero de los Diez Mandamientos: no tener dioses ajenos delante de Él. Nuestro Creador debe tener prioridad en nuestras vidas, tanto antes como después de cualquier crisis que se nos presente.
Josafat nos dio un ejemplo de cómo hacer esto en 2 Crónicas 20:1-22. Parecía que un vasto ejército de tribus paganas estaba a punto de atacar Judá en un momento de su reinado. Aunque el rey se había preparado sabiamente fortificando sus ciudades y aumentando el ejército, Josafat no confió totalmente en estas medidas.
El rey Josafat convocó un ayuno y una reunión del pueblo de Dios para acudir a Su santo templo y abordar la situación de emergencia. Allí oraron por la liberación de los ejércitos que los amenazaban, y Dios les dijo a través de sus profetas que sólo tenían que quedarse quietos y dejar que Dios luchara por ellos.
Milagrosamente, funcionó como Dios predijo, y sus enemigos acabaron volviéndose contra ellos mismos, dejando a muchos de los suyos muertos.
